Reconstrucción del crimen de Morata de Tajuña: “Perdí a mi familia por estos señores y los maté”
La investigación acredita que las hermanas asesinadas llegaron a adeudar 263.000 euros a amigos por una estafa del amor y que el acusado llegó andando al lugar del crimen y se fue en autobús
La madrugada del 17 de diciembre de 2023, Dilawar Hussein F. salió de su casa en el municipio madrileño de Arganda del Rey y recorrió a pie los 12 kilómetros hasta Morata de Tajuña. Iba a saldar una deuda que le había dejado casi en la indigencia o a acabar con la vida de los que habían propiciado esa situación. Según su relato, en esa fría madrugada caminó durante tres horas y media por la vía verde que une ambas localidades, un sendero que conoce bien. Sobre las siete de la mañana llegó a su destino: la casa de los Gutiérrez Ayuso, tres ancianos hermanos. Saltó el muro que rodea el inmueble y esperó a que José, que tenía una discapacidad severa, saliera de la vivienda. A él fue al primero que mató con una barra de hierro que, asegura, encontró en el patio. Después acabó con Amelia y por último, con Ángeles. “He perdido a mi familia por estos señores, perdí la cabeza y los maté”, declararía después ante el juez, cuando se entregó, tras el acecho de la Guardia Civil, según fuentes y documentación del caso a la que ha tenido acceso este periódico.
Después de consumar el triple homicidio, regresó a su casa en autobús y tiró la barra en una papelera que encontró por el camino. Este mismo medio es el que usó para volver al escenario del crimen para intentar deshacerse de los cuerpos dos días después, según fuentes cercanas al caso. Los había dejado apilados y con algunos muebles encima, prendió fuego, pero solo logró semicalcinarlos. No sería hasta más de un mes después, el 18 de enero de 2024, cuando la desaparición de los hermanos se hizo evidente y la policía forzó una ventana y descubrió los cuerpos. En una inspección posterior, los agentes de la Guardia Civil encontraron un papel manuscrito semejante a un contrato, firmado por las hermanas y una tercera persona, con fechas y cantidades. “8 de junio de 2022, 2.400 euros + 550. Cantidad a devolver en el plazo de 10 días: 20.000 euros”. Otra línea: “9 de junio de 2022, 3.750 euros. Cantidad a devolver 23.750 euros en 10 días”. Las puertas estaban cerradas con llave.
Para entonces, la policía local llevaba días recopilando los testimonios preocupantes de los vecinos de los Gutiérrez Ayuso, a los que no respondían el teléfono desde hacía semanas. Dos amigos de la familia contaron que las hermanas se hallaban en trámites para cobrar una supuesta herencia millonaria y les explicaron que ellos mismos les habían prestado 12.000 euros para agilizar la burocracia. Estos vecinos también le relataron un extraño incidente sucedido a principios de 2023 en el que un hombre pakistaní con el que los hermanos tenían relación les había agredido para exigirles el pago de una supuesta deuda de 59.500 euros.
Dilawar Hussein F., de 44 años, llegó a España hace 25 procedente de Pakistán. Había trabajado como albañil, dependiente y en la agricultura y, cuando reunió algo de dinero, consiguió abrir su propio locutorio en Arganda del Rey. Allí fue donde conoció en el verano de 2022 a estas simpáticas hermanas de Morata de Tajuña, Ángeles y Amelia, que le contaron que eran empresarias con un sinfín de negocios en el extranjero, pero que estaban pasando por un mal momento, explican fuentes del caso. Le prometieron que, si les hacía un préstamo para salir del bache, le devolverían a Dilawar el dinero prestado con intereses. Él les fue dando todo lo que tenía, tanto que tuvo que vender el locutorio y se quedó sin un lugar al que ir, momento en el que se instaló en casa de los hermanos.
El hombre relata que, durante el periodo que duró esta convivencia, su madre en Pakistán enfermó y murió, que él les pidió desesperadamente dinero para mandar a su familia en su país, pero que ellos no le dieron nada. En enero de 2023, Dilawar los denunció por estafa. En realidad, los hermanos no tenían nada que darle, porque todas las cantidades que pedían prestadas, las enviaban a unos supuestos amantes estadounidenses. Estos novios nunca existieron. Las hermanas habían caído de lleno en una estafa del amor, unos criminales en el otro lado del mundo que les hacen creer en una relación que no existe y las despluman con historias falsas, una de ellas, que uno de los novios había fallecido y le había dejado una herencia de siete millones de dólares y debía ir a Estados Unidos a cobrarla. Llevaban atrapadas en esta red al menos seis años.
La investigación de su crimen concluyó que las hermanas habían pedido dinero a todo su entorno, 1.500 a una amiga, 6.000 euros al marido de otra, 18.000 a su amigo íntimo. Algunos aceptaron, otros no. Una vecina a la que conocían desde hace 20 años les llegó a prestar 60.000 euros y ella acabó denunciándolos por estafa. A uno de sus amigos que les insistió en que habían caído en un engaño, dejaron de hablarle. La historia de los militares enamorados era conocida por todos en el pueblo. Estaban tan envueltas en la mentira, que habían llegado a vender el piso que los hermanos tenían en Madrid y se instalaron definitivamente en su segunda residencia, en Morata. En total, los investigadores han acreditado que las hermanas enviaron a los estafadores hasta 263.000 euros entre 2018 y 2023.
Una vez fue consciente de que nunca iba a recuperar su dinero, Dilawar pasó a la violencia y agredió dos veces a las hermanas a principios de 2023, una en enero y otra en febrero, cuando golpeó a Amelia con un martillo. Este episodio le llevó a prisión provisional hasta septiembre de ese año, cuando fue condenado por lesiones, pero salió en libertad al haber alcanzado una conformidad con los denunciantes. En la siguiente ocasión que acudió a la casa, tras salir de prisión, su visita no se quedó solo en un aviso. Su abogada actual, Natalia Checa, sostiene que la anomalía psíquica de su representado y obcecación jugaron un papel fundamental en el crimen.
Aun con la confesión del detenido, los investigadores apuntalaron las pruebas para dejar clara su autoría en solitario de los hechos. Los repetidores de telefonía móvil sitúan a Dilawar en Morata de Tajuña los días clave de este relato y también dos huellas de dos calzados diferentes localizados en el escenario. Eso refuerza la idea de que acudió a la casa en dos días diferentes, en los que llevó dos pares de zapatillas distintos.
A las once de la noche del 21 de enero de 2024, Dilawar se presentó en la Guardia Civil de Arganda del Rey y dijo: ¿Sabes lo que ha pasado en Morata de Tajuña? Soy yo el que ha matado a las tres personas, porque estoy loco, esas personas han matado a mi madre, les he golpeado hasta matarles y no recuerdo nada más”. La historia no acaba aquí, un mes después de su ingreso en prisión, asesinó a su compañero de celda porque le molestaba su suciedad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.