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La paliza que acabó con la vida de Edwin en una noche de verano

La policía detiene a dos hombres por golpear hasta la muerte a otro en Alcobendas tras discutir en casa de una mujer

La policía nacional, en el lugar del homicidio, en Alcobendas.
La policía nacional, en el lugar del homicidio, en Alcobendas.Emergencias 112
Patricia Peiró

Aunque durante dos días se mantuvo la esperanza ínfima de que sobreviviera, el 21 de julio Edwin falleció en el hospital como consecuencia de una paliza salvaje. Una paliza tremenda que le fracturó el cráneo y le provocó graves hemorragias internas. Era una noche de verano en la que se había juntado con otros dos hombres en casa de una amiga en la localidad madrileña de Alcobendas para beber y pasar el rato. Pero unas horas después de entrar en esa vivienda, la víctima salió corriendo, huyendo de sus agresores, que acabarían siendo sus asesinos.

Después de dejarle muy malherido tirado en la calle Real Vieja, los atacantes huyeron, pero en la escena quedaron varios testigos que habían contemplado con terror la escena. Los servicios de emergencias acudieron al lugar y lo encontraron inconsciente y en parada cardiorrespiratoria. Las heridas y las contusiones eran visibles en todo el cuerpo. Tras media hora de reanimación, consiguieron estabilizarlo para trasladarlo al hospital con un hilo de vida. Tenía un traumatismo craneoencefálico severo y llegó al centro en estado crítico, prácticamente en muerte cerebral.

Entonces era un paciente sin nombre. Lo había dejado abandonado sin cartera, sin móvil y también sin camiseta. No había nada en él que sirviera para atribuirle una identidad. Los policías ni siquiera sabían con certeza de dónde habían salido la víctima y sus atacantes. Pero esos ojos atemorizados que habían contemplado la brutalidad fueron claves para guiar los pasos de los investigadores del Grupo V. Mientras los agentes comenzaron a dar los primeros pasos para resolver el misterio de esa extraña agresión, los médicos luchaban por el milagro, pero apenas dos días más tarde del ataque se confirmaba la muerte de la víctima. Se convirtió, oficialmente, en un homicidio. Incluso cuando elcadáver llegó a la morgue, aún no era posible poner un nombre en su expediente.

Los investigadores lograron dar con el origen de la disputa. Era un domicilio de una mujer en el que esa noche se habían dado cita tres hombres, los dos homicidias y la víctima, en ese momento sin nombre. Poco después, apareció un familiar del fallecido que pudo reconocerlo y arrojar más luz sobre quién era la víctima de ese homicidio. Ya sabían que el hombre que había muerto a golpes en medio de la calle se llamaba Edwin y tenía 37 años. Los policías también tenían dos posibles sospechosos, había que dar con ellos.

La noche del asesinato, todo el grupo estaba en la casa de esa mujer y había mucho alcohol de por medio. En un momento dado, comenzó una discusión, que fue elevándose de nivel hasta un punto de no retorno. Pasadas las diez de la noche, comenzaron los golpes y Edwin, en inferioridad numérica, salió corriendo de la casa, en busca de un refugio que no encontró. Sus agresores le dieron caza y le sometieron a unos golpes de tal intensidad que su cuerpo no resistió. Edwin y sus asesinos apenas se conocían.

Horas de vigilancia y comprobaciones con varios testigos sirvieron para ubicar a los sospechosos. La fecha de la detención se fijó el ocho de octubre. Dos grupos de agentes pusieron las esposas a sendos acusados. Se trata de dos hombres de nacionalidad hondureña, con numerosos antecedentes, de 29 y 30 años. Uno de ellos ha ingresado en prisión y el otro ha quedado en libertad provisional a la espera de juicio.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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