La Comunidad de Madrid elimina el bachillerato nocturno presencial para adultos
Los alumnos que se matriculen el próximo curso solo podrán optar a la modalidad de clase semipresencial, con un número reducido de tutorías impartidas en los centros, o a distancia
El bachillerato nocturno presencial para personas adultas deja de existir en la Comunidad de Madrid, según la nueva orden que regula este tipo de enseñanza, publicada en el boletín oficial de la región (BOCM) el pasado lunes. Los alumnos que se matriculen el próximo curso solo podrán hacerlo en la modalidad semipresencial ―con un número reducido de tutorías impartidas en los centros― o a distancia. Hasta ahora, los mayores de 18 años que querían estudiar primero y segundo de bachillerato en horario nocturno ―por trabajo o por tener familiares a su cargo durante el día, por ejemplo ―podían hacerlo presencialmente en 28 institutos de la región y on line en 13. Este último formato se mantiene, pero las clases en persona, tal y como se venían impartiendo hasta ahora, desaparecen y serán sustituidas por clases semipresenciales.
“Se ha optado por sustituir el régimen nocturno, con una estructura rígida en la organización de las materias, por un formato más flexible [...] en la que el alumno podrá matricularse de las materias que desee [...], combinando las tutorías colectivas presenciales con un carácter práctico que oriente al alumno en su aprendizaje, con tutorías no presenciales, donde se desarrollan actividades a distancia”, recoge la orden. Esta es la nueva modalidad semipresencial: encuentros en grupo con el profesor, de asistencia obligatoria y de 17.00 a 22.00; y tutorías no presenciales combinadas con actividades colgadas en un aula virtual.
Para Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de CC OO de Madrid, eliminar las clases presenciales constituye una “vulneración grave” de los derechos de estudiantes y profesores. “Se les ve venir. Van a hacer con bachillerato lo mismo que han hecho con la Formación Profesional a distancia: engordar el negocio de la enseñanza privada”, critica. Y añade que en los últimos 12 años, la FP en línea en centros privados ha pasado de ser prácticamente inexistente a la opción mayoritaria. “El primer paso, que fue el de reducir el número de alumnos en los centros públicos tanto en el nocturno como a distancia, ya se dio. Ahora se regula el régimen semipresencial, de menor coste y de fácil tránsito hacia la modalidad a distancia”, augura.
El Gobierno regional señala en la orden que el objetivo de este cambio es “favorecer el aprendizaje a lo largo de la vida y facilitar a este colectivo una oferta flexible y adecuada a sus necesidades”. Diego Redondo, que lleva 16 años dando clase a personas adultas y dirige un centro dedicado a ello (los llamados CEPA) en la sierra, discrepa. “La capacidad de trabajo autónomo de cada estudiante es variada. En el modelo a distancia coges un tema al que en presencial dedicas 7 horas y los comprimes en una hora. Ni siquiera se llaman clases [en el modelo semipresencial], sino tutorías”, se queja el profesor, que es parte de la directiva de la asociación de directores de CEPA de Madrid. En estos centros no se imparten clases de bachillerato para adultos, aunque llevan años peleando para que eso cambie y la oferta se amplíe, especialmente en zonas rurales. Por ahora, los mayores de 18 años solo pueden cursar el bachiller nocturno en institutos que ofrezcan también el régimen ordinario.
Menos horas lectivas
Redondo explica que la modalidad en línea es necesaria y se creó para aquellos alumnos que no podían acudir a clases ni por la mañana ni por la tarde. Pero que la presencialidad también es esencial para un gran número de estudiantes ―unos 2.500 este último curso― que sí disponen de 20 horas semanales y han decidido dedicarlas ―“en la mayoría de ocasiones con mucho esfuerzo”― a sacarse el título de bachillerato acudiendo a un centro. “Con el modelo semi en realidad se recortan las horas lectivas. En educación secundaria para adultos fue un fracaso, se pasó de 17 horas lectivas a 8 horas. El resto no deja de ser aula virtual con contenidos, pero el profesor carece de horas extra para gestionar esos contenidos puramente digitales y hacer un seguimiento exhaustivo”, añade.
En el artículo 6.5 de la orden se indica que los profesores tienen tres días lectivos para resolver las dudas que los alumnos les planteen a través de la plataforma virtual. “Hay materias complejas, que no se entienden a la primera. En matemáticas [la asignatura que imparte para adultos] un PDF no sirve. Si el estudiante tiene una duda que necesita resolver para continuar y la manda por el aula virtual, el profesor puede tardar dos días en contestar. Eso presencialmente se soluciona al momento”, comenta Redondo.
Una de las palabras que se repite en varios apartados del texto publicado es “autoaprendizaje”, que los estudiantes asimilen los contenidos de forma autónoma y las tutorías presenciales o en línea sirvan para resolver dudas puntuales o ampliar lo estudiado por su cuenta. Muchos estudiantes, indica el Redondo, no pueden con todo y necesitan un tutor que les guíe en ese aprendizaje: “La presencia física no es solo explicar. Se crea un vínculo alumno-profesor-centro que favorece la asistencia, reduce el absentismo y mejora los resultados”. Galvín coincide: “No tiene en cuenta las particularidades del alumnado adulto en las clases nocturnas. Entre los estudiantes de estas enseñanzas, muchos han fracasado en la modalidad de diurno. El sistema presencial tiene más de 100 años de antigüedad y ha tenido éxito, como demuestra el hecho de que se titule prácticamente la totalidad del alumnado”.
Según CC OO, el número de alumnos en bachillerato nocturno se ha reducido “poco a poco” desde el curso 2009-2010, en plena crisis financiera, porque la Comunidad ha ido “suprimiendo modalidades” o “asignaturas y optativas”. Hace 13 años había 5.762 personas matriculadas y en el curso 2020-2021 fueron 3.148 alumnos, un 45,4% menos. Además, critica Galvín, la orden recién publicada no tiene en cuenta a las personas con dificultades de acceso a las plataformas virtuales. “Dentro de este colectivo existe un nivel alto de vulnerabilidad socioeconómica, por lo que este tipo de configuración iría en contra del propio articulado del proyecto, que proclama la igualdad como objetivo de esta oferta específica de bachillerato”, afea.
Otras de las cuestiones que el texto no recoge ―y que preocupa a los docentes― es qué va a pasar con el profesorado que impartía la docencia presencial. “¿Cuántos van a sobrar en los institutos cuando se instaure la semipresencialidad?”, se pregunta Redondo. “La supresión de la modalidad presencial conlleva una reducción de profesorado, especialmente de las plantillas de los centros públicos, y la consejería lo sabe”, señala Galvín.
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