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El lapicero
Columna
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Sin datos no hay aparato

Sorprende que para comprar un electrodoméstico al contado haga falta firmar un contrato

Lavadoras en una tienda de electrodomésticos.
Lavadoras en una tienda de electrodomésticos.SIPHIWE SIBEKO (Reuters)
Álex Grijelmo

Se trataba de comprar un simple electrodoméstico que cocina con rapidez y eficacia, y que, extrañamente, no se vende en las tiendas. La vendedora cuyo teléfono facilita alguien que ya adquirió el aparato solicita por correo apellidos, dirección de facturación, domicilio, DNI y fecha de nacimiento. Podía entenderse la petición del domicilio, puesto que el electrodoméstico se iba a enviar por algún sistema de reparto. Incluso el número de DNI. La fecha de nacimiento ya empezaba a escamar, pero esto no tiene mucha importancia para la intimidad porque se hace difícil de esconder.

Remitida esa información, llegan al día siguiente el enlace y la clave para acceder a un contrato digital que debe de estar alojado por las nubes, como el precio. Sorprende que para comprar un electrodoméstico al contado haga falta firmar un contrato. Bueno, la tolerancia del aspirante a comprador aún disponía de un margen.

El texto articulado contiene un montón de cláusulas absurdas. Pero una de ellas establece que el cliente permite la utilización de sus datos personales a la compañía vendedora.

El interesado pide de inmediato suprimir ese punto. La comercial argumenta que nunca le van a molestar con publicidad. A lo cual el ya desconfiado candidato a cliente pregunta que por qué quieren su autorización para usar los datos si no tienen intención de usar los datos. La intermediaria responde que esta situación nunca se le había dado antes, y que el contrato lo firma todo el mundo. El cliente, ya menos cliente que el día anterior, asegura que si le exigen los datos no hará la compra. Tras ese diálogo por WhatsApp, la agente comercial responde que consultará al responsable de apoyo a ventas, cuyo nombre cita (si bien debe de coincidir con el de unos seis millones de españoles).

Un par de fechas más tarde, al pretendido comprador le llega un correo del supuesto departamento de Protección de Datos de la empresa, que dice: “La cesión no conlleva tratamientos de datos para ninguna finalidad distinta a la de posibilitar la relación que formalizamos con usted”. O sea, quieren que se les cedan los datos pero total para nada. El cliente, finalmente, cansado de una burocracia cuando menos incomprensible, responde: “Estimado señor Departamento de Protección de Datos. (…) Mi voluntad es no autorizar el uso posterior de mis datos para ningún fin. Solo necesito saber si eso es incompatible con la adquisición”.

Y a partir de ahí, se hace el silencio.

El voluntarioso comprador inicial se preguntará a continuación por qué hace falta firmar un contrato para adquirir un simple electrodoméstico; y, sobre todo, por qué los vendedores renuncian a una venta de un aparato ciertamente caro (bastante más que un buen frigorífico) solamente porque el cliente no quiere que se usen sus datos para nada ajeno a la compra misma. Y se responde: Ajajajá, ¡son nuestros datos, amigos! ¡Tienen mucho valor y los quieren gratis! ¡Lo demás es pura pantalla!

Y así están todavía: los unos sin los datos y el otro sin cocinar. A ver quién aguanta más.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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