Ingenieros a 300 euros y directivos a 500: el mercado negro de los títulos universitarios
La policía detiene a una veintena de trabajadores por ejercer profesiones cualificadas con diplomas comprados por internet con tal sofisticación que hasta tenían la firma de los rectores y sellos oficiales
“Hoy en día tener un título es muy importante y merece la pena el esfuerzo por conseguirlo, ya que le puede abrir muchas puertas que de otro modo encontraría siempre cerradas”. Este es el reclamo que todavía se puede leer en una web que promete títulos universitarios “a precios de crisis”. El esfuerzo, en este caso, no son cuatro años de estudio, clases, trabajos, tutorías y prácticas, sino un simple pago con el que en apenas unos días se recibe un diploma idéntico a uno original para presentarlo en un trabajo o para colgarlo en una consulta. Después de un año de investigación, la policía acaba de detener a una veintena de personas en España acusadas de usar estos documentos falsos para ejercer profesiones cualificadas, algunas dentro del sector sanitario. Los agentes requisaron titulaciones de una treintena de universidades españolas.
La investigación comenzó cuando uno de los centros universitarios advirtió a los investigadores de la policía de que había localizado un documento falso. Los agentes se sumergieron entonces en un mundo de páginas webs que prometen diplomas “que no se pueden distinguir de uno original” y “100% legales” hechos por profesionales que prometen “seriedad y confidencialidad”. Lo cierto es que la mayoría de estas páginas eran puras estafas, que cobran a los usuarios que nunca reciben ningún documento. “Pero sí que encontramos una a través de la que sí se emitían documentos que se podían enviar por correo electrónico o bien de forma física por servicio de mensajería”, explica uno de los inspectores que ha investigado el tema. Fue precisamente a través de una de las empresas de paquetería que usaban los falsificadores cómo los policías empezaron a acceder a la lista de clientes de la red. Los productores de documentos falsos se encuentran en República Dominicana y todavía no han podido ser detenidos. La policía sospecha que no solo tenían clientes españoles, sino también de otros países.
Los títulos se podrían comprar en packs más o menos caros según los requerimientos del cliente. “El más sencillo era 300 euros y el más completo alrededor de mil. Dependía de si querías solo el título en formato digital, si necesitabas boletín de notas, varios formatos de diploma...”, especifica el otro inspector de la Brigada Provincial de Información de Madrid que ha llevado la investigación. Los pagos se hacían mediante remesas en las que la organización dominicana les especificaba que escribieran que iban destinadas a medicamentos para familiares.
El diploma que más sorprendió a los agentes era un título que estaba compulsado. Tanto, que llegaron a sospechar que el cliente había “tenido el atrevimiento” de pedir en la universidad que lo sellaran. Pero lo cierto es que también lo había elaborado la red de falsificadores. Hasta ahí llegaba su perfeccionismo. “Era imposible detectar que eran copias”, sentencia un investigador. No solo había títulos universitarios, también se podían adquirir acreditaciones de idiomas, de máster o de Formación Profesional. La red había estudiado además quiénes eran los rectores en el momento en el que se expedía el título y disponía de sus firmas reales. “En las peticiones, los clientes debían especificar el año de expedición, la licenciatura y la universidad”, detallan los investigadores. La sofisticación que empleaban en los documentos brilla por su ausencia en las webs en las que promocionan sus servicios, con una estética más que cuestionable. La página contenía un apartado de satisfacción de los clientes, en los que se enseñaban los mensajes de WhatsApp de usuarios satisfechos, donde se podía leer: “Ya he recibido el título. Es perfecto”.
Poseer uno de estos títulos no es un delito por sí mismo, pero usarlo para conseguir un trabajo o lucirlo en la sala de una consulta, sí. Los agentes tuvieron que rastrear a todos los clientes de esta red y hacer seguimientos y entrevistas a su entorno para comprobar que habían usado estos diplomas para obtener su empleo. También acudieron al Ministerio de Universidades para corroborar si existían títulos que correspondieran a esos investigados. Los policías estudiaron a más de un centenar de supuestos compradores y finalmente pudieron acreditar el delito de usurpación en una veintena de ellos repartidos por toda España.
La lista de profesiones es extensa. Había profesores, terapeutas ocupacionales, ingenieros químicos, supuestos licenciados en derecho, economistas, psicólogos... “Muchos de ellos habían llegado a empezar la carrera en su día, pero nunca la acabaron. A otros les había entrado miedo porque sospechaban que en cualquier momento podían pedirle la documentación...”. El diploma más antiguo que detectaron era el de un detenido que lo adquirió en 2013 y llevaba ejerciendo desde entonces, aunque los investigadores prefieren no desvelar qué profesión. “Había también directivos”, recalca uno de los inspectores.
Esta es una de las primeras operaciones contra los clientes de una red de títulos falsos de este tipo desarrollada en España. Los colegios profesionales son los que normalmente llevan a los tribunales los casos de intrusismo, pero no tienen la capacidad de detectar todo un entramado como este. Ahora, en las paredes de algunos de estos detenidos, ha quedado un hueco en el que antes había un título falso.
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