El incisivo interrogatorio del juez a Elisa Mouliaá en el ‘caso Errejón’: “¿No sería que usted sí quería algo con ese señor?”
La actriz insiste en que la noche en la que se vio con el político iba “muy ebria”, mientras que el exdiputado asegura que hubo una relación “activa” por ambas partes y que aportará conversaciones posteriores
La actriz Elisa Mouliaá, que declaró el jueves pasado por primera vez ante el juez de instrucción por su denuncia de agresión sexual contra el exportavoz de Sumar Íñigo Errejón, enfrentó casi dos horas de interrogatorio incisivo del magistrado Adolfo Carretero que llegó a cuestionar si había denunciado al político por despecho. “¿No sería que usted sí quería algo con ese señor y al no responderle, le denuncia?”, le llega a preguntar Carretero. “Estaba muy ebria, ¿seguro?”, “Le dijo: ‘déjame en paz?’”, “no se entiende que usted no hiciera un gesto” o “usted es una mujer acostumbrada a tratar con el público, ¿cómo no es capaz de decirle que esas condiciones no eran aceptables?”, fueron algunas de las cuestiones y comentarios que enfrentó la actriz. Unas apreciaciones que han indignado a algunas feministas este lunes, como la exministra de Igualdad, Irene Montero, que ha acusado al juez de una mirada sesgada que ha podido perjudicar a la denunciante.
“Sólo sí es sí significa que es él quien debe asegurarse de que hay consentimiento. Exigir a las mujeres resistencia expresa -asumiendo que solo hay agresión si hay violencia o intimidación- es cultura de la violación y un prejuicio de la justicia patriarcal. No demos pasos atrás”, ha declarado Montero este lunes desde su cuenta de X tras hacerse público el vídeo de la declaración en los juzgados.
El político acusado de agresión sexual Íñigo Errejón y su denunciante, Elisa Mouliaá, relataron versiones muy diferentes de una misma noche, en la que se conocieron en persona y acabaron en casa del exportavoz de Sumar. Sucedió hace tres años, los dos se vieron primero en un bar de la zona de Ópera y después acudieron a la fiesta en casa de unos amigos de Mouliaá. Hasta aquí, ambos coinciden, desde la llegada a esa vivienda, los relatos difieren. La actriz asegura que se sintió violentada, que aquella noche iba muy ebria y que llevaba tiempo pensando denunciar, pero no se atrevía por miedo. Errejón sostiene que esa noche se produjo el encuentro de dos personas que llevaban mucho tiempo tonteando y que habían mantenido “conversaciones sexualizadas”.
Mouliaá relata cómo, en casa de sus amigos, en un momento dado Errejón le da dos copas y desliza que pudo echarle algo porque ella esa noche se encontró muy mareada. A continuación, ella asegura que le agarró fuertemente del brazo y la arrastró seis metros hasta una habitación donde la apoyó en la pared. “Cerró y se cercioró de que la puerta estuviera cerrada, no me fijé si había pestillo”, señala la denunciante. Las preguntas del juez son muy concretas e insistentes en los detalles.
—Al principio me tocó por encima y luego me tiró a la cama y ahí ya me quitó el sujetador.
—¿Usted le dijo que parara? — interroga el instructor.
—Le dije que me estaba sintiendo incómoda.
—Muy incómoda, no: ¿le dijo: ‘Déjame en paz’? — insiste el juez en actitud insistente.
En un tono incisivo y duro que se mantiene a lo largo de todo el interrogatorio, el juez le pregunta si le bajó las bragas y cuánto tiempo estuvo tocándole las tetas y los glúteos.
La actriz sigue explicando que el exdiputado “sacó su miembro viril” para dominarla y que ella le recriminó que “a una mujer se la pone cómoda” y le dijo que parara porque se “estaba sintiendo violentada”.
—Pero, señora, ¿cómo que se levantó? ¿Forcejeó con él?
El magistrado continúa con sus preguntas.
—¿No le dijo nada a ninguno de sus amigos en la fiesta?
—Yo recuerdo que estaba muy ebria, mucho más de lo normal y que me daba todo muchas vueltas. Ya tengo lagunas al salir de la habitación.
El juez insiste en que es raro que en ese momento no diga nada y que ahora no recuerde nada, a lo que ella replica que ella solo recuerda que Errejón le puso la chupa y le dijo que el coche llevaba esperándolos cinco minutos. “No se entiende que se vaya con este señor”, le dice el magistrado. “A día de hoy todavía me pregunto cómo me subí a ese coche”, afirma Mouliaá en una frase que queda cortada por una nueva intervención del instructor. En varias ocasiones, el magistrado recuerda a la actriz que le hable de usted.
En el taxi a la actriz le comunican que su hija está enferma con fiebre y que sintió que Errejón no la apoyaba, por lo que apunta que cuando llegaron al portal se quería ir, pero él le insistió en que subiera para darle un libro. La denunciante incide en que estaba “en shock” y que se sentía “muy mareada”. “En su casa empezó otra vez, pero yo creo que él supo que yo iba a gritar, le dije que me dejase en paz, que me estaba sintiendo súper invadida”, continúa Mouliaá y añade que le soltó: “Parece mentira que me esté pasando esto contigo”.
La actriz afirma que le contó lo sucedido a su familia y a todas sus amigas porque se sentía “completamente humillada”, pero que no era “consciente de que había sufrido un delito”. El magistrado le pregunta por qué ha tardado tanto en denunciar si le afectó tanto psicológicamente y que por qué tenía que tener miedo a Errejón. Mouliaá responde que comenzó a tomar pastillas antidepresivas y que su psiquiatra le recomendó empezar con un terapeuta. “He estado este tiempo rumiando la idea —de denunciar— pero no me atrevía, tenía miedo”, asevera. La denunciante defiende que solo dio el paso cuando estalló el escándalo de las denuncias anónimas que apuntaban a Errejón sin mencionarlo y él anunció su dimisión. “Ahí dije: ‘Alucino’. Me doy cuenta de lo psicópata que es y pensé si ellas han tenido este valor, yo también. Además, estaban empezando a decir que si eran denuncias falsas y yo dije: ‘Esto es verdad”.
Errejón relata otra noche, una en la que dos personas con tensión sexual acuden a una fiesta, se escapan para besarse y después acaban en casa del exportavoz de Sumar.
En su declaración, Mouliaá asegura que Errejón le dio tres condiciones en el taxi de camino a casa de sus amigos. Una de ellas era de no alejarse de él, que si lo hacía tenía que volver en un minuto y otra que tenía que darle un beso. Errejón sitúa esta conversación en un contexto de tonteo, en el que realmente le estaba pidiendo que no lo dejara solo porque él no conocía a nadie en la fiesta. Además, describe un beso en el ascensor como algo que fue compartido: “Llevas todo el rato tonteando, se ha generado una tensión, nos miramos y nos besamos los dos, aunque la iniciativa fue mía”.
El político afirma que es “imposible” que Mouliaá estuviera bailando con sus amigos y que él se la llevara del brazo violentamente delante de todos. “Lo que pasó es que coincidimos en la cocina, la cogí de la mano y no fuimos a los cuartos, pero para eso hay que pasar por donde estaban todos los amigos”.
—¿Qué paso en la habitación? — le pregunta el magistrado.
—Nos fuimos a la habitación como dos personas que están en una fiesta ligando que se escabullen para darse unos besos, primero de pie y luego acabamos en la cama, no le quité el sujetador. Era un calentón con vistas a una relación sexual. No somos adolescentes, no vamos a tener una relación en una casa desconocida. Era algo activo, nos acariciamos los dos.
El exdiputado insiste en que si el encuentro en la habitación hubiese sido violento o intimidatorio, habría sido imposible que ella se marchara con él en el coche y que podía haberse quedado con sus amigos. Después, justifica el fin de la velada alegando que Mouliaá decidió marcharse con su hija porque se encontraba preocupada por su estado.
El magistrado le pregunta si tras aquella noche, continuó su relación. “No llegamos a quedar, pero seguimos hablando, le mandé un mensaje para preguntarle por su hija y seguimos hablando por Telegram e Instagram hasta abril del 2023″, responde Errejón, quien ha añadido que presentará como pruebas estos registros telefónicos.
Para finalizar, el juez instructor se refiere a su dimisión como político y como portavoz de Sumar.
—Usted era portavoz del grupo Sumar, una persona muy conocida, de izquierdas y dice que había tenido comportamientos que no correspondían con su actitud pública. ¿Esa dimisión tiene que ver con los hechos de esta señora?
—No. Yo conozco la denuncia después de mi dimisión.
—Pero en Castellón ya lo denunciaron — el magistrado se refiere a una denuncia a través de la red social X en la que una mujer aseguraba haber sido agredida por el político en un festival. Por estos hechos, su entonces jefa de gabinete, Loreto Arenillas, fue expulsada del partido por la gestión que llevó a cabo de esta crisis.
—No he recibido ninguna denuncia hasta ahora, había habido testimonios anónimos— replica Errejón.
El instructor insiste y le pregunta que por qué dimitió entonces si nada de lo que se le acusa es cierto.
—Llevo 10 años en primera línea política y estaba cansado y quería dejarlo, cuando de repente pasa un testimonio que me acusa de algo, pierdo la confianza de mis dirigentes políticas y además es obvio que no puedo defender mi inocencia y seguir siendo portavoz.
—Usted como portavoz defendía que todo testimonio (de una víctima de agresión sexual) es válido — le comenta el juez.
—Por eso dimití, es una incoherencia.
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