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La noche en la que murió Kebyn: una llamada de auxilio y tres policías imputados

Un juez de Madrid investiga una intervención en la que falleció un joven en noviembre por los tiros de los agentes que acudieron alertados por la familia

Kebyn Peralta, joven que falleció por los tiros de los agentes que acudieron alertados por la familia, en una imagen facilitada por sus allegados.
Kebyn Peralta, joven que falleció por los tiros de los agentes que acudieron alertados por la familia, en una imagen facilitada por sus allegados.
Patricia Peiró

La noche en la que murió Kebyn Peralta, el árbol de navidad quedó a medio decorar. El chico de 21 años falleció el 27 de noviembre de 2021 por los tiros de tres policías que acudieron a la llamada de auxilio de su madre y su hermano. Ese día, los familiares de Kebyn contactaron desesperados con el 091 porque el joven les estaba amenazando con un cuchillo de la cocina. Cuatro agentes se presentaron en la casa del distrito madrileño de Puente de Vallecas para tratar de reducirlo, mientras la madre, los hermanos y la hija de Kebyn esperaban en la calle. Alrededor de una hora después de la llegada de los agentes, el chico estaba muerto. Un juez mantiene como investigados a los policías que dispararon para tratar de dilucidar si existió proporcionalidad en la intervención, según adelantó la semana pasada el diario.es.

Estos son los hechos, y ahora la investigación se centra en qué sucedió en ese rellano del noveno piso de la calle San Claudio desde que los agentes salieron del ascensor y abrieron la puerta con la llave que les había dado la madre, hasta que el Samur declaró la muerte del joven. Los policías sostienen que el uso del arma fue el “último recurso”, mientras que Esther Asencio, la madre, asegura que podrían haberle reducido de otro modo. Las declaraciones de los implicados y los informes forenses y de criminalística servirán para reconstruir esa noche fatal.

En los días previos a su muerte, Kebyn había estado bastante “nervioso”, según explicó la familia en su primera declaración recogida en la documentación de la causa a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Por eso, Esther había llamado a un amigo de su hijo para pedirle consejo sobre cómo tratarle. Este chico le contestó que le hablara con tranquilidad y procuraran hacer “cosas juntos”. A la madre le pareció buena idea montar el árbol de navidad con él. Parecía que el plan funcionaba y todo estaba tranquilo, hasta que el hermano mayor volvió de trabajar y Kebyn empezó a increparle porque dijo le tenía “muchas ganas”, siempre según el testimonio que prestó la mujer a los investigadores de Homicidios unos días después de lo sucedido. La discusión subió de tono, hasta tal punto que el chico cogió un cuchillo de la cocina. Sobre las nueve de la noche, la familia dejó al joven en la casa, bajó a la calle y realizó una primera llamada a la Policía. Mientras esperaban, volvieron al piso, pero al comprobar que Kebyn seguía agresivo, se quedaron en el portal y no volvió a subir hasta que fue abatido.

En la casa estaban ese día la madre, el hermano mayor, otro menor de ocho años y la hija del fallecido, a la que tenía ese fin de semana, de cuatro años. Una semana después, en su declaración ante los investigadores, el hermano detalló que Kebyn había sido violento verbalmente antes con ellos, pero que era la primera vez que cogía un cuchillo para agredirlos. La madre les contó que llevaba tres días sin dormir porque el chico “hablaba de forma rabiosa” y tenía problemas con su hermano porque la “emprendían a trompadas”. En una conversación telefónica con este diario, la progenitora explica que justo ese día había pedido a su hijo que acudiera al médico de cabecera para que le examinara y ver si se encontraba bien. “Yo estaba con dos niños en la casa y los mayores empezaron a discutir (Kebyn y su hermano), no sabía qué hacer, claro que me puse nerviosa”, recuerda la mujer.

Según el relato de los policías, cuando abrieron la puerta el chico se les abalanzó con el cuchillo. Tres de ellos se colocaron tras el escudo protector, que Kebyn apuñaló varias veces, hasta que “salió volando”, recoge el sumario. Fue en ese momento cuando, siempre según la declaración de los agentes en sede policial y después judicial, el joven acorraló a uno de ellos y “apovechando que estaba a cuatro patas y sin poder incorporarse”, trató de acuchillarle. Entonces el agente comenzó a disparar y le siguieron otros dos compañeros. El cuarto policía llegó más tarde porque hizo parte del recorrido por las escaleras y es el que no está imputado.

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Algunos interrogantes

El análisis de criminalística revela que entre los tres agentes dispararon 18 tiros, de los que le alcanzaron seis, todos en la parte abdominal inferior y en los dos brazos. El forense dictaminó que los agentes no habían disparado “con intención de matar” al no registrarse balazos ni en el tórax ni en la cabeza. “Nadie quería este resultado, pero está acreditado que ellos trataban de repeler un riesgo extremo”, sostiene el letrado de los agentes, Marco Antonio Navarro, que representa al sindicato Jupol. Uno de los principales interrogantes es por qué el cuchillo con el que les amenazó apareció con la hoja separada del mango, y por qué la Policía Científica no pudo encontrar huellas en ninguna de las partes, algo para lo que la defensa no tiene una explicación concreta.

El análisis de sangre del chico mostró que había consumido cannabis, MDMA y sildenafilo (fármaco para la disfunción eréctil). En su declaración ante la jueza, el sanitario del Samur que le atendió en primer lugar explicó que el chico estaba “bastante alterado y poco colaborador” pero que no trató de agredirles. “Estoy aquí para ayudarte”, le repitió en varias ocasiones. A pesar de la atención de los médicos, el joven fue perdiendo la consciencia poco a poco y una hora después los facultativos solo pudieron certificar su muerte por shock hipovolémico (el corazón deja de bombear por una pérdida excesiva de sangre). Eran las once menos veinte de la noche.

La causa continúa abierta y los policías siguen en calidad de investigados porque el juez ha pedido nuevas pruebas para tratar de dilucidar qué circunstancias rodearon a la noche en la que murió Kebyn. El instructor ha solicitado análisis toxicológicos más detallados para tratar de determinar en qué momento había consumido el joven las drogas que se detectaron en su sangre. El abogado de la defensa ha pedido el sobreseímiento de la causa y que se tengan en cuenta los antecedentes por robo con violencia que tenía el joven. La madre repite una y otra vez que no entiende qué paso y se aferra a su “fe en dios para seguir adelante”.

En el rellano quedó el escudo protector de los policías “con una sustancia parduzca, al parecer, sangre”, recoge el análisis fotográfico de la escena. También permanecen todavía hoy varios agujeros de bala en las paredes. Dentro de la casa, las luces del árbol de Navidad seguían encendidas cuando llegaron los investigadores de Homicidios y se procedió al levantamiento del cadáver. La justicia tendrá que determinar ahora si lo que sucedió en el descansillo del noveno piso estuvo justificado.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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