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Un novio en Afganistán y una falsa herencia: el inquietante crimen de Ángeles, Amelia y Pepe tras un mes desaparecidos

La investigación del homicidio de los tres hermanos de Morata de Tajuña bucea entre los testimonios de sus vecinos a los que habían pedido mucho dinero y sus contactos en las redes sociales

Un trabajador de funeraria llega al lugar donde se han hallado los cuerpos de tres hermanos de avanzada edad con signos de violencia este jueves, en Morata de Tajuña.Foto: SERGIO PEREZ (EFE) | Vídeo: EFE / Europa Press
Patricia Peiró

Hacía al menos un mes que no se veía por el pueblo a los tres hermanos que siempre iban juntos a todas partes. Ángeles G. A., Pepe G. A., y Amelia G. A., de entre 68 y 72 años, tenían muchos amigos en su pueblo, Morata de Tajuña (Madrid), pero en los últimos años, algo los había alejado de casi todos ellos. Se habían cerrado cada vez más a una realidad que parece que solo entendían las hermanas, según cuentan vecinos y allegados. Muchos de ellos explican que, desde hacía años, les pedían grandes cantidades de dinero de forma casi obsesiva. 3.000 euros. 15.000 euros. A algunos, les detallaban que necesitaban dinero para hacer los trámites para cobrar una herencia en Estados Unidos. Pero hacía tiempo que no le pedían nada a nadie. No se los veía en los lugares habituales desde, al menos, principios de diciembre. El jueves, después de conseguir un permiso de entrada del juzgado, la Guardia Civil ha accedido a su casa de dos plantas y ladrillo visto para descubrir los tres cuerpos, semicalcinados. Juntos, como siempre se los veía por el pueblo.

Los tres hermanos, solteros y sin hijos, vivían desde hace años en Morata de Tajuña (Madrid), el pueblo que los conocía y que ahora ha decretado tres días de luto, aunque eran originarios de Torre de Juan Abad (Ciudad Real). También habían tenido un piso en Madrid capital y otro en un municipio de costa. Pepe, que pasaba las mañanas en el centro de mayores y disfrutaba de los partidos del Real Madrid en el bar, tenía una discapacidad y estaba bajo la tutela de Amelia, la hermana más “echada para adelante”, como la definen quienes la conocieron. Ángeles había ejercido como maestra y Amelia había trabajado en el negocio de los anticuarios. Les gustaba “comer por ahí”, hacer pequeños viajes y la música, pues una de ellas incluso llegó a cantar en el coro de una iglesia en el pueblo.

También les gustaba Facebook. Las publicaciones de las dos hermanas en esta red social son constantes y numerosas. Un día, hará unos siete años, Amelia le contó a Enrique Velilla, uno de esos antiguos amigos íntimos de los que se habían distanciado en los últimos tiempos, que ella y Ángeles habían conocido a dos hombres por esta red social y que habían comenzado una relación. A él, como a muchos otros, les sonó extraño escuchar que esos dos misteriosos hombres eran dos militares destinados en Afganistán, uno de ellos llamado Edward. Todavía les sorprendió más saber que, a las pocas semanas de empezar el romance, ellas habían comenzado a enviarles dinero bajo el pretexto de que lo necesitaban para ayudarles a cobrar una herencia.

Miembros de la Guardia Civil, en la casa de los tres hermanos asesinados.
Miembros de la Guardia Civil, en la casa de los tres hermanos asesinados. SERGIO PEREZ (EFE)

“Les advertimos muchas veces de que era un engaño, les enseñamos noticias de estafas del amor, pero ellas decían que no, que lo suyo era de verdad”, cuenta Velilla. “Hasta me enseñó un mensaje que decía que le había mandado Pedro Sánchez, con faltas de ortografía y todo”, añade. Este antiguo amigo, dueño de una peluquería de esas por las que pasan todas las señoras del barrio, asegura que fueron dejando de lado a todos aquellos que trataban de advertirlas del peligro. “Pasaron de llevar una buena vida a no salir, se quedaban sin dinero. Cada vez que cobraban la pensión, lo mandaban a estos estafadores”, asegura. Mientras cuenta esto, el servicio de criminalística de la Guardia Civil recaba pruebas en la casa en la que tantas veces estuvo de visita, convertida ahora en el escenario de un crimen.

La vivienda, espaciosa y rodeada por una tapia blanca, cuenta con un precioso patio lleno de flores, figuras de jardín y carteles de la Virgen María, del que Amelia presumía a menudo en sus redes. Pero en su página de Facebook, se pueden ver también varios mensajes de cuentas de hombres en los que las halagan y les piden amistad. Estos mensajes siguen el esquema típico de los llamados estafadores del amor, delincuentes a muchos kilómetros de distancia que buscan víctimas vulnerables a las que engañar para sacarles dinero con algún pretexto. En las imágenes que publicaban las hermanas, hay dos fotos de dos hombres canosos, los que supuestamente eran sus parejas.

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Amelia llegó a ponerse la imagen del que ella creía que era su amor a distancia como foto de perfil. Al introducir esta instantánea en un buscador, se puede ver que pertenece en realidad a Wesley Kanne Clark, “un general retirado del Ejército de los Estados Unidos. Comandante de la OTAN durante la Guerra de Kosovo”. Ángeles también presumía de su supuesto novio con una foto que pertenece, en realidad, a un político estadounidense de origen cubano llamado Mario Guerra. Estos hombres nada tienen que ver con las relaciones que Amelia y Ángeles creían que mantenían. Este tipo de estafadores también suelen usar fotos al azar que encuentran en páginas webs, conocedores de que sus víctimas en raras ocasiones tienen los suficientes conocimientos como para identificar la mentira.

Las tres víctimas de Morata de Tajuña.
Las tres víctimas de Morata de Tajuña.

Cuenta Velilla que vendieron su piso de Madrid hace algo más de un año y que incluso “alquilaron una habitación” en la casa a un hombre hace unos meses, con el que acabaron teniendo un enfrentamiento “a martillazos” en el que tuvo que intervenir la Guardia Civil. Después de eso, los hermanos cambiaron la cerradura de su casa. “El hombre les reclamaba a ellos 60.000 euros”, recuerda. Ese parece que fue uno de los intentos de las hermanas de conseguir algo de dinero, porque en el pueblo son numerosos los testimonios que reflejan su actividad casi compulsiva por conseguir efectivo. Mari, otra amiga que contempla con estupor los furgones de la funeraria que esperan a llevarse los cuerpos, relata cómo las hermanas le pidieron 3.000 euros en varias ocasiones. Ella trataba de minimizar estas demandas a los ojos de su familia, pero su marido se acabó enterando y discutió con Amelia. “Le dijo que no volviera a casa. Yo nunca le di nada, pero sí le enseñé una noticia de un caso de mujeres engañadas. Si alguien las hubiera ayudado, esto se podría haber evitado. Los medios tienen que informar más de esto”, se entristece Mari.

A pocos pasos, otra vecina llamada Ángeles enseña unos mensajes de Amelia, de diciembre de 2020, en los que le da el pésame por la muerte de su madre, que había sucedido seis meses atrás. En ese intercambio, Amelia le proponía tomar un café al día siguiente porque le quería “pedir un favor”. A la mañana siguiente, se sentaron en una mesa y la hermana menor le explicó que habían recibido una herencia de Estados Unidos, pero que necesitaban 15.000 euros para hacer los trámites o la perderían. “Me prometió que, en cuanto cobrara, me devolvería 30.000 por ser yo. Pero yo apenas las conocía, me quedé muy sorprendida”, recuerda esta mujer.

La investigación buceará ahora entre las cuentas de estos tres hermanos, las personas a las que habían pedido dinero y en sus relaciones en redes sociales, para encontrar al autor o autores de este triple homicidio, pero la hipótesis del ajuste de cuentas es la que cobra más fuerza. Este crimen recuerda al descrito por Fernando Fernán Gómez en El extraño viaje. Tres hermanos, que acaban viviendo casi aislados en un pueblo y que mueren juntos de forma inquietante.

Su amigo Enrique Velilla recuerda que este año no llegó a felicitarse el cumpleaños con Amelia el 3 de diciembre, fecha de aniversario que compartían. La autopsia podrá arrojar más luz sobre las circunstancias y fecha del deceso, pero el hecho de que los cuerpos estén semicalcinados complicará esta tarea. En la peluquería, hace unos días, hablaron de los hermanos y se extrañaron de que llevaran tanto sin verlos, pero muchos pensaban que se habrían ido de viaje de Navidad. Aunque ya habían emprendido otro viaje.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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