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El hijo del barrendero fallecido en Madrid por un golpe de calor: “¿Y por qué la norma no se hizo antes?”

Miguel Ángel González, que perdió a su padre por un golpe de calor en julio de 2022, demanda más mejoras en la normativa

Manuel Viejo
Barrendero fallecido
Miguel, el hijo de José Antonio González, el barrendero fallecido el verano pasado en Madrid por un golpe de calor, este jueves en Leganés.DAVID EXPÓSITO

Un año después, Miguel Ángel González se pregunta: “¿Y por qué esta norma no se aprobó antes?”. La norma a la que se refiere es el decreto ley aprobado este jueves en un Consejo de Ministros extraordinario. A partir de ahora, en España no se trabajará en ciertos empleos si existe una ola de calor. Una medida sin precedentes. González, de 21 años, es el hijo de José Antonio González, el barrendero madrileño que murió de un golpe de calor el 14 de julio del pasado año mientras limpiaba una calle de Vallecas a las cinco de la tarde. El día más cálido en Madrid desde que hay datos (102 años). Aquella semana, otros 14 trabajadores de la limpieza sufrieron golpes de calor.

El barrendero González tenía un contrato de un mes. Aquel viernes de julio tenía turno de mañana, pero lo cambió a un compañero. A las dos de la tarde terminó de almorzar, se refrescó y salió por la puerta con su uniforme verde de poliéster de trabajador de la limpieza. Al salir, el asfalto de Madrid registraba cerca de 40 grados. Era peor que abrir la puerta del horno de casa. Tres horas más tarde, pese a llevarse de casa dos botellas de agua de dos litros y un pulverizador casero para rociarse la cara cada dos por tres, falleció. Los servicios de emergencias llegaron alertados por un vecino que lo vio desplomarse en la calle de Vallecas que barría día tras día. La temperatura de su cuerpo superaba los 41 grados. Un golpe de calor lo dejó inconsciente. Más tarde, murió en el hospital tras un infarto. Tenía 60 años.

Miguel y su padre, José Antonio González, durante una visita al estadio Santiago Bernabéu en 2017, en una foto cedida por la familia.
Miguel y su padre, José Antonio González, durante una visita al estadio Santiago Bernabéu en 2017, en una foto cedida por la familia.

Ahora, un año después, su hijo se ha enterado por la prensa de la decisión del Gobierno: los trabajadores de la limpieza, además de otros sectores, no saldrán a la calle si hay una ola de calor. “Es una muy buena noticia porque precisamente este verano también se prevén altas temperaturas en España”, cuenta. “Lo que pasó con mi padre pasó también con otras personas y esto es un avance. Pero, desde entonces, me pregunto: ‘¿Por qué no se hizo antes?’. Esta es una pregunta que me he hecho siempre. Todos sabemos el calor que hace en España. No se puede esperar a que haya una situación así para que cambien las cosas. Ojalá aprendamos de esto. A mi padre no me lo van a devolver, pero si ha servido para esto…”.

Su padre nació en Medina de las Torres, un pueblecito extremeño de poco más de 1.000 habitantes, a una hora en coche desde Badajoz. Con el tiempo y como muchos de sus paisanos, terminó en el círculo obrero de la capital. Primero en Móstoles, donde conoció a su mujer, Mari Ángeles, con la que tuvo dos hijos, Miguel, de 21, y Laura, de 19. Y más tarde, en el barrio madrileño de Orcasitas, donde se compró una vivienda. A la limpieza llegó por necesidad. Durante gran parte de su vida se dedicó a ofrecer las mejores manzanas, peras, sandías y lechugas en una frutería de Aluche. Le gustaba tanto despachar con sus clientes que le dijo a su jefe que se quedaba con el negocio. A la frutería, eso sí, le cambió el nombre: Miguel y Laura; por sus hijos. A la limpieza llegó por necesidad. No tenía trabajo. Encontró este, precario, de un mes.

Miguel, su hijo, contó hace un año a EL PAÍS que lo primero que hacía su padre nada más llegar a casa, mucho antes que beber, almorzar e incluso saludar, era darse un chapuzón en la piscina de la urbanización. “Llegaba destrozado. Sé que era consciente de que esto le podía pasar, pero lo hacía porque quería conseguir un contrato largo. Estoy convencido de que él no paró de limpiar esa calle hasta que se desmayó. Pensaría que no le iban a renovar y estaba dándolo todo con tal de demostrar que valía. Esto, para mí, es inhumano. Esto debe hacernos a todos reflexionar. No son condiciones. Y mi padre lo ha vivido”. Tanto es así, que su padre dejó una búsqueda reciente en el historial de Google horas antes de fallecer: “Qué hacer ante un golpe de calor”.

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Ahora, un año después, su hijo, que milita en Ciudadanos y que está estudiando unas oposiciones para la Policía Nacional, también pide que se regulen los uniformes, que se termine con el dichoso poliéster y que, sobre todo, los barrenderos en Madrid salgan en pareja a trabajar. “Mi padre iba solo y quizá habría sido otro final si hubiera estado acompañado. Al menos, la reacción habría sido más rápida”.

El protocolo del Ayuntamiento cambió

El Ayuntamiento de Madrid, los trabajadores y las empresas de limpieza cambiaron los protocolos tras el fallecimiento de su padre. Los días de altas temperaturas, como la medida que aprueba hoy el Consejo de Ministros, los empleados de la limpieza de la capital no salen a la calle. El acuerdo se dividió en cuatro niveles, en función de las alertas de Agencia Estatal de Meteorología: verde, amarillo, naranja y rojo. Según este acuerdo, el día que murió González no habría salido a la calle a limpiar por la tarde, ya que el aviso era naranja.

Los uniformes, que eran de 100% poliéster, un material muy caluroso, también cambiaron. Los 7.000 empleados de la limpieza madrileña recibirán en los próximos días el nuevo traje, según cuenta por teléfono Pedro Morán, responsable de saneamiento urbano de Comisiones Obreras en Madrid. “El principal problema eran los reflectantes, que venían cosidos y eso abrasaba la piel, te quemaba. Esto ya no es así, ahora vienen serigrafiados”.

El 21 de julio del pasado año, el Ayuntamiento de Madrid también aprobó en el pleno municipal, con los votos a favor de PP, PSOE, Ciudadanos, Más Madrid y Grupo Mixto, dedicar un parque en el distrito de Usera al barrendero José Antonio González. Vox se negó. Votó en contra. Un año después de esta decisión, pese a contar una amplísima mayoría, la medida está en un cajón, olvidada. “Todo se ha ido apagando”, cuenta ahora su hijo, “algo que yo también entiendo [...] Nosotros, su ausencia, la llevamos por dentro. Todo es nuevo. Hace poco fue el Día del Padre y no estaba. El Día de la Madre y no estaba. Yo participo en entrevistas porque estos debates son necesarios, aunque sé que esto me hace reabrir todo, de nuevo”.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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