_
_
_
_
_
Patrimonio cultural
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La torre de Oiza merece una plaza

La nueva edificación que el Corte Inglés levante junto al coloso debería retranquearse desde el Paseo de la Castellana, procurando un necesario espacio público de relación con la ciudad

Vista del centro financiero Azca con la torre negra de Oiza a la derecha.
Vista del centro financiero Azca con la torre negra de Oiza a la derecha.Getty Images

El 15 de enero de 2019, la Comunidad de Madrid declaró Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, la torre del paseo de la Castellana número 81, antigua sede del Banco de Bilbao, obra que el arquitecto y maestro Francisco Sáenz de Oiza proyectó y construyó (1972-1981) tras ganar un concurso.

Su localización destacada en el gran eje de la Castellana le asegura una presencia en el paisaje urbano madrileño como hito arquitectónico de primer orden. Su visibilidad lejana como referencia urbana es incuestionable. Pero, ¿qué ocurre con su entorno inmediato y su relación más cercana con la ciudad?

Una de las peculiaridades del edificio es su primigenia implantación en el terreno. Sin posibilidad de espacio exterior adecuado, la torre se hunde, rodeándose de una especie de patio inglés desconectado de la ciudad.

Aunque en su momento el diseño de Azca no contemplaba, obviamente, la construcción de un BIC en ese emplazamiento, aparecido este, la ciudad debe de reaccionar y dar respuesta adecuada. Aún estamos a tiempo.

Si la propia declaración de un edificio como BIC conlleva la protección de su entorno, a esta obligación legal proponemos sumarle un pensamiento arquitectónico que otro maestro, Alejandro de la Sota, nos dejó: Proteger el patrimonio no solo con ordenanzas, sino con sensibilidad”.

Es necesario conseguir un espacio urbano que permita una relación próxima adecuada entre la torre BIC y la ciudad, hoy inexistente. No podemos dejar de pensar en el magnífico ejemplo que en este sentido dejó Ludwig Mies van der Rohe en Manhattan. En 1958, proyectó y construyó el edificio Seagram, retranqueándolo sabiamente de la alineación de la calle, para obtener delante un espacio urbano de relación con gran calidad.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El solar situado al sur de la torre, en la esquina de Azca y la Castellana, aunque en proyecto, está todavía sin construir. Pertenece a El Corte Inglés, que levantará un inmueble de oficinas que debería retranquearse desde el Paseo de la Castellana lo necesario para dejar libre todo el desarrollo de la fachada sur de la torre, procurando así la creación de ese necesario espacio público de relación. Justa cortesía de la ciudad hacia la torre BIC.

Ganará el nuevo edificio. Ganará la torre. Ganará la ciudad. Ganaremos todos. Para ello quizá haga falta, con rapidez, algún cambio normativo en el planeamiento actual que, en este caso, solo el Ayuntamiento de Madrid y el propietario del solar podrían acordar. Intuir, pensar, desear ese espacio es cuestión de sensibilidades. Conseguirlo, cuestión de voluntades.

Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_