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El PP acelera la posible sanción a Monasterio por su supuesto doble voto en la Asamblea de Madrid

El presidente del Parlamento decide que la Mesa de la Cámara asuma el caso, según documentación a la que accedió EL PAÍS, lo que acorta los tiempos

La portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, ofrece declaraciones durante un pleno en la Asamblea de Madrid, este jueves.
La portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, ofrece declaraciones durante un pleno en la Asamblea de Madrid, este jueves.Fernando Sánchez (Europa Press)
Juan José Mateo

El presidente de la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio, ha decidido que la Mesa del Parlamento es quien debe tomar la decisión final sobre si la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, votó desde dos escaños distintos en el pleno del 1 de febrero. Así lo indica documentación a la que accedió EL PAÍS en la que el antiguo vicepresidente regional analiza lo ocurrido, determina que el asunto no acabe en la comisión del estatuto de los diputados, y plantea que se elija para la instrucción del caso a un miembro de la Mesa o a un diputado que no sea integrante del órgano. Una vez tomada esa decisión, el elegido formulará un pliego de cargos; dará a Monasterio cinco días hábiles prorrogables en otros tantos para presentar alegaciones; y, tras un periodo de ocho días, entregará a la Mesa una propuesta de resolución. Si este órgano opta por la sanción, la afectada tendrá quince días para recurrir. De esta manera, Ossorio acelera hacia la previsible sanción de Monasterio, que se enfrenta a una suspensión de hasta 30 días como diputada, a lo que podría añadirse la pérdida del sueldo y la parte proporcional de la subvención del grupo parlamentario Vox.

“De las indagaciones realizadas, cabe exponer los siguientes hechos”, arranca el escrito de Ossorio sobre la sesión del 1 de febrero. “El que había sido escaño del señor Ruiz Bartolomé [dimitido días antes] estaba vacante. (...) El señor Henríquez de Luna [diputado de Vox] ocupó dicho escaño durante parte de la sesión, habiendo pulsado al comienzo de la misma el botón de presencia en el escaño que no le correspondía”, sigue. “(...) Antes de dar comienzo a las votaciones, informé al pleno”, recuerda. “Advertido por los servicios de la Cámara, al realizar el acta de la sesión plenaria, de que parecía haber un error en la primera votación, solicité que se aclararan los hechos”, prosigue. Y remata: “En las imágenes registradas por los servicios de la Cámara, parece apreciarse que la ilustrísima señora Monasterio San Martín pudiera haber realizado la votación no solo en su escaño, sino también en el vacante”.

El escrito del presidente de la Cámara termina dejando en manos de la Mesa “iniciar, tramitar y resolver el correspondiente procedimiento sancionador si lo estimare oportuno”. Sin embargo, se ha buscado una fórmula para preservar “el principio de separación entre instrucción y resolución del procedimiento”. Así, el diputado que se encargue de la instrucción deberá abstenerse cuando el órgano adopte la resolución final, en el caso de ser uno de sus integrantes; o directamente no ser miembro de la Mesa. En todo caso, el PP tiene mayoría absoluta en la Asamblea, y considera que el caso debe ser abierto y sancionado.

“Es un procedimiento abreviado”, describe una fuente parlamentaria conocedora de los debates internos del Parlamento, donde se considera que haber derivado el caso a la comisión del estatuto de los diputados solo habría enquistado el problema, pues la decisión habría alargado los tiempos de resolución con la convocatoria y reunión de ese órgano.

Todo ocurrió así. El 25 de enero, José Luis Ruiz Bartolomé, mano derecha de Monasterio en la cámara, dejó su escaño para volver a la actividad privada. El 31, 24 horas antes de la celebración del siguiente pleno, Pablo Gutiérrez de Cabiedes renunció a ocupar su escaño, que le correspondía por ser el siguiente en la lista electoral. De esta manera, Vox llegó al hemiciclo con menos diputados presentes que electos tiene.

Ese 1 de febrero, los vídeos de la sesión reflejan cómo Monasterio pulsó el botón de su escaño, y el del continuo, vacío tras la renuncia de Ruiz Bartolomé, supuestamente para votar al menos en una ocasión. Así, Vox sumó más votos que diputados presentes en el pleno. Una irregularidad que el Parlamento investiga desde entonces, con la intención nunca ocultada de castigarla.

“Son cosas de la tecnología”, justificó Monasterio, que aseguró que no intentó votar dos veces, sino apagar el escaño de Ruiz Bartolome; y que es víctima de una cacería política orquestada por la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. “Es imposible votar en nombre de un diputado que ya estaba dado de baja, no tenía ni el rótulo en el escaño, es todo absurdo”, ha llegado a argumentar la líder de Vox. Hay, al menos, un precedente de sanción por un caso similar, aunque no igual: el Tribunal Constitucional ya avaló el castigo del Parlamento Vasco a Carlos Iturgaiz (PP) por dar de alta a un diputado en una sesión en la que no estaba.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.
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