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25 años de carteles anunciando un ambulatorio en San Blas: del presupuesto en pesetas de Gallardón a los euros de Ayuso

Vecinos del este de Madrid usan como pipicán un solar donde en un cuarto de siglo han visto tres vallas que prometían un centro de salud, la última colocada antes de las pasadas elecciones autonómicas, como otras 25 por toda la región

Dos fotos, de 2008 y de 2024, en la misma parcela, de dos vallas en la esquina de las calles Siro Muela y Tampico (distrito de San Blas, este de Madrid), anunciando la construcción del centro de salud Quinta de los Molinos.
Dos fotos, de 2008 y de 2024, de dos vallas en la misma parcela, en la esquina de las calles Siro Muela y Tampico (distrito de San Blas, este de Madrid), anunciando la construcción del centro de salud Quinta de los Molinos.GOOGLE/INMA FLORES
Fernando Peinado

La valla apareció un buen día de hace año y medio. La plantaron bien temprano unos operarios junto a la parcela del pipicán, donde todas las mañanas y todas las tardes un grupito de entre diez y veinte vecinos se sienta en sillas de plástico bajo un par de olmos frondosos mientras sus perros brincan felices. Nadie vio a los obreros. Cuando llegaron los vecinos, se acercaron al anuncio uno a uno para leer lo que ponía.

“Próxima construcción del centro de salud Quinta de los Molinos”, decía el cartel en grande. En una imagen se veía a una pareja de ancianos de espaldas, dispuestos a entrar a una simulación del edificio. A un lado figuraban una bandera de la Comunidad de Madrid; el nombre del autor del proyecto: Jesús Fernando Navarro García; el presupuesto estimado de licitación: 3.864.982,69€; y el plazo de ejecución desde el inicio de la obra: 18 meses.

Si el anuncio lo hubiera visto un extraterrestre, lo habría interpretado como una clara señal de que había llegado el fin de este descampado como lugar de esparcimiento para perros, que según los usuarios, es “el mejor” del distrito de San Blas-Canillejas, en el este de Madrid. Pero estos vecinos sabían de qué iba la cosa. Se aproximaban elecciones, las autonómicas de mayo del año pasado. Aunque no mostrara el logo del PP ni la cara de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, la valla tenía mucho de propaganda electoral. Antes de ese cartel hubo otro, en tiempos de Esperanza Aguirre, y otro aún antes, en los años de Alberto Ruiz-Gallardón. Los vecinos se toman ya estas cosas a pitorreo. Llegaron los comicios. Ayuso arrasó (de nuevo). Y ahí sigue el pipicán. Y la valla.

Este martes, los usuarios comenzaron a llegar a partir de las ocho de la tarde buscando la sombra de los olmos, donde siempre permanecen una veintena de sillas y cuatro mesas de plástico que usan para charlar mientras disfrutan viendo a sus perros corretear. Las chicharras estaban de fiesta porque hacía un calor de patatús, pero bajo los árboles se sentían tres o cuatro grados menos.

Vecinas junto a sus perros en el descampado del distrito de San Blas (este de Madrid) donde la Comunidad promete construir un centro de salud, este martes por la tarde.
Vecinas junto a sus perros en el descampado del distrito de San Blas (este de Madrid) donde la Comunidad promete construir un centro de salud, este martes por la tarde.INMA FLORES

Algunos vienen caminando a diario durante 15 o 20 minutos. Tienen pipicanes más cerca de casa, pero prefieren este. Lo notan en la felicidad de sus perros, que tiran de ellos con fuerza, ansiosos por llegar. Este solar de 5.000 m², que oficialmente no es un pipicán municipal, es para un perro lo más parecido de esta zona de la gran ciudad al campo abierto. Además, aquí los dueños respiran tranquilos. En otros parques perrunos el vallado perimetral es bajo y las pasan canutas porque cuando los sueltan se escapan del recinto, con el riesgo de que les atropelle un coche. Aquí no pueden saltar las verjas de alambre, de unos dos metros de altura. La mayoría son perros relativamente grandes como galgos, cocker spaniels o setter ingleses.

Una de las que nunca falta es Patricia Becerra, que pertenece a la asociación Canipark, un grupo que pide al Ayuntamiento pipicanes más grandes y seguros. “Este pipicán es una maravilla y no sé qué haremos cuando nos lo quiten. Yo reconozco que el centro de salud es necesario y nos iremos de aquí cuando nos toque. Soy partidaria de la sanidad pública porque me beneficio de ella, pero déjame decirte que hoy por hoy no estoy a gusto porque vengo de familia con cáncer y no puedo esperar una eternidad para una revisión. Por eso me he tenido que pagar un seguro privado”, cuenta Becerra, que trabaja de limpiadora y tiene 46 años.

Becerra revela que hace cuatro días tuvieron un pequeño drama en el grupo de WhatsApp, llamado Parque Canino, al que pertenecen 65 usuarios de este pipicán. Una integrante colgó un artículo del medio local Gacetín Madrid que informaba de que el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid había aprobado los fondos para sacar a concurso la obra del centro de Quinta de los Molinos y otros 15 más. Saca el móvil y muestra la pantalla:

―Anda!!!

―y cuándo?

―Ponen en el artículo que entre 12 y 24 meses.

― 😭😭😭😭😭😭

―Igual otros años también ha salido en prensa y no se ha hecho nada... Hasta que no veamos una excavadora o que ponen vallas hay que ser positivos.

La mujer guarda de nuevo el móvil y se encoge de hombros. Como pasa con la valla, los vecinos también dudan de las informaciones. En Google aparecen artículos de hace años según los cuales la construcción es inminente. Una nota de prensa del Gobierno Ayuso de 2021 aseguraba que “se están tramitando las obras de construcción” de 11 centros, entre ellos este.

Estrella y Emilia, un par de usuarias más veteranas que Becerra, y dueñas de perros desde “mucho antes de que se pusieran de moda”, se acuerdan de una valla anterior, aunque no pueden precisar fechas.

En Google Street View se puede ver una imagen de 2008 de una valla de la era de la presidenta Aguirre que pone “Nuevo centro de salud Quinta de los Molinos. Inversión: 13.786.054 euros” (una cifra llamativamente más alta que la incluida en la valla de Ayuso) y el eslogan: “Más medios, más cercanía, más atención”.

Consultados otros residentes del barrio, resulta que hubo un cartel antes de ese. Tres vecinos que se mudaron aquí a finales de los 90, y que no tienen relación entre ellos, apuntan que en torno a 1999, año electoral, apareció un anuncio. Tenía el presupuesto en pesetas y pronto perdió el color. Era la época en que nacía este barrio, el del Salvador, en uno de los límites de Madrid por el este, cerca del aeropuerto de Barajas.

Uno de esos nuevos vecinos era el médico de primaria José Luis Palancar, que vive en una casa frente al descampado. “Durante muchos años he esperado a que lo construyeran para pedir el traslado porque literalmente cruzaría la calle para ir a trabajar”, dice al teléfono. Palancar se jubila dentro de cinco años y ya no le merece la pena el engorro de cambiar su lugar de trabajo. “Llevamos 25 años esperando”, lamenta, “es una promesa eterna”.

Lo mismo piensan vecinos de otros rincones de Madrid donde a principios del año pasado aparecieron vallas similares. La plataforma pro-sanidad pública Vecinos y vecinas de barrios y pueblos de Madrid tomó fotos de 26 carteles y denunció el uso de fondos públicos para propaganda electoral. La oposición de izquierdas les respalda. “Lo que no puede ser es que el Zendal les cueste construirlo unos meses y un centro de salud cueste 20 años”, critica el diputado regional socialista Carlos Moreno Vinués.

Valla anunciando un nuevo centro de salud en el Ensanche de Vallecas, en una imagen tomada a principios de 2023 por Vecinos y vecinas de barrios y pueblos de Madrid.
Valla anunciando un nuevo centro de salud en el Ensanche de Vallecas, en una imagen tomada a principios de 2023 por Vecinos y vecinas de barrios y pueblos de Madrid.

Cuatro centros fueron inaugurados en la legislatura pasada tras esperas en algunos casos de dos décadas ―Sevilla La Nueva, Alcorcón, Navalcarnero y Las Tablas―. Tras su apertura, se han sucedido quejas y movilizaciones por falta de médicos.

“Las obras comienzan este año”

En realidad, los vecinos de Salvador tienen cerca un centro de salud, el de Avenida de Aragón, pero ese espacio es pequeño, carece de luz natural, y está alquilado por más de 160.000 euros al año, según un documento oficial de 2018 visto por EL PAÍS.

El doctor Palancar no sabe responder si el ambulatorio prometido en Salvador es muy demandado. No existe una asociación de vecinos federada en la federación regional, la FRAVM. Esta zona relativamente acomodada no tiene un tejido asociativo potente. El pipicán, coinciden muchos, es uno de los pocos lugares donde “se hace barrio”.

Al lado, tienen otro espacio comunitario: un huerto urbano usado por una treintena de vecinos en un terreno de 2.000 m² cedido por el Ayuntamiento. Ellos también creen que algún día les tocará irse. Un grupito de seis integrantes respondía el martes que creen que el centro de salud no les afectará. Sin embargo, un portavoz de la consejera de Sanidad, Fátima Matute, le dice a este periódico que es posible que ese espacio también sea ocupado por el centro de salud.

“El huerto se cedió mientras no se construyese el centro de salud”, explica, “por tanto si con la construcción se tuviera que quitar lógicamente así sería. Una vez vayan a comenzar se verá, pero probablemente puedan convivir”.

Este portavoz asegura que “las obras comienzan este año” y que pronto subirán al portal de la contratación una licitación dividida en cinco lotes por valor de 113 millones de euros para construir 16 centros de salud, entre ellos Quinta de los Molinos. Agrega que se sumarán a otros siete donde ya han comenzado a edificar: Montecarmelo, Butarque (ambos en Madrid), Residencial Este (Parla) y Collado Villalba Pueblo, Móstoles (PAU-4), Villaviciosa de Odón y Guadarrama. Matute ha prometido levantar 34 ambulatorios durante la legislatura, que acaba en 2027.

¿Se acerca, 25 años después, la hora de que el centro de salud releve al pipicán? Para el barrio Salvador sería una buena noticia. Para estos dueños de perros, también. Pero vendrá unida de un problemón. La normativa municipal les prohíbe soltar sus perros en los parques de Madrid. Han explorado la zona en busca de otros descampados y ninguno es tan bueno. Conforme la ciudad ha ido creciendo, han desaparecido las parcelas rústicas como esta. Temen que les pasará como a los propietarios de mascotas del centro.

Margarita Reparaz es dueña de un Jack Russel Terrier, “como Pancho, el que se hizo rico en el anuncio de la Primitiva”. El pobre es sordo y no puede soltarlo en cualquier sitio. No se imagina perdiendo este lugar: “Para mí este sitio es el paraíso”.

¿Tiene más información? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com

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Sobre la firma

Fernando Peinado
Es reportero de la sección de Madrid desde 2018. Antes pasó ocho años en Estados Unidos donde trabajó para Univision, BBC, AP y The Miami Herald. Es autor de Trumpistas (Editorial Fuera de Ruta).
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