Menor, vulnerable y atrapada en vídeos porno grabados por su novio
Dos hombres ingresan en prisión acusados de trata e inducción a la prostitución por engañar a chicas, cuyos vídeos subían a plataformas como Only Fans. El padre de una de ellas recibía el dinero
Chica conoce a chico a través de Tinder. Ella es menor, se llevan 10 años. Aparentemente, empiezan una relación de noviazgo. Poco después, R., el chico, la introduce en un mundo de dinero supuestamente fácil en el que solo tendría que grabar y publicar algunos vídeos subidos de tono. M., la chica, es venezolana, está en una situación económica vulnerable y solo lleva dos años viviendo en Madrid. Lo que le proponía no le sonó mal, así que empezó a generar contenido primero para Instagram y grupos de Telegram, ambos abiertos al público en general. Después, empezó a ver cosas y a recibir información que le hizo dudar. Llegó a confesarle a su padre: “Siento que R. quiere sacarme todo el jugo porque facturo bastante”. Su padre, por cierto, era el que recibía ese dinero en su cuenta, según una investigación policial.
En noviembre del año pasado, cuando la chica tenía 17 años, una profesora del centro escolar de Rivas Vaciamadrid en el que está matriculada la menor detectó los vídeos pornográficos de su alumna. Al parecer, no era un secreto en el centro que la muchacha se dedicaba a esto. No dudó en acudir a denunciar estos hechos. La Guardia Civil puso en marcha una investigación para saber qué había detrás de esas cuentas en redes sociales que la docente les enseñaba, en las que aparecían multitud de chicas muy jóvenes, muchas de ellas parecían menores, en poses sexuales. La cuenta de Instagram, todavía activa, se promociona como una agencia que gestiona y proporciona ayuda y servicios en redes sociales. “Mostrar la cara aumenta las ganancias, pero no es necesario”, “Desde el primer mes, empiezas a generar ingresos”, “Podrás seguir con tu vida normal, pero con un sobresueldo”, prometen en sus publicaciones.
Los agentes iniciaron una vigilancia sobre la menor y los supuestos gestores de esta agencia. En sus seguimientos, pudieron observar cómo la llevaban y traían a una casa en el paseo de la Dirección, en Madrid, y a hoteles en los que grababa los vídeos. Por ejemplo, a finales de octubre la llevan hasta un establecimiento hotelero de Barcelona. Los investigadores también accedieron a un chat de Telegram de la víctima en el que ella explicaba con naturalidad cómo había comenzado en esa actividad y aseguraba que su padre lo sabía todo. Desde su canal de Telegram ella misma informaba cuándo iba a subir un vídeo o hacer un directo. “Claramente, existe una organización que da soporte técnico, humano y económico para la creación y distribución de material pornográfico”, concluyen los investigadores.
Los agentes identifican a un hombre como el cabecilla, el que está al mando de la supuesta empresa de contenidos pornográficos. Es R., que ahora tiene 28 años. Los agentes saben que la menor lo considera su novio. Él la ve como un objeto, según las pesquisas: “Hay que tener cuidado con esta que está pillada”. “Céntrate en el curro y en hacer pasta con ella”, le responde E., su amigo y compañero en la creación de contenido sexual. La investigación identifica a R. como un Lover Boy, así es como se conoce en el delito de trata a los hombres que engatusan a las chicas y les hacen creer que tienen una relación, cuando en realidad las están explotando sexualmente.
Pero en sus conversaciones telefónicas se observa cómo la chica empieza a ser consciente de que algo no va bien. Aparece en escena una expareja de R. que trata de advertir a la menor. Le cuenta que ella también creía estar enamorada de él, pero que la llevó a Chipre donde la tuvo un año trabajando sin parar y que apenas la dejaba salir de casa. La menor le transmite todo esto a su madre y le cuenta además que tiene miedo de que su novio le “lave el cerebro”. Tienen previsto hacer un viaje a Portugal y la chica también verbaliza su temor a que le pase lo mismo que a la exnovia. En una conversación con su padre le expresa: “Siento que me quiere sacar todo el jugo porque estoy facturando bastante, hasta que crezcamos y cada uno haga su vida”. La investigación no ha cuantificado hasta el momento cuánto es ese “bastante”. Un día, la chica se muestra determinada a acabar con la relación sentimental y profesional con R., pero este la hace cambiar de idea y le compra un conejo esa tarde.
Pasado un tiempo, abren su cuenta de OnlyFans. Allí hay salas especiales donde los clientes se pueden relacionar con las que denominan “modelos”. Lo que factura por Bizum en esas interacciones va a parar a una cuenta a nombre de su padre, también investigado por su implicación en estos hechos. La chica sostiene que esa cuenta de OnlyFans solo está activa desde el mes de diciembre, cuando ella cumplió los 18 años.
Los agentes deciden detener a R. y a su compañero E., acusados de un posible delito de trata, corrupción de menores y de inducción a la prostitución. Ellos se defienden. E. asegura que ha mantenido relaciones con la chica, pero de forma consentida y que en ningún momento supo que se trataba de una menor. R. asegura que él representa y lleva las redes sociales de numerosas chicas que quieren generar contenido en las redes sociales. “Doy directrices y consejos y llevo cuentas de Only Fans”, asegura. Según la investigación policial, la empresa que lleva las cuentas de estas chicas está activa desde 2020 y en 2022 facturó un millón de euros.
R. también apunta que su ex, la que habló con la menor, está obsesionada con él. El detenido está representado por Beatriz Uriarte, de Ospina Abogados, quien sostiene que la chica siempre dio su consentimiento para dedicarse a este trabajo y que solo desea que todo acabe para poder seguir facturando. De hecho, actualmente ella vive con los padres de R. y va a declarar en su favor cuando tenga ocasión. El juez decidió el ingreso en prisión de ambos ante el riesgo de fuga, de reincidencia y de destrucción de pruebas. El padre de la muchacha ha quedado en libertad.
Lluís Ballester es doctor en Sociología, investigador social en la Universitat de les Illes Balears, especializado en los impactos de la pornografía en la infancia y adolescencia. Reflexiona así sobre este tipo de plataformas de porno en directo: “Es evidente que se ha montado un negocio millonario sobre la explotación de los atractivos sexuales de chicas jóvenes, para dar respuesta a la demanda de este sector de las imágenes pornográficas. Se quiere convencer a chicas jóvenes de que ese puede ser su proyecto de vida. Creen realizar prácticas transgresoras, pero están familiarizándose con la sumisión”, explica. El sitio en el que encuentran nuevos objetivos, casi siempre son las redes sociales. “La capacidad de captación, sobre todo en situaciones de vulnerabilidad, reducida capacidad crítica o dificultades para optar por otros proyectos de vida basados en lo que nos hace autónomos, es muy posible”, añade el experto.
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