Los mendigos con discapacidad que se rebelaron contra sus explotadores
Las víctimas de una red de trata que no hablaban español denunciaron en la policía que vivían esclavizados en Madrid obligados a pedir en la calle. Un matrimonio ha sido detenido como cabecilla
Un día, no hace mucho, un hombre rumano que lleva más de 20 años en España se acercó a una persona sinhogar que pedía en las calles de Madrid al que identificó como compatriota. Comenzaron a charlar, ese hombre le preguntó cómo estaba, de qué forma había llegado al país y dónde vivía. Su interlocutor le relató una realidad de esclavitud, en la que estaba obligado a pedir en la calle entre 12 horas diarias, sin poder quedarse nada de lo que recaudaba y controlado por un matrimonio que le amenazaba si hacía algo que ellos no consideraban correcto. El hombre le aconsejó que acudiera a una comisaría a poner una denuncia, pero él, al principio, dudó. Finalmente fueron juntos para que el sintecho relatara las amenazas y los golpes de sus explotadores. Meses después la policía ha acabado poniendo las esposas a un matrimonio en la cúspide de una organización que captaba a personas con discapacidad en Rumanía para obligarlas a pedir y vivir en la calle en España.
Ese primer denunciante, habló con otras víctimas a las que conocía después de dos años en Madrid y que habían sido reclutados por la misma pareja y sus matones. Todos ellos con algún grado de discapacidad física o psíquica. “Ellos consideran que son los que van a conseguir más dinero de los viandantes”, señala uno de los investigadores de la Policía Nacional que ha participado en la operación. Después de esa conversación, siete más acudieron a distintas comisarías para pedir ayuda. “Casi nunca sucede que las propias víctimas acudan a nosotros. Llegan aquí engañados, están fuera del sistema y ni siquiera hablan español”, recalca este agente. En este caso, ese ciudadano anónimo que se paró un día a hablar con uno de los sinhogar fue clave para que dieran ese paso. “Le acompañó, le ayudó a expresarse al principio hasta que llegó el intérprete. Nos dijo que le daba mucha rabia que se aprovecharan así de estas personas”, señala el investigador.
Los detenidos y sus secuaces, a los que usaban como recaudadores de dinero y para intimidar a las víctimas, eran los que decidían los puntos o las rutas en las que debían pedir limosna. El punto neurálgico se encontraba en los alrededores de la estación de Avenida de América, aunque durante las vigilancias los policías también detectaron que se colocaban en zonas como el Puente de los Franceses o en los vagones de metro, especialmente en la línea 7. “Se movían mucho, según identificaran los cabecillas que había más movimiento los iban moviendo”, detalla el policía de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras.
La captación se producía como en muchos otros casos de trata. Una persona en el país de origen identifica a los más vulnerables y les ofrece un futuro en España. Les cuenta que allí se gana mucho dinero con la mendicidad y les propone pagarles un billete de avión con el que adquieren una deuda que les aseguran que saldarán en poco tiempo pidiendo limosna. Tanto captados como delincuentes provienen de la misma región e incluso existen lazos familiares entre ellos. Al principio, las personas con discapacidad sí que reciben algo de dinero, pero con el paso del tiempo, el trato se va degradando y empiezan a sufrir amenazas y coacciones. “En las vigilancias, llegamos a ver cómo en una de las rondas de la mujer con el matón, este empujaba a uno contra una pared y le apretaba del cuello”, especifica el policía. Los detenidos no solo amenazaban a los mendigos a los que esclavizaban, sino que también les asustaban con hacer daño a sus familiares en Rumanía.
Tanto las víctimas como los miembros de la red vivían en condiciones isalubres en chabolas, o pisos o locales ocupados ilegalmente. La policía ha detectado que el matrimonio envió a su país de origen hasta 60.000 euros en dos años. Una suma que iban recaudando poco a poco, en cantidades de entre 20 y 60 euros diarios por cada persona sinhogar captada. Los soldados de la trama hacían rondas diarias para recoger el dinero que habían conseguido hasta ese momento y también establecían vigilancias para controlar que no hablaban con nadie más de la cuenta y que efectivamente estaban pidiendo limosna. En un descuido, uno de ellos logró hablar con un compatriota, algo que supuso su salvación y la de varios de sus compañeros. Ahora todos están atendidos por organizaciones especializadas.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.