Roberto Sotomayor, retrato del candidato apasionado
“Soy un ciudadano que pisa los barrios, no solo un atleta. El deporte me da la voluntad contra la resignación”, se define el exatleta que encabezará la lista de Podemos a la alcaldía de Madrid
Se crece, así es la vida, enfrentándose a las contradicciones, superándolas, haciendo elecciones dolorosas, como Roberto Sotomayor, atleta apasionado luchador contra el dopaje que descubre que su mejor amigo en el atletismo, el campeón de Europa de 5.000m, Alberto García, metalúrgico vallecano que se entrena de madrugada, da positivo, se dopa, y duda, qué es antes, el amigo o el atleta. Y elige.
“Hace mucho que ni hablo con Alberto, desde que se fue a Bobadilla”, dice Sotomayor, que, pocos días después de ser nombrado por la dirección de Podemos candidato a la alcaldía de Madrid para las elecciones del próximo mayo, pasea por Vallecas como paseaba hace ya años, más de 15, con García, su amigo del alma y compañero del club de atletismo de Moratalaz. “Ser atleta de izquierdas es una rareza. Pocos lo dicen. Recibes muchos más palos. He recibido mucho en las redes por denunciar el dopaje o la discriminación de la mujer en el deporte. Es más fácil decir que eres de derechas”.
Habla Sotomayor, más de 60.000 seguidores en Twitter en sus tiempos de atleta, que en diciembre cumplirá 45 años, con la misma vehemencia o pasión o visceralidad con la que competía, un mediofondista peleón y luchador, sin gran clase, pero sí mucha determinación, disciplina, trabajo. “Decían que nunca correría los 1.500m en 3.45m”, dice el atleta, que cuando pasó de los 35 años logró tres campeonatos continentales de veteranos. “Pero lo conseguí. Y lo hice entrenando solo por las mañanas, sin doblar, porque de dos de la tarde a 10 de la noche tenía que trabajar, estar de pie ocho horas en El Corte Inglés. Así que no me asusta ningún desafío”.
“Rober es, sobre todo pasión”, dice Arturo Martín, que fue su entrenador desde que apareció por Moratalaz, y también el entrenador de Arturo Casado, campeón de Europa de 1.500m o de Fernando Carro, de 3.000m obstáculos, subcampeón europeo, o del finalista olímpico en 800m Adrián Ben, y también entrena a las mejores mediofondistas, a Águeda Muñoz y Lucía Pinacchio, y se preocupa tanto de formar al atleta como a la persona que le pone corazón y cabeza a la carrera. “Lo que emprende lo emprende a fondo, y lo lucha”.
“Yo le conocí con 15 años cuando empecé a entrenar con Arturo en la escuela de Moratalaz, y hasta hoy”, dice Elena García Grimau, atleta graduada en Bioquímica que se está doctorando en Ciencias del Deporte y colabora con las autoridades antidopaje. “Rober ha sido siempre un apasionado del atletismo y los días que no venía a entrenar se notaba su ausencia, porque siempre te motivaba, te recordaba tus objetivos, lo que eras capaz de hacer y también, claro, protestaba cuando sentía alguna injusticia. Ha sido siempre una persona muy comprometida por el bien común. Llevaba toda su vida compaginando el atletismo de alto nivel con el trabajo en unos grandes almacenes, que no es nada fácil, y eso le ha dado mucha resiliencia y capacidad de lucha, y el saber ganar y el saber perder, el mantener los pies en la tierra”.
Se puede hablar, y se habla, con quien sea, amigos, maestros, enemigos, que todos coinciden. Cuando hablan de Roberto Sotomayor hablan, más que nada, de pasión. A nadie deja indiferente. Cuentan en la Blume, la residencia de los deportistas de alto rendimiento españoles, y en la pista del INEF, que cuando competía Sotomayor despertaba más expectación que atletas más famosos. Y estaban los amigos, los que le llaman apasionado, y los no tan amigos, los que le dicen visceral o radical. Amigos como Arturo Casado, de Santa Eugenia, entre Vallecas y Moratalaz, que alerta a los posibles rivales en la política. “Rober era el mejor vendiendo trajes de Armani en la tienda y en la pista llegaba a donde no llegaban otros, no se rendía nunca, peleaba hasta el final y a todos nos lo ponía muy difícil”, dice el campeón europeo de 1.500m en 2010, que ya es doctor y entrenador, investigador de la ciencia del deporte. “Luchar contra él es luchar contra una roca”.
Y él se reconoce en ello. “Nunca me arrugo ante las adversidades. Eso lo he aprendido del atletismo. No tengo miedo a fracasar. La palabra fracaso tiene connotación positiva: para llegar al éxito hay que conocer el fracaso. Y eso se conoce mucho en el deporte, y yo el primero. Sacrificio. Tesón. Valentía. Ganas siempre de mejorar. No resignarse”, proclama y asiente, y cuenta su vida, recuerda su lucha contra la proliferación de locales de apuestas en los barrios donde se concentran los migrantes, contra la ausencia de lugares para practicar el deporte, una vía de integración, de generación de tejido social, y cuenta su vida.
“He sido siempre atleta y político. Dejé el atletismo en 2019, justo antes de la pandemia, después de haber pasado por tres operaciones de los tendones. Tuve que elegir entre la salud o seguir machacándome. Estaba ya cojo”, dice el candidato de Podemos. “Ahora solo corro tres o cuatro veces a la semana, por el Retiro o el Juan Carlos I, pero aún me hago un 10.000m a 3m 54s el kilómetro, ¿eh? Me gusta correr porque me siento yo y la política me gusta porque es una herramienta para cambiar la vida de la gente”.
Cuenta Sotomayor, chaval del barrio de Quintana, en Ciudad Lineal, y de cañas y bravas en el Docamar, que en su casa se respiraba política. Padre, empleado de banca, militante del Partido Comunista, y madre, trabajadora en residencias de ancianos, del Partido Socialista. Sobremesas de discusión política. Militancia cuando la universidad en las Juventudes Comunistas. Formación marxista. Materialismo dialéctico. Materialismo histórico. “Estudié Derecho, pero no terminé la carrera, y nunca es tarde para terminar, y algún día me pondré a ello, pero me habría gustado estudiar Historia. Soy un apasionado de la Historia, me encanta, y es deprimente ver lo poco que importa a la mayoría de los jóvenes… Hay gente en este país que no sabe quiénes eran Suárez o Carrillo”, dice Sotomayor, que después de las Juventudes Comunistas sufrió una metamorfosis política que le llevó a militar en el PSOE en la época de la primera legislatura de Zapatero. Su decepción con las políticas de Zapatero cuando la crisis de 2008 le sumieron en una oscuridad política, el triunfo del desengaño, de la que le liberó la luz del 15-M. La revolución en la Puerta del Sol. Pablo Iglesias. Algo por lo que luchar. Boom. Nació Podemos y Roberto Sotomayor allí se movió. Pleno. Siempre.
“Soy un ciudadano que pisa los barrios. No solo un atleta. Conozco la realidad. El deporte me da la voluntad contra la resignación”, se define. “Con 44 años llevo casi 30 viendo la política que se olvida de la gente. Tengo un discurso muy diferente al resto. Vengo de la calle. Hay políticos que llevan años sin pisar los barrios…”
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