No compensa
El último proyecto de presupuestos de Almeida para la ciudad certifica el fin de un mandato perdido. No hay nada, solo humo para cerrar cuatro años de frenazo a cualquier avance de nuestra ciudad
A Almeida no le compensa un presupuesto 2023 a la altura de las circunstancias. El último proyecto de presupuestos de Almeida para la ciudad certifica el fin de un mandato perdido. No hay nada, solo humo para cerrar cuatro años de frenazo a cualquier avance de nuestra ciudad. Nada para afrontar los retos de todas las capitales europeas, a pesar de haber contado con la mejor coyuntura económica municipal de los últimos veinte años.
El mandato pasado dejamos las arcas municipales con un superávit de más de 1.000 millones de euros. Y en el presupuesto de Almeida para 2023 esta cifra se queda en cinco millones. El colchón que toda administración debe tener para hacer frente a un posible escenario económico y social adverso, como fue la pandemia o ahora la situación de crisis económica, se ha esfumado con la gestión de Almeida.
El alcalde ha sumido en el más absoluto olvido cuestiones tan fundamentales para la vida de las personas como la contaminación, la movilidad, el colapso climático, la desigualdad, la limpieza, los servicios públicos de proximidad (culturales, vecinales, infantiles, educativos…), el comercio de barrio, la participación ciudadana o la vivienda, el funcionamiento de oficinas públicas, como el 010 o la Agencia Tributaria. Por no hablar de valores y derechos como la tolerancia, la convivencia, el feminismo y la memoria democrática. El descontrol y caos con el que ha gestionado Almeida nuestra ciudad han supuesto un retroceso en todos estos aspectos, tras el impulso modernizador con el que gobernamos en el mandato anterior.
Parafraseando al Gobierno de Almeida, “no compensa”. Lo decía su concejala de Obras sobre la eliminación del puente de Vallecas, una propuesta aprobada por unanimidad en el pleno del Ayuntamiento para resolver una brecha histórica, cultural, económica y social. El “no compensa” ha resultado ser una perfecta alegoría del mandato de Almeida.
Al alcalde no le compensa gobernar para atender las necesidades de la gente. En estos tres años y medio ha renunciado a más de 700 millones de euros de ingresos: el publicitado ahorro del IBI, que es de 35 euros al año en distritos como Usera, Villaverde o Puente de Vallecas, es de 180 en barrios pudientes como Almagro, Castellana, la Piovera o Recoletos. Y a cambio, prácticamente, de nada.
Claro, a Almeida no le compensa pensar en qué podría hacer con esos 700 millones: ¿qué tal, por ejemplo, actualizar a la inflación el resto de ayudas sociales (más allá de unas tarjetas familias que siguen sin llegar), hacer efectivo el acuerdo de pleno de gratuidad de los comedores de las escuelas infantiles o de las extraescolares, invertir en transformar las autopistas urbanas como la A-5, la A-42 o el paseo de Santa María de la Cabeza en paseos verdes; o en llevar la escuela infantil, el polideportivo o el centro de salud a los PAU, más allá de la M-30 o M-40.
Almeida tenía cuentas saneadas, una batería de proyectos en marcha y listos, que solo tenía que gestionar, pero ni siquiera ha sido capaz de hacerlo; fondos del Estado, fondos europeos y suspensión de las reglas fiscales para gastar sin límite. Todo esto para nada.
No solo no ha habido avances, sino que Almeida ha aprovechado estos años para dar pelotazos urbanísticos y uberizar nuestra ciudad. Proyectos como la privatización del espacio en Azca, instalaciones deportivas que compiten en modelo y oferta con los gimnasios privados, macroparkings innecesarios, solares ‘regalados’ a precio de saldo o gratis ―donde debería haber dotaciones municipales―, cocinas industriales haciendo la vida imposible a los vecinos, un sinfín de instalaciones públicas cerradas o abandonadas… Un alcalde tertuliano que se ha centrado en criticar al Gobierno de España en vez de gestionar la ciudad y defender a las vecinas y vecinos.
Tampoco le ha compensado estar a la altura, y en lo más terrible de la pandemia permitió varias estafas millonarias en la compra de material sanitario, que ha preferido no perseguir, porque claro, los comisionistas llegaron al Ayuntamiento a través de su primo, de uno de sus concejales… No compensa recuperar seis millones de euros, claro.
Desde luego, a Almeida no le compensa ser de fiar. Ha perdido totalmente el crédito político que le entregamos con los Pactos de la Villa, de los que se olvidó dos meses después. Traicionó también su propia palabra electoral de acabar con la Zona de Bajas Emisiones, rompiendo con su socio político Vox, y traicionó a su propia jefa de filas y a su amigo Pablo Casado con el escándalo del espionaje.
Y ante el último presupuesto de un alcalde amortizado y al que le ha faltado calle, Más Madrid solo tiene una opción, la enmienda a la totalidad. Este despropósito de cuentas cargado de contradicciones y falto de ideas y ambición ―a Almeida no le compensa hacer el esfuerzo― solo puede resolverse con un nuevo gobierno progresista que salga de las urnas en mayo de 2023, que trabaje y se deje la piel por Madrid porque, efectivamente, tener de alcalde a Almeida no compensa.
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