La guerra por el parque de la Cornisa de Madrid se intensifica: “Evito ir a ver las obras, se me cae el alma a los pies”
Los vecinos denuncian que la Junta Municipal del distrito Centro no dialoga con ellos desde hace más de dos meses y este miércoles han llevado sus propuestas al pleno. Todas, salvo una, han salido adelante
Ramas por el suelo, vallas tiradas, maquinaria que va y viene, árboles talados o palets desperdigados. Matojos y barro. Mucho barro. Es la imagen con la que se encuentran quienes pasan a diario por al parque de la Cornisa, uno de los pocos pulmones verdes que quedaban en el distrito Centro de Madrid. Lleva así casi cinco meses, desde que comenzaron las obras de remodelación de la zona el 9 de septiembre. El sonido de las excavadoras pilló por sorpresa a los vecinos, que semana tras semana han denunciado que la reforma no era necesaria. Se sienten despreciados por la Junta Municipal, con la que no se han reunido desde octubre, a pesar de que el concejal, José Fernández Sánchez (PP), prometió conformar una mesa de trabajo común. La guerra por “salvar” la Cornisa se ha intensificado día a día y este miércoles varios colectivos del barrio presentaron sus reivindicaciones en el pleno. Todas las propuestas, salvo una, salieron adelante por unanimidad.
Fernández reconoce por teléfono que “igual ha faltado comunicación”, pero que una vez finalice la reforma, los vecinos podrán “ver una clara mejoría”: “Solo queremos que puedan disfrutar del entorno, porque en el centro existen pocas zonas verdes”. Estaba previsto que esta primera fase de las obras ―en total son tres―, en la que se han invertido 825.000 euros, terminara antes de 2023, pero debido a la falta de materiales se retrasará hasta marzo.
Mientras, unas veinte personas se concentraron en el número 72 de la calle Mayor a las cinco de la tarde. Algunas eran vecinas, como Carmela Gómez, que montó el grupo Vecinas Corniseras poco después del inicio de las obras para “salvar el parque”. “Evito ir a verlas porque se me cae el alma a los pies”, lamentaba. Otras se acercaron en señal de apoyo. “Salvemos la Cornisa, ni un árbol menos. No a la tala”, rezaba un cartel escrito en letras negras sobre una sábana. Irache Arellano, de 58 años y azafata de vuelo hasta hace dos, lo sujetaba por el lado izquierdo: “La primera vez que vine [hace 23 años] me impresionó. Todos esos árboles y lleno de vida. Pensé que era un vecindario con suerte”. Se enteró del inicio de las obras por la prensa, como muchos otros, y ahí empezó una sucesión de llamadas telefónicas y preguntas sin respuesta. “Están cortando, están cortando. ¿Qué pasa? ¿Qué hacemos?’, nos decíamos. Decidimos movilizarnos y avisar de lo que ocurría al resto”, recuerda.
Únete mañana #sabado5Noviembre a nuestro #GRANPICNIC para reivindicar el #parquedelacornisa del antes, el que siempre hemos querido. Difunde y sigamos juntandonos para conseguir un madrid verde y para las vecinas.#salvemoslacornisa#parquedelacornisa#vecinascorniseras pic.twitter.com/MVGQ3djSve
— Salvemos el Parque de la Cornisa (@VecinasCornisa) November 4, 2022
Las propuestas expuestas ―por mediación de PSOE, Vox y el Grupo Mixto a través de tres iniciativas― y votadas en el pleno son las que los colectivos vecinales llevan reivindicando desde septiembre: parar la tala de árboles y que los existentes se mantengan en su ubicación; reponer los ya talados; más superficie de pradera; no instalar un escenario, ni gradas de granito; sustituir las plantas tapizantes, una especie de alternativa al césped, por alguna variedad de grama, otro tipo de planta utilizada en parterres; mantener el parque en su entorno natural, así como sus instalaciones y equipamientos; y crear una mesa de diálogo permanente con las asociaciones vecinales. Todas salieron adelante por unanimidad en el pleno, a excepción de la última, contra la que votaron Vox, PP y Ciudadanos. El resultado no es vinculante, pero constituye una pequeña victoria para los vecinos, después de que la incertidumbre lleve meses copando sus conversaciones. “Se están valorando las peticiones con el equipo técnico, pero todo lo que se aprobó se va a llevar a cabo, porque consideramos que es posible hacerlo”, adelanta Fernández, y añade que no todos los ciudadanos están en contra del proyecto.
Algunos vecinos, como Gómez, han podido seguir los avances de la reforma por los medios de comunicación y llevan meses reivindicando que se les tenga en cuenta. El equipo técnico del proyecto se ha reunido dos veces con las asociaciones vecinales, una el día que comenzó la remodelación y otra el 26 de octubre. Desde ese día, Gómez denuncia el silencio administrativo de la Junta Municipal: “Nos dan diferentes excusas o directamente no nos responden. Estamos acostumbradas a este desprecio desde que nació el movimiento”. Por ejemplo, los vecinos se han enterado por una entrevista del concejal en la Cadena Ser de que planea convocar una reunión con ellos a finales de este mes.
“Llegados a este punto, no entendemos nada”, se lamentaba la mujer. Finalmente, unas cinco horas después de la intervención en la radio, recibió un correo electrónico: el equipo técnico se reuniría con los vecinos el 31 de enero. No saben si acudirá el equipo de gobierno.
Más árboles
Una de las principales críticas contra el proyecto es la pérdida de espacios verdes. Antes de que comenzaran las obras, en el parque de la Cornisa había 203 árboles y la mayoría de ellos en buenas condiciones. Ahora, son 28 menos. La Junta defiende que se retiraron porque estaban en mal estado por el temporal Filomena. “El proyecto de reforma de la plaza no incluye la tala de más árboles, salvo que en la ejecución de la misma se detecten ejemplares no sanos o que presentan peligrosidad para los transeúntes”, explica una portavoz del Ayuntamiento. En el expediente de la primera fase del proyecto se especifica que la reforma “únicamente contempla la plantación de 18 árboles”, sin mención a la tala llevada a cabo. También que el contratista debe “proteger los ejemplares arbóreos y arbustivos existentes”, además de reponerlos si sufren daños.
Hasta hace unos meses, el parque contaba con una modesta cancha de baloncesto, una zona infantil, unas cuantas mesas distribuidas detrás de la basílica, un pequeño huerto autogestionado y dos amplias zonas de hierba. Casi todo el suelo era arena. Según el proyecto, se prevé ampliar la zona deportiva, trasladar la infantil al centro del parque, construir un anfiteatro a modo de escenario junto a la zona de césped y un área para perros, colocar gradas de granito, y delimitar una plaza central, otra sombreada para actividades en grupo y otra con equipamiento para mayores y espacio de petanca. Es lo que el Ayuntamiento define como “zonificación de usos”.
“Es romper los ritmos de los ciudadanos. Esa zonificación te dirige y te dice dónde estar en función del uso. No hay esparcimiento, como antes”, critica Gómez. Para Arellano, “destruye la convivencia construida en torno al parque”. Por las tardes, a ella le gustaba charlar con las personas mayores del barrio. Los más pequeños invadían la zona infantil y los adolescentes se reunían en el merendero. Los fines de semana había grupos de zumba, patinaje o taichí.
A las seis y media de la tarde, donde antes se oían gritos de niños o el rebotar de las pelotas de baloncesto, este miércoles no había ni un alma. Tan solo un par de personas de paso, seis bancos de madera vacíos, una excavadora, un par de operarios y las vallas de metal que rodean el recinto. El grupo de taichí se ha trasladado a otra zona: “Cada uno va a donde puede, al poco verde que quede en el centro”.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.