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El crimen de Cercedilla: una puñalada a Marianín y un cuchillo doblado en una chimenea

El juicio por el homicidio de un vecino de la localidad madrileña encara su recta final y el único acusado asegura que la víctima y sus acompañantes intentaron robarle droga

Detención de Giovanni, presunto autor del crimen de Cercedilla, en noviembre de 2021.
Detención de Geovanni , presunto autor del Crimen de Cercedilla noviembre 2021Guardia civil
Patricia Peiró

Durante siete días, Giovanni V., de 25 años, ha revivido la noche en la que Mariano R. murió desangrado sobre el asfalto frente a un bar de Cercedilla (Madrid) hace tres años. La ha revivido desde el lugar en el que se sientan los acusados, en un extremo de una sala de la Audiencia Provincial de Madrid. Ha escuchado a los policías que atendieron a la víctima, a los que calmaron al padre que veía cómo su hijo se moría frente a sus ojos, a los que registraron su casa y encontraron un cuchillo ensangrentado en la chimenea, a los testigos del forcejeo que acabó de forma letal, a los forenses que estudiaron las dos heridas fatales y a los psiquiatras que evaluaron su capacidad mental. Y, por fin, el pasado martes, el último día, habló él. Y dijo que no tenía ni idea de quién empuñaba el arma que perforó el pecho de Marianín, como lo conocían todos sus amigos, entre la quinta y la sexta costilla.

Giovanni respondió a las preguntas de su abogado y de la juez, pero se negó a ser interrogado por la acusación particular y la fiscal. Cuando estaba a punto de finalizar su intervención, llegó a las manos de la jueza una última pregunta del jurado popular que deberá decidir sobre la culpabilidad o inocencia del acusado. “Ah, muy pertinente la pregunta”, comentó la magistrada antes de leérsela al hombre.

—Si usted no lo apuñaló, ¿quién fue?

—No lo sé.

Todo ocurrió muy rápido. No solo el ataque, también la detención de Giovanni. En apenas unas horas, el hombre salió esposado de su vivienda, en una urbanización cercana a la agresión, donde se ocultó justo después del homicidio. Sobre las siete y media de la tarde del 25 de noviembre de 2021, Mariano se encontraba junto a su padre, del mismo nombre, y a Alfredo, un amigo, tomando algo en el bar Moreno.

Mientras se hallaban en la puerta, una figura con un casco de moto blanco y negro se acercó, les gritó y Mariano, que tenía 30 años, acabó con dos heridas mortales en el costado y el pecho que le hicieron desangrarse en cuestión de minutos. Aunque los servicios de emergencias trataron de reanimarlo durante 40 minutos, fue imposible. La acusación y el ministerio público sostienen que esa figura del casco era Giovanni.

Él reconoce que acudió a ese lugar porque el padre de Mariano le pidió por teléfono dos gramos de cocaína. “Le pedí a Sergio —un conocido— que me acercara en moto hasta el bar al lado de la estación. Los esperé al lado de unos contenedores y entonces los tres me acorralaron. Yo oí ‘se escapa, cógelo’ y vi que el papá llevaba algo brillante. Pero no tengo ni idea de lo que sucedió, yo solo llevaba una porra extensible, la llevaba siempre para protegerme cuando iba a hacer entregas”, relató el acusado. Según su versión, la víctima, su padre y su amigo querían que les fiara la cocaína y, cuando él se negó, intentaron quitársela a la fuerza.

Tras el ataque, se vivieron unas horas de confusión y caos en Cercedilla. Los policías locales fueron los primeros en llegar y encontraron a Mariano padre tocando los pies de su hijo llorando y gritando: “Me lo han matado”. Rápidamente, el jefe del dispositivo de la Guardia Civil solicitó más efectivos para que se desplegaran por los accesos al pueblo para evitar que el autor escapara. Otro equipo se marchó a la casa que los testigos indicaban como el culpable. Varios testimonios recabados en el lugar habían hablado de la enemistad entre Mariano y Giovanni desde hacía mucho, que incluso había hecho que protagonizaran enfrentamientos públicos.

Los agentes se apostaron en la puerta del inmueble y también en el rellano del piso inferior al de la casa de Giovanni. Permanecieron unas horas, pacientemente, hasta que un ruido llamó su atención, la puerta de la casa del sospechoso se había abierto. “Intentó volver a meterse en la casa, pero le fue imposible. Su compañero de piso nos dijo: ‘Ha sido él”.

Las pruebas

Varias pruebas juegan en contra de la narración de Giovanni. Una de ellas es el registro de llamadas del teléfono del padre de la víctima, que no muestra ninguna realizada al acusado, según argumentó su abogada en el juicio. Otra, el reconocimiento por parte de los testigos, que casi desde el primer momento indicaron a los agentes hacia quién debían dirigirse sus pesquisas. Pero lo más contundente se halló en el registro de la vivienda en la que Giovanni vivía con Frank, otro vecino de Cercedilla.

Las imágenes de aquel registro se vieron en el segundo día de la vista oral. Una de ellas muestra un cuchillo bajo el colchón en el que dormía el acusado. “Lo usaba para cortar el hachís”, aseguró él. En un hueco en la repisa de una chimenea, los guardias civiles encontraron otro, con la punta doblada, restos de sangre y fibras textiles. Estos restos correspondían a Mariano, cuya muerte acababan de confirmar los servicios de emergencias a apenas un kilómetro del domicilio. Giovanni negó el martes saber de dónde salía ese cuchillo, aunque en la fase de la instrucción sí que lo reconoció como suyo.

La defensa del acusado sostiene que su representado tiene un retraso mental y en el momento de los hechos sufría una adicción a las drogas y al alcohol que le hacían inconsciente de sus actos. Las psiquiatras que declararon en el juicio, tanto del juzgado como de parte de la defensa, relataron que el acusado tiene un retraso mental leve que, sin embargo, no le impide llevar una vida normal y funcional. Las expertas de la defensa se diferencian en que califican su nivel de consumo de tóxicos como grave y afirman que esto puede afectar a su capacidad volitiva, que es la que hace que un ser humano sea capaz de controlar sus actos.

El lunes, las sesiones orales llegarán a su fin con las conclusiones de los abogados y la fiscal. Será entonces cuando la jueza entregue a los miembros del jurado, con una apabullante mayoría femenina, las preguntas que deberán responder para dictaminar si la muerte de Mariano fue fruto de una reyerta, si Giovanni acudió a ese lugar con la idea de matar y su víctima no pudo defenderse o si el acusado no es responsable de estos hechos.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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