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Así operaba una banda que se dedicaba a la estafa del crédito falso desde un piso en Leganés

Siete detenidos por comprar productos tecnológicos por valor de 100.000 euros con datos robados de 60 clientes de una entidad financiera

Uno de los detenidos por estafar a clientes de una entidad de crédito.
Uno de los detenidos por estafar a clientes de una entidad de crédito.policía nacional
Patricia Peiró

Un mensaje llega al teléfono móvil de un cliente de una entidad que concede créditos. Le avisan de que se está realizando una compra a plazos con sus datos. De manera casi simultánea, esa persona recibe una llamada de teléfono, supuestamente de la misma entidad, en la que le notifican que alguien está tratando de hacer una compra fraudulenta con su identidad y que necesitan saber el código que pone en el mensaje que acaban de recibir. La persona, en estado de nervios, confía en esa llamada, porque además el número coincide con el de atención al cliente de la entidad. Les facilita el código. La trampa está hecha. Detrás de esa llamada también están los estafadores. Esto es lo que vive la víctima. Con este entramado, rápido y efectivo, llegan a engañar hasta a 60 usuarios.

Una nueva unidad de ciberdelincuencia de la Jefatura Superior de Policía de Madrid compuesta por 28 agentes ha parado los pies a esta banda compuesta, al menos, por siete personas. Operaban desde una especie de call center (centro de llamadas) que habían montado en casa de uno de los implicados, en el municipio madrileño de Leganés. Desde allí seleccionaban a las víctimas, hacían las compras y llamaban a los desafortunados objetivos. La voz que oían los afectados era siempre la de una mujer.

El mecanismo era sencillo, compraban teléfonos móviles, ordenadores y televisiones en comercios on line, seleccionaban pagarlos a plazos e introducían los datos obtenidos de una base de clientes de una entidad de préstamos a la que habían accedido de forma ilegal.

Cómo lograron los datos de las víctimas

“Todavía estamos investigando cómo habían obtenido la información de las víctimas, puede ser que la empresa haya sufrido un hackeo, una fuga de información o que los criminales la hayan comprado a través de la dark web (internet oscura) a criminales que a su vez venden este tipo de bases”, explica el jefe de la operación, el inspector Fandiño. El grupo comenzó a investigar la existencia de una posible red de estafas cuando detectó varias denuncias similares en un periodo corto de tiempo.

El entramado hacía compras por valor de entre mil y 5.000 euros, una cantidad importante para cualquier ciudadano de a pie. Cuando recibían el producto adquirido, lo vendían a terceros. “Tenemos que determinar cómo colocaban los productos, una de las posibilidades es que actuaran por encargo, es decir, que fuera el comprador final el que les indicaba qué dispositivo quería”, señala el inspector. La policía calcula que la banda se hizo con 100.000 euros en cinco meses.

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Todos los detenidos son “nativos digitales”, es decir, hombres de no más de 30 años que han crecido entre redes sociales, videojuegos y tutoriales de internet. Así es como aprendieron las claves de esta estafa de la que no se obtienen cantidades inmensas de dinero, pero sí que representa un modo de pagarse la vida sin trabajar. El grupo había aprendido las nociones de esta ciberdelincuencia de forma autodidacta. Como vieron que al principio les funcionaba, siguieron adelante e incluso crecieron al captar nuevos miembros.

La organización contaba con un cabecilla que gestionaba los datos y los pedidos. También había las conocidas como mulas, que son diferentes a las del narcotráfico. En esta banda se denomina mula al integrante que cede sus datos para que le llegue el pedido a casa o proporciona un nombre con el que recoger el paquete. Es el último eslabón del entramado. También están los que llaman a las víctimas y los que ejecutan la compra.

Todos tenían su centro de operaciones en la vivienda de uno de los detenidos en Leganés, desde la que planeaban sus golpes. Para sofisticar la ejecución también empleaban programas informáticos que hacían que el número que apareciera en las pantallas de las víctimas se correspondiera con el número real de atención al cliente de la entidad financiera, por si los afectados lo buscaban en internet.

Este grupo criminal, además, estaba diversificando su negocio, porque en los registros practicados, la policía halló medio kilo de marihuana preparada para su venta, con signos de que había sido transportada de una plantación en otro lugar. Muchos de ellos tenían antecedentes por haber estafado previamente de forma on line.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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