El perfil del asesino confeso de Morata de Tajuña: rencor, falta de arrepentimiento y baja empatía
Dilawar Houssein F. se enfrenta a 36 años de prisión por acabar con la vida de tres ancianos por una deuda. Su abogada pide una pena de siete. Tanto acusación como defensa contemplan la atenuante psíquica
El asesino confeso de los tres ancianos de Morata de Tajuña (Madrid), Dilawar Houssein F., se encuentra en prisión desde el 22 de enero de 2024 por acabar con la vida de los hermanos Gutiérrez Ayuso a causa de una deuda de más de 50.000 euros. El crimen sucedió en el municipio madrileño el 17 de diciembre de 2023, aunque los cuerpos no se encontraron hasta un mes después. Tres días después de este hallazgo, el principal sospechoso se entregó en las dependencias de la Guardia Civil de Arganda del Rey para confesar ser la mano que provocó el triple homicidio. Resuelto el enigma de la autoría, que el propio Dilawar ha reconocido, el estado mental del acusado tendrá un papel clave en el juicio, que no se prevé que se celebre hasta después del verano. La Fiscalía pide 36 años de prisión.
En este tiempo, el hombre ha pasado por dos reconocimientos, uno psicológico y otro psiquiátrico. Las conclusiones de los expertos, según fuentes cercanas al caso, dibujan una personalidad en la que predomina la “falta de arrepentimiento, la desconfianza o suspicacia, el rencor, la referencialidad ―creencia delirante de que uno está siendo controlado en su cuerpo o mente por personas o dispositivos― y la frialdad emocional con baja empatía”.
El acusado conoció a las hermanas Amelia y Ángeles en su locutorio en 2022. Para entonces, ellas ya llevaban cuatro años en la tela de araña de una estafa del amor, en la que uno o varios delincuentes las embaucaron, a través de las redes sociales, haciéndolas creer que eran pareja para sacarles todo su dinero bajo distintos pretextos. La investigación acredita que llegaron a mandarles más de 260.000 euros en seis años. Las hermanas pidieron dinero a Dilawar y le prometieron que se lo devolverían con unos intereses estratosféricos, él lo creyó y acabó incluso vendiendo su negocio y mudándose con los Gutiérrez Ayuso.
Conforme avanzaba el tiempo y veía que las hermanas no tenían intención de devolverle ninguna suma, la frustración de Dilawar fue en aumento. Las especialistas que lo entrevistaron señalan que “la carga progresiva de frustración situacional” que incluía la ruina económica, el fallecimiento de su madre sin poder contribuir económicamente a su asistencia sanitaria y sentimiento de agravio por sentirse objeto de una estafa con menosprecio de la amistad, “afectaría a sus capacidades intelectivo-volitivas de tal forma que, disminuyen de forma leve”. Eso sí, las expertas también recalcan que “el explorado no padece deficiencia ni deterioro cognitivo, ni enfermedad mental del ámbito de lo psicótico”.
Las forenses concluyen que distingue entre el bien y el mal, pero que, en determinados momentos, le nublan los sentimientos de frustración. “Aunque teniendo suficiente inteligencia como para conocer la acción como mala, no obstante, no valora en toda su extensión los resultados y consecuencias perjudiciales de la misma, por falta de análisis y reflexión, dejándose llevar por sus sentimientos de ofensa y rencor”, señalan.
Estas conclusiones han pesado tanto en el escrito de acusación de la Fiscalía, como la solicitud de pena de la abogada defensora de Dilawar, Natalia Checa. El Ministerio público pide 36 años de prisión para el acusado por homicidio, 12 por cada víctima, y contempla esta afectación leve de sus facultades, junto con los rasgos de personalidad paranoides. Por su parte, la defensa reconoce la autoría de su patrocinado, pero rebaja la pena a los siete años porque alega una atenuante mayor por la alteración psíquica y también por la confesión.
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