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Hojas llenas de aroma

Muchas aromáticas tienen una relación muy fructífera con insectos polinizadores, como abejas y abejorros, tan necesarios en un entorno con plantas

Romero, helicriso y salvia en flor, en un jardín naturalista mediterráneo. EDUARDO BARBA
Romero, helicriso y salvia en flor, en un jardín naturalista mediterráneo. EDUARDO BARBA
Eduardo Barba

En un jardín es deseable que todos nuestros sentidos se sientan estimulados. La vista se recrea con los colores y los contrastes, el oído con la vida sonora de cantos, escarceos y cortejos de aves e insectos. Podemos paladear flores y brotes, si hemos sido previsores de incluir especies comestibles en nuestro diseño. Será entonces imposible no tocar y sentir en los dedos las texturas, a veces suaves, otras ásperas, de hojas y de tallos. Y no puede faltar el olfato, un sentido que en el jardín está de fiesta, ya sea por el olor a tierra mojada o por el perfume de una floración concreta. Muchas de las plantas que crecen en nuestras ventanas, balcones y jardines portan aromas en la flor, y otras muchas en sus hojas. A estas últimas las llamamos plantas aromáticas.

Una de las más conocidas es la lavanda (Lavandula angustifolia), que todavía está floreciendo en los jardines de Madrid estos días. “Ellas son la esencia del Mediterráneo, donde la vida de las plantas es muy difícil. Son unas maestras para sobrevivir en condiciones muy duras con suprema elegancia”, cuenta Aina S. Erice. Para esta bióloga y divulgadora vegetófila, las aromáticas son la compañía perfecta de las plantas del huerto, “tanto por su perfume como por su utilidad y belleza”. De hecho, se hace difícil encontrar un huerto cualquiera sin la compañía de alguna especie aromática para aderezar las comidas, como el laurel (Laurusnobilis) o el perejil (Petroselinumcrispum). Aina también nos recuerda que muchas aromáticas tienen, por añadidura, una relación muy fructífera con insectos polinizadores, como abejas y abejorros, tan necesarios en un entorno con plantas.

Santolina en flor en el Retiro. E.B
Santolina en flor en el Retiro. E.B

El motivo para que nos aporten este regalo aromático tiene que ver con varias necesidades que tienen las plantas, que se complementan entre sí. Una de ellas es que sus aceites esenciales, responsables de su olor, sirven como método de defensa frente a plagas y enfermedades, al actuar como repelentes de animales y como antisépticos. Pero estos compuestos también ayudan a algunos de estos vegetales como protección frente a la pérdida de agua.

Precisamente, podríamos reunir a las plantas aromáticas en dos grupos, según sus requerimientos de agua en la tierra. Por un lado, encontramos el camino de las especies que se han adaptado a ambientes muy secos, como el romero (Salvia rosmarinus), la ya citada lavanda o el tomillo (Thymusvulgaris). En cambio, tenemos otras especies que requieren de una mayor cantidad de agua, como el perejil, el cilantro (Coriandrumsativum) o las hierbabuenas y mentas (Menthaspp.).

Lo que comparten tanto unas como otras es el gusto por el sol directo, ya que bajo él producen más sustancias aromáticas y pueden crecer sanas. Sin embargo, hay especies que se beneficiarán de tener un descanso diario ante tanta intensidad lumínica, como la melisa (Melissa officinalis), el orégano (Origanumvulgare), el perejil o las mentas. A ellas les bastará con unas pocas horas de sol para estar fuertes. Cuando no les procuramos la iluminación adecuada, y las colocamos a la sombra, crecerán deformes, con tallos alargados, con hojas de color verde más claro y con menos aroma, además de ser más propensas a contraer enfermedades.

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Lo que comparten tanto unas como otras es el gusto por el sol directo, ya que bajo él producen más sustancias aromáticas y pueden crecer sanas.

“Comenzar la mañana trabajando alrededor de plantas aromáticas y que su perfume se quede impregnado en ti” es un motivo perfecto para plantar estas especies, según Fran Villegas, jardinero que trabaja en los bosques de la Alhambra. Allí, en sus tierras frescas, Fran deja que crezcan “la melisa y la calaminta (Clinopodiumnepeta), que son idóneas para crear una cobertura del suelo”. Ambas coinciden en tener unos aromas intensos y muy complejos.

Si optamos por cultivarlas en la terraza de casa, o incluso en una ventana, podemos plantar varias en una jardinera, a ser posible de medidas generosas, para permitir a sus raíces que crezcan con más vigor. Hay que elegir un buen sustrato, evitando los que tengan un pH superior a 7. Asimismo, es conveniente añadir a ese sustrato un abono orgánico de guano un mes después de la plantación, ya que ayudará a nuestras plantas a fabricar esos aromas que tanto nos gustan. Lo difícil va a ser escoger qué especies queremos tener cerca, aunque la elección se puede simplificar si las vamos a usar también para cocinar. Hoy parece que hace un día perfecto para el olor delicado, único e impresionante de la mejorana (Origanummajorana), mañana quizás para la esencia fresca y cítrica de la hierbaluisa (Aloysiacitrodora). Una terraza con plantas aromáticas es más jardín.

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.

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