Los perros de Madrid, en datos: dime en qué barrio vives y te diré qué raza es más probable que encuentres
En la capital, los mestizos y cruces ganan por goleada. Pero las tres razas más comunes son canes de pequeño tamaño, los grandes viven alrededor de los parques y hay diferencia entre el sur y el norte
Gala vive a sus seis años un amor imposible. En su guardería canina del distrito de Retiro, nadie huele como Óliver, de tres años, cuando a las ocho de la mañana sus respectivos dueños los dejan para irse a trabajar. Tal vez sea ese perfume de boutique al que acostumbra, tal vez el pelo liso y perfecto que le apañan en la peluquería cada 15 días, o tal vez simplemente su actitud pasota en la esquina de la clase la que provoca en Gala un enamoramiento ciego que no puede parar de demostrarle. La perrita se tumba boca arriba delante de él. Pretende algún lametazo. La noticia es que hoy sí, ha logrado unos segundos de su preciada atención, bromea una de sus cuidadoras, Lucre, de 33 años. Óliver y Gala son dos de los ocho bichones malteses de los que se ocupan en el centro canino Wag Wag, situado en un distrito en el que esta raza manda sobre todas las demás. Sus compañeros son Zuri, Iglú, Bleuet, Petit, Zé y Bimba. Los bichones malteses no solo son la raza más común aquí, sino la segunda más habitual en todo Madrid capital.
Los perros también pueden servir para comprender a una ciudad y a los que viven en ella. En Madrid reinan los perros mestizos, son el 24% de los que hay registrados con chip en la capital. Además, hay otro 30% que no están clasificados en razas en los archivos oficiales o que son cruces de varias razas. Pero tras ellos las razas más comunes se caracterizan por ser muy pequeñas: yorkshire terrier, bichón maltés y chihuahua representan el 15% de los perros de Madrid. En el siguiente mapa se puede ver la raza más común en cada código postal y barrio de la capital, según los datos facilitados del Registro de Identificación de Animales de Compañía facilitados a EL PAÍS por la Comunidad de Madrid.
A solo unos metros de Óliver y Gala, otro bichón llamado Bubu se mantiene firme ante los tijeretazos de la peluquera en las partes traseras. Pasada la una de la tarde, entra su dueña, Ángela Mulas, de 75 años, con un abrigo con estampado de leopardo que la protege del frío de diciembre. “Este es de mi nieto. Yo tuve el primer bichón de la familia hace muchísimos años. Vi entrar a uno con una clienta en la tienda de ropa que tuvimos en el barrio y me dio el contacto para comprar uno. Lo trajimos desde Irlanda”, explica. Rubén Goñi gestiona el negocio Gentlecan, en el que han dejado reluciente a Bubu y donde se puede encontrar Canettone, la versión canina del dulce italiano. Él tiene claros los factores a favor de los bichones: “Son pequeños, son amigables y son hipoalergénicos”.
El bichón maltés y el también pequeño teckel son las razas más comunes en los alrededores de la zona del Retiro y de la calle Goya. Tarsis y Máximo, dos teckel de cinco años, husmean curiosos todos los rincones del parque del Retiro, donde pasean con su dueño, Manuel González, de 60. “Son de la camada del perro de mi suegro y conviven con un gato”, cuenta el hombre. A él esta raza le llegó por vía familiar, no la seleccionó específicamente, pero reconoce que son “muy cariñosos”. Son los reyes en Recoletos, Goya, Trafalgar y Almagro.
Pero si hay una raza que pueda presumir de ser la líder en preferencia en la ciudad, esa es la de los yorkshire terrier, los más comunes en 22 de los 56 códigos postales de Madrid. Uno de ellos es Pichi, que recibe a los clientes de la peluquería de su dueño, César Valderrama, de 47 años, moviendo la cola. Este es su espacio, por aquí se mueve y se deja acariciar por los clientes, sale y entra del local sin alejarse mucho y sabe que no puede subirse a las butacas. “Si tuviera que decir por qué elegimos esta raza te diría que porque es un gran compañero. Lo hemos llevado a todas partes, a él lo que le gusta es sentirse parte de la manada”, apunta Valderrama, cuya peluquería está en La Latina. La suya es una familia muy perruna. Pichi, cuyo dueño le ha hecho dos rastas verdes, vivía con dos perros más que fallecieron hace poco, uno de ellos un mestizo que también habían adquirido en un criadero.
Mestizos son también Roche y Roma, de ocho y dos años, que viven junto a sus dueños en un piso en el barrio de Palacio. Raúl Fernández, actor de 48 años, comenta que, para ellos, adoptar siempre ha sido la primera y única opción. “Serán chuchos, pero los que más estilo tienen de todo el barrio, incluso de todo Madrid”, bromea.
¿Cuántos (y cuáles) perros hay en Madrid?
Cuando un perro fallece hay que darlo de baja del Registro de Identificación de Animales de Compañía, que gestiona el Colegio de Veterinarios, al igual que es obligatorio registrar su microchip cuando empieza ser parte de la familia. Muchos dueños, sin embargo, olvidan el trámite, por lo que las cifras que publican la misma Comunidad o el Ayuntamiento están infladas al incluir muchos canes ya fallecidos.
Si se consultan las estadísticas oficiales o la hemeroteca es fácil toparse con la cifra de 280.000 perros en Madrid, pero el número, aseguran desde la Comunidad de Madrid, es incorrecto: la cifra real se acerca más a los 150.000 perros, según confirma a EL PAÍS el Colegio de Veterinarios y el área de Medio Ambiente del Gobierno regional para este reportaje (149.406 a cierre de 2022). Obtienen el número al excluir del registro los perros que, por la fecha en la que se incluyeron, es prácticamente imposible que sigan vivos.
Óscar Domínguez, enfermero de 50 años, sabía que quería un animal pequeño para hacer compañía a su madre y a su tía en pleno centro de Madrid. A través de algunas recomendaciones dio con Dama, una chihuahua que ahora tiene nueve años y que pasea con su dueño por una calle de Chueca, donde esta raza es la más común tras los mestizos y cruces. “Sabía que podían tener un carácter un poco nervioso, pero ha sido la mejor compañía para mi madre y mi tía hasta que murieron, incluso aprendió a hacer sus necesidades en un arenero cuando al final no podían sacarla con tanta regularidad”, rememora con cierta emoción. Óscar alza a su mascota para mostrar el gesto de cariño que le hace cada vez que llega a casa del trabajo. “Son apenas dos kilos de peso”, señala. Los dos kilos más importantes para su dueño, con el que la une casi una década.
Los chihuahuas son la raza más común en varios barrios del centro más centro de Madrid. En Sol, Justicia, Gaztambide, Cortes o Palacio, entre otros. Son zonas de alto poder adquisitivo y en las que hay casas de tamaño más pequeño y menos zonas verdes por las que dar largos paseos. En la ciudad de Madrid hay 1,5 millones de viviendas de las que más de 288.000 tienen menos de 45 metros cuadrados, según el Instituto Nacional de Estadística. Casi 50.000 no llegan ni a 30 metros cuadrados.
Galgos, pastores alemanes y Staffordshire: identificarse con una raza
Cae la noche cuando Helena Calero, de 36 años y profesional del sector farmacéutico, suelta a su galgo Jade, de un año y cinco meses. Es a partir de las siete de la tarde, cuando el Ayuntamiento permite liberar de la correa a los canes en los parques. Ella vigila de cerca a su mascota en Madrid Río, alerta ante algunas intoxicaciones de animales que se han registrado en los últimos meses. “Sabía que quería adoptar, pero no tenía predilección por los galgos. Lo vi en una foto y dije: ‘Es él’. Lo habían abandonado en una cuneta, con varias patas rotas y desnutrición”, relata. Casi todos los galgos se adoptan. Es una raza que en España se sigue usando en la caza y es muy común que en febrero, cuando se acaba la temporada, las protectoras de animales se llenan de galgos abandonados o cedidos por sus anteriores dueños al no ser ya útiles para correr tras la liebre.
En buena parte del distrito de Arganzuela es la raza más común, pero también en Orcasitas, Ciudad de los Ángeles.
En esta noche de jueves, se han juntado siete galgos que corren inquietos y despreocupados por el parque. Todos con sus abrigos para protegerlos de las bajas temperaturas y un collar luminoso para no perderlos de vista en la oscuridad. No hay que esforzarse mucho para encontrar otros ejemplares en los alrededores. En otro parque cercano, el de Tierno Galván, pasea Jorge Rioyo, empresario de 36 años, con su galgo Hucho. En su barrio, Delicias, también es la raza mayoritaria. “Lo tengo desde hace nueve años, lo adopté cuando me independicé, y ahora vivimos los dos juntos. Si alguien quiere adoptar, se lo recomiendo. En casa se porta genial”, puntualiza. También Hucho fue un perro abandonado rescatado por una protectora en la sierra de Madrid.
Si alguien en Madrid quiere encontrarse con un pastor alemán, hay dos zonas donde es difícil no hacerlo. Los códigos postales de El Pardo y de Casa de Campo. Son los dos puntos del mapa en los que se ubica el Servicio Cinológico de la Guardia Civil y las unidades de Guías Caninos de Policía Nacional y de la municipal de Madrid. La mayoría de los perros policía pertenecen a esta raza. Un lunes a mediodía algunos de los agentes caninos acaban de terminar sus ejercicios y entre ellos están Beckett, con Verónica Cardenal; Holy con Óscar Muñiz; Elek, con Israel Moreno y Silver, con Esther Expósito. Se dedican a rastrear drogas, explosivos y personas ocultas y todos obedecen con lealtad las indicaciones de los agentes. “La policía nacional tiene casi 500 perros y están todos inscritos aquí, en la sede central”, señala el inspector jefe Francisco Salvador como motivo de la preponderancia de los pastores alemanes. Él mismo tiene uno a su cargo, Venom, un ejemplar negro y aún joven que bebe agua con avidez y no le quita ojo a su compañero humano.
En el norte de la ciudad, sobre todo en barrios de rentas altas, es donde también se concentran la mayoría de golden retriever, perros muy preciados que se suelen comprar en criaderos. En la misma línea, los labradores son los perros más comunes en Aravaca o en El Viso, además de estar muy presentes en Las Tablas, la zona de Madrid donde hay más familias con niños menores de 10 años. Estos perros suelen considerarse una de las razas más adecuadas para convivir con los más pequeños por su poca territorialidad y su interés por el juego y el contacto físico (sin olvidar que son canes de unos 35-40 kilos).
Fuente: Colegio de Veterinarios de Madrid y elaboración propia. EL PAÍS
Al lado opuesto de la ciudad, Shosanna, una staffordshire terrier americana de 11 años, muerde con fruición un juguete de plástico negro tumbada en su cama, mientras escucha hablar a su dueño. Juan Francisco Pérez se enamoró de esta raza hace más de 30 años y lleva dos décadas dedicado a la venta de pienso específico para estos perros y a su cría profesional. “A finales de los ochenta, mi primo compró el primer american stafford que vino a Madrid y yo me pegué el verano con él. Pertenece a los recuerdos más bonitos y desde entonces me enamoré de estos perros”, explica.
Fuente: Colegio de Veterinarios de Madrid y elaboración propia. EL PAÍS
La mayoría de los ejemplares de esta raza viven en barrios como Entrevías —donde se encuentra la vivienda de Juan Francisco—, Casco Histórico de Vallecas y Puente de Vallecas: “Yo creo que es porque la gente de aquí nos identificamos con esta raza porque los vemos como perros luchadores y predispuestos a lo que les echen”.
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