El silencio de Carromero compromete a Almeida
El ex coordinador de la Alcaldía no acudirá este lunes a la comisión del espionaje a Ayuso, pese a que el alcalde aseguraba que no tiene nada que ver
No. No era solo el director general de Coordinación de Alcaldía del Ayuntamiento de Madrid. Ángel Carromero era una de las personas más leales a José Luis Martínez-Almeida. El alcalde de la capital y uno de sus principales asesores desarrollaban un tándem perfecto en el palacio de Cibeles. Carromero era la sombra del regidor en los actos del partido, a los que Almeida rehusaba acudir. “Almeida nunca ha sido un hombre de reuniones en Génova. Apenas iba, pese a ser el portavoz nacional”, cuenta un alto cargo del Ayuntamiento.
Carromero estaba citado este lunes por la mañana en la comisión que investiga el intento de espionaje a la presidenta Isabel Díaz Ayuso desde dos empresas públicas del Ayuntamiento. Ninguno de los citados tienen la obligación de ir, ni siquiera los cargos del Consistorio. Almeida siempre ha dicho ante la prensa que él recomendaba a Carromero que fuera, sí o sí. Sin embargo, la agencia Europa Press adelantaba el pasado viernes que, según Ciudadanos ―el socio de Gobierno de Almeida y quien preside la comisión―, Carromero había dicho que no podía asistir este lunes, cuando estaba citado, sin más detalles. Desde que estalló el escándalo, cuentan en su entorno, no ha salido ni una prueba contra él. ¿Acudirá más adelante? De momento, se lo está pensando. ¿Qué hará Almeida con Carromero si, finalmente, no se demuestra que estaba detrás del intento de espionaje?, ¿y si se demuestra lo contrario? Haga lo que haga el ex director general de Coordinación de la Alcaldía, será polémico.
El PP madrileño es una madeja infinita de amistades políticas. Carromero es también íntimo amigo de Pablo Casado. Conocía al dedillo las tripas del partido en Madrid. Ambos formaron parte del núcleo duro de las Nuevas Generaciones del PP. Los cimientos de un castillo de naipes que acaba de ser derrocado en Sevilla. El peso institucional de Carromero en el Ayuntamiento ―hasta su dimisión el pasado 17 de febrero por el escándalo del intento de espionaje a la presidenta Ayuso― era imponente. Incluía y sugería nombres en las listas electorales. Era el enlace entre Génova, la sede nacional, y el Ayuntamiento madrileño, uno de los grandes bastiones del PP.
Esta amistad política y personal era un engranaje perfecto para Almeida, más partidario de la gestión política que de las labores internas del partido. Tanto es así, que el pasado septiembre, algunos medios conservadores alertaban de que Carromero estaba en horas bajas en el Ayuntamiento, que apenas contaba ya con el respaldo de Almeida. El fin del verano comenzó con un cambio fulgurante en el círculo más íntimo del regidor. El entonces jefe de prensa de Almeida, Joaquín Vidal, fue relevado del cargo por mutuo acuerdo entre ambos. Otras voces apuntaron a que en el núcleo duro del alcalde existía una lucha fratricida entre los nuevos y viejos asesores, que acabó con Vidal desplazado un lado.
La misma mañana en la que se publicó aquella noticia sobre Carromero, Almeida apareció caminando con él. Una manera de enmendar la noticia: no solo no está en horas bajas, sino que está a mi lado. Una imagen vale más que cualquier desmentido. Así, silenció el ruido mediático sobre su figura con una simple caminata matutina. El acto al que acudían juntos no era cualquier cita. Era un desayuno informativo con el entonces presidente del partido, Pablo Casado.
Quienes conocen a Carromero detallan la amistad que le unía con Almeida. Por eso, el día en que estalló el escándalo del intento de espionaje a la presidenta madrileña, Almeida aseguro en su comparecencia ante los medios que su amigo no tenía nada que ver con este asunto. Horas más tarde, sin embargo, entregó su cabeza tras mantener una conversación con él.
Almeida aseguró ante los medios que esa misma tarde le había vuelto a pedir explicaciones tras las nuevas informaciones publicadas y que él, de nuevo, lo negó todo. El alcalde le dijo entonces que el prestigio de la institución de todo un Ayuntamiento estaba en juego. Carromero, siempre según la versión del alcalde, le dio la razón. Y dimitió para defenderse de estas acusaciones. “No hay nada que ocultar con esa dimisión”, dijo Almeida en un pleno extraordinario días más tarde.
Esa misma tarde, en una conversación con este periódico, Carromero respondía así:
―¿Por qué entrega su cabeza al alcalde entonces?
―Me voy para no poner en riesgo el Ayuntamiento, sabiendo que ninguna de las acciones que dicen que he hecho lo he hecho.
― Con esto queda en evidencia que ha podido estar detrás...
—Yo no tengo que demostrar qué he hecho. Que lo muestren.
Por lo pronto, a las nueve de la mañana de este lunes, sí comparecerán la jefa del Departamento de Contratación de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo, María Teresa Peral García, y el gerente, José Antonio Acosta Morales. Será segunda sesión de la comisión que prevé concluir a finales de mayo.
Una hora más tarde, otra empresa pública del Ayuntamiento, la funeraria municipal, también ha convocado un consejo extraordinario tras las informaciones publicadas el pasado viernes. La Fiscalía Anticorrupción investiga los dos contratos más caros de la pandemia. El ministerio público sospecha de unas presuntas comisiones millonarias obtenidas por dos empresarios, uno de ellos Luis Medina, hijo del duque de Feria y de Naty Abascal, que contactó con un cargo del Consistorio para firmar un contrato de 11 millones de euros con una empresa asiática.
Almeida, que este fin de semana ha vivido todas estas noticias en el congreso nacional del PP en Sevilla, regresa a la capital en una semana horribilis para el Ayuntamiento.
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