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Peluquerías sin laca, ni amoníaco

Los salones ecológicos buscan al cliente más concienciado en materia de medio ambiente, pero también ofrecen tratamientos alternativos a los pacientes oncológicos

Una mujer se corta el pelo en la peluquería orgánica Zhervo de Lavapiés.
Una mujer se corta el pelo en la peluquería orgánica Zhervo de Lavapiés.DAVID EXPÓSITO
Clara Angela Brascia

Hay peluquerías que no huelen a laca, ni a amoníaco. Ninguna clienta saldrá de ellas con la melena teñida de rosa, pero tampoco con una reacción alérgica a los productos químicos que durante años han monopolizado la industria capilar. La moda de lo verde ha llegado para quedarse en los barrios de Madrid y ha colonizado los templos del cuidado del cabello. En los últimos cinco años han abierto al menos 40 peluquerías ecológicas en la capital, según un cálculo propio a partir de los establecimientos que se identifican como peluquerías ecológicas en Google Maps. Una respuesta a la creciente concienciación de los clientes, que buscan tratamientos capaces de respetar al mismo tiempo su salud y el medio ambiente. Pero también una decisión de los peluqueros, hartos de tener las manos irritadas por las horas interminables de champú y tintes.

Vanessa Rupérez pasó por todo tipo de alergias y sufrimientos antes de introducirse en el mundo de la peluquería ecológica. “Siempre nos han dicho que para estar guapa es necesario sufrir. Pero es la más grande de las mentiras”, recuerda. Descubrir que existían champús y tintes para el cabello que no provocan picores ni despellejan las manos cambió el rumbo de su oficio. Tras haber trabajado durante años en peluquerías tradicionales, decidió abrir con su socia Patricia Municio Urban Studio, un salón a poco metros del metro de Diego de León donde utilizan solo jabones saludables. Antes de introducirlos en su peluquería los prueba en casa. “Hago de conejillo de indias. Si no me van bien a mí, ¿por qué debería ponerlos en las cabezas de mis clientes?”, explica Rupérez.

La fascinación hacia lo ecológico es una de las grandes revoluciones del milenio. La lucha contra el plástico, uno los mayores contaminantes de los ecosistemas acuáticos, y la atención hacia una alimentación saludable se han convertido en un debate a la orden del día, sobre todo entre los jóvenes. A pesar de tener precios más altos con respeto a los salones tradicionales, la población de entre 30 y 40 años representa la clientela habitual de las peluquerías saludables que han conquistado la ciudad.

Una mujer espera a que se seque el barro con el que le han tratado el cabello en una peluquería en Valdebebas.
Una mujer espera a que se seque el barro con el que le han tratado el cabello en una peluquería en Valdebebas.DAVID EXPOSITO

Los salones que se etiquetan como orgánicos siguen ciertas premisas, como la de respetar el medio ambiente y evitar ingredientes tóxicos para el cabello. En las etiquetas de los envases que se emplean en estas peluquerías se pueden encontrar solo aceites y extractos vegetales procedentes de la agricultura biológica o la recolección silvestre, que no llevan colorantes, conservantes, parabenos, siliconas o aromas sintéticos. Además de respetar el medio ambiente, la química no invasiva de estos productos permite no solamente que los puedan usar las personas con alergias, sino también los pacientes oncológicos. “Desde que abrimos el salón, la lista de clientes no hace más que aumentar. Viene gente de todo Madrid, pero también de Italia y Francia para probar nuestros tratamientos”, explica Patricia Municio.

El negocio de las peluquerías orgánicas está tan en auge que incluso hay quien ha decidido apostarlo todo a ello. Así nació Musa Elite, una cadena de salones saludables. María García, que tiene 40 años de experiencia en el mundo de la estética a sus espaldas, se dio cuenta hace ya una década de que “el natural tiraba mucho”, y que había llegado el momento de reinventarse. “Tuvimos que resurgir antes de que la peluquería desapareciera”, afirma. Con sus hijos, David y Manuel, regenta ocho centros en el norte de la capital. El cambio hacia lo orgánico fue complicado, tanto que al principio perdieron muchos clientes. “Es difícil convencer a alguien que está acostumbrado a tener una melena sin una sola cana a pasarse a una tonalidad natural”, explica García.

Apto para los pacientes oncológicos

La coloración con barro ―una mezcla de plantas y arcillas que aportan al cabello los pigmentos perdidos― es el tratamiento que más diferencia una peluquería tradicional de una ecológica. “Es verdad que al principio cuesta acostumbrarse, porque el resultado nunca es tan vistoso como con los tintes químicos. Pero una vez empieza a crecer el pelo, la raíz se ve mucho más difuminada”, comenta Pilar Sánchez, clienta habitual de una peluquería orgánica en el barrio del Pilar. Además de teñir, la arcilla purifica la fibra capilar y desintoxica el cuero cabelludo. “Y sobre todo, no apesta como los tintes químicos”, subraya García.

Una clienta se seca el pelo después de aplicarse un tratamiento "babylight", en la peluquería Mariola Sánchez, ubicada en el centro de Madrid.
Una clienta se seca el pelo después de aplicarse un tratamiento "babylight", en la peluquería Mariola Sánchez, ubicada en el centro de Madrid.DAVID EXPOSITO

“Las mamás vienen al salón con sus bebés. Es una de las ventajas de utilizar productos 100% naturales”, argumenta Mariola Sánchez, dueña de una peluquería que lleva su nombre en Diego de León. La salud es todo para ella. Mariola empezó a documentarse sobre tratamientos estéticos alternativos cuando a su madre le diagnosticaron un cáncer y los doctores le aconsejaron no teñirse el pelo. “No se trata solo de encontrar una solución al problema, sino de prevenirlo. Las mujeres que usan habitualmente tintes permanentes y los peluqueros que trabajan con estos químicos tienen un riesgo mayor de padecer cáncer de vejiga”, añade.

“Los clientes quieren cuidar la salud de su cabello, al igual que prestan atención a su salud alimentaria”, afirma Jaime Fernández, propietario de una de estas peluquerías en el barrio de Lavapiés. Cuando empezó su actividad hace cinco años, tuvo claro el tipo de ambiente en el que quería trabajar. Su salón es una jungla de plantas y madera natural, el reciclaje es una obligación y todos los productos que usa ―desde los champús hasta los detergentes de limpieza― son ecológicos. “Puede ser que el rollo de la peluquería orgánica empezara como una moda. Pero eso no quiere decir que se vaya a acabar”, asegura.

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Sobre la firma

Clara Angela Brascia
Reportera italiana asentada en Madrid desde 2019. Después de pasar por las secciones de Local y Sociedad, ahora escribe reportajes de Tecnología y Salud. En eldiario.es ha escrito sobre temas sociales y económicos. Graduada en Literaturas Comparadas por la Universidad de Turín y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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