_
_
_
_

Yo, víctima de un chiringuito financiero: “He perdido 40.000 euros en 20 días”

Una operación desmantela un grupo criminal compuesto por 33 personas que defraudó 52 millones de euros al hacerse pasar por asesores de pequeños ahorradores a los que acosaban día y noche

Ana, vícitma de un fraude financiero, fotografiada en Madrid, este miércoles.
Ana, vícitma de un fraude financiero, fotografiada en Madrid, este miércoles.SANTI BURGOS
Patricia Peiró

Ana, de 40 años, y su pareja, recibieron un día de finales de octubre a la hora de la comida una llamada por sorpresa. Un hombre, parecía joven por su voz, se presentaba como un asesor financiero de Vantage Market y los encomiaba a invertir en bolsa para sacar rendimiento a su dinero. “Sabía nuestro nombre y al principio se mostró muy agresivo”, recuerda la mujer, que prefiere usar un nombre ficticio. Después de esta llamada, llegó la de uno de los superiores de la compañía, un tal Carlos Maldonado, quien les aseguró que les iba a acompañar en todo el proceso y les prometió que apenas entrañaba riesgos. Declinaron la oferta del supuesto asesor durante un mes, hasta que un día se plantearon meter 1.000 euros, a ver qué pasaba. Ellos podían ver en todo momento el valor de sus inversiones a través de una aplicación móvil. O eso creían.

Empezó así una rueda destructiva en la que debían ingresar más y más dinero para salvar las operaciones previas. “Y así he perdido 40.000 euros en 20 días”, se lamenta Ana, que vive en Madrid. Ella es una de las víctimas de un chiringuito financiero, una entidad que gestiona inversiones al margen de la ley, desmantelado el 20 de noviembre con, al menos, una treintena de víctimas repartidas por toda España. Los investigadores policiales calculan que la red pudo hacerse con más de 52 millones de euros. Ana recuerda el último día que habló con el tal Carlos Maldonado, fue el día antes de que lo detuvieran. “Hemos pasado noches y noches sin dormir pensando en la caída del oro, en la apertura del mercado asiático...”, se queja.

El mecanismo era sencillo. El grupo criminal contaba con una infraestructura para hacer creer a las víctimas que estaban tratando con una importante compañía de inversiones. Los llamados captadores estaban divididos en siete call center desde los que hacían llamadas sin descanso. Cada uno de estos puntos tenía encargados, los mandos intermedios, que daban directrices e intervenían en las conversaciones cuando era necesario. Las víctimas pensaban que estaban depositando sus ahorros en inversiones seguras y con alta rentabilidad, a través de una aplicación móvil que ellos mismos podían manejar, pero en realidad simplemente estaban transfiriendo su dinero a las cuentas de la organización. En la cúspide, un hombre de gustos caros residente en Rivas vaciamadrid que figura en investigaciones previas por infracciones económicas desde hace más de 20 años. Él era el que había llegado a un acuerdo con un falso broker internacional para almacenar las transferencias de los estafados y dividirse luego estos beneficios al 50%.

“Se saltaban todas las reglas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Hacían llamadas frías, es decir, de una base de datos, lo cual no está permitido. Les explicaban que iban a invertir en unos productos de alto riesgo, pero les mentían asegurándoles que eran seguros y que iban a recibir el 30% de beneficio”, explica Óscar Lago, inspector de la UDEF, jefe del grupo IX que ha llevado adelante la investigación junto con la Agencia Tributaria. Los afectados hacían transferencias a cuentas de Singapur o Chipre.

La guía que recibían los captadores para saber cómo tenían que mantener una conversación con posibles víctimas.
La guía que recibían los captadores para saber cómo tenían que mantener una conversación con posibles víctimas.EL PAÍS

Los policías han intervenido a los detenidos 200.000 euros en efectivo, cuatro vehículos, 40 teléfonos móviles, 12 relojes de alta gama y 21 obras de arte, una de ellas un cuadro de Miró. Los afectados esperan que algo de estas cantidades intervenidas vuelva a ellos en forma de reparación económica. Uno de los detenidos tenía en su buhardilla un vinilo con la imagen del Monopoly y el Tío Gilito. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha alertado del preocupante aumento de este tipo de organizaciones criminales que se aprovechan, sobre todo, de pequeños ahorradores. En 2022, la CNMV denunció la existencia de 2.083 chiringuitos financieros, un 31% más que el año anterior.

Los captadores de víctimas eran veinteañeros a los que les entregaban unos folios con una guía sobre cómo iniciar una conversación, atraer la atención y ganarse su confianza. Pero esta tela de araña iba más allá. Después de semanas de conversaciones diarias para conseguir que los supuestos inversores aportaran más dinero, los estafadores llegaban a conocer muchos de los detalles vitales de sus víctimas, conocimiento que utilizaban para envolverlas aún más. Los investigadores encontraron fichas de los estafados con datos tan sensibles como si padecían una enfermedad, vivían solos o se habían divorciado.

Raúl, una víctima sevillana que prefiere no dar su apellido, destaca la forma en la que estos captadores conseguían ganarse la confianza a base de horas y horas de charla, hasta el punto de que esta llegaba a creer que eran amigos. “Yo no sé si son psicólogos o psicópatas”, concluye. Él rememora que la primera llamada que recibió de esta trama fue en mayo de 2023 en la playa y que estuvo varias semanas dándoles largas. Hasta que un mes después cayó. Cada vez que hablaba con su asesor, que en su caso se presentó como Ángel López, era porque las operaciones requerían una nueva inversión. “Mi cabeza no pensaba, mis manos hacían lo que él decía”, reflexiona Raúl. Así perdió 24.100 euros en mes y medio.

Cuando uno de estos captadores lograba dar un paso más y que la potencial víctima se interesara por las inversiones, este hacía un gesto a los demás para que se colocaran a su alrededor y fingieran conversaciones ostentosas, para que la persona al otro lado del teléfono pensara que está hablando con una gran oficina financiera. No tenían sillas, trabajaban de pie para fomentar la adrenalina. En algunas de las centralitas también había una campana para celebrar transferencias especialmente jugosas. “Son chicos muy jóvenes, que llegaban a ganar al año 100.000 euros con las comisiones que les daban los bróker”, señalan fuentes cercanas al caso. Ellos se veían a sí mismos como lobos de las finanzas. Uno de ellos viajó a Miami cuatro veces en un año, en una ocasión solo para ir a ver un concierto y regresar a Madrid.

Este chiringuito cerraba el círculo de la estafa al asegurarse de que las víctimas no acudían a denunciar. A este último paso lo llamaban “el entierro”. Era una última serie de charlas en las que convencían al cliente de que la pérdida del dinero había sido su culpa, que entraba dentro de los riesgos previstos o que se había debido a un cambio impredecible en el mercado. A eso lo llamaban “dar cariño”. En los casos más extremos, llegaban a devolver el dinero a las víctimas para asegurarse de que no acudían a la policía y esta ponía el foco sobre su actividad.

Marc, residente en Cataluna, de 47 años, es otra de las víctimas. Entre septiembre y noviembre del año pasado transfirió 40.000 euros a este grupo de estafadores. Los ahorros de toda su vida. “La mayor parte de mi familia no lo sabe, ahora en Navidad lo tendré que decir porque, claro, se me nota que no estoy bien”, comenta. En su caso, al acoso diario duró algo más de una semana. “Me llamaban cuatro veces al día”, afirma. Un día, cuenta, lo pillaron con el pie cambiado y aceptó hacer lo que para él era una primera inversión. “Y una vez que das el primer pasó, ya estás jodido”, resume. Le llamaban diferentes supuestos asesores que le decían que invirtiera más, porque necesitaban una inyección de dinero para desatascar un depósito en acciones de gas y de petróleo. “Yo llegué a decirles: ‘Hay muchas estafas por ahí’, pero ellos conseguían que los consideraras como un amigo. Les hice transferencias a una cuenta de Singapur, no firmé ningún contrato... Ahora piensas: ‘Qué burro fui”.

El sentimiento de culpa y vergüenza es normal entre los estafados. Jessica González está al frente de una asociación de afectados por chiringuitos financieros. La montó cuando ella misma fue víctima de una estafa hace ocho años. González habla del sentimiento de bochorno en las personas que caen en esta trampa tan bien diseñada. “No es que los demás te hagan sentir tonto, es que tú mismo te sientes idiota. Además, cuando caes en una estafa de inversiones la gente te tacha de avaricioso, cuando en realidad no somos millonarios”, recalca. González asegura que ha llegado a atender a víctimas profesionales del sector que han caído en el engaño. “Cada vez son más sofisticados y mejoran sus técnicas, pero también es cierto que hay que denunciar porque la policía actúa”, indica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_