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ASAMBLEA DE MADRID
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Demasiadas propuestas populistas

Suscitar emociones a través del discurso se ha convertido en el arma principal de los políticos actuales

Isabel Díaz Ayuso durante el debate de investidura el 17 de junio de 2021.
Isabel Díaz Ayuso durante el debate de investidura el 17 de junio de 2021.Pool Efe (GTRES)

Decía Aristóteles que para que un discurso consiguiera el 100% de su eficacia persuasiva debían estar perfectamente alineados tres elementos clave: logos, pathos y ethos, elementos que se corresponden con la unión indisociable de razón y sentimientos.

Como no podía ser de otro modo tratándose de uno de los discursos más importantes en la carrera de cualquier político, donde la estilográfica del escritor de discursos debe conjugar toda su creatividad, la triada aristotélica ha estado presente en el discurso de investidura de Isabel Díaz Ayuso, aunque no con la excelencia que prometía un gobierno de mayoría absoluta.

Si bien es cierto que la estructura discursiva de la retórica clásica de exordio, narratio/argumentatio y peroratio se corresponde con el protagonismo de ethos, logos y pathos, respectivamente, el discurso de Ayuso ha estado marcado de principio a fin por una alusión constante a las emociones (pathos), apoyándose en argumentos para defender su tesis (logos) y postulándose ella y su partido como las únicas alternativas políticas posibles (ethos).

Alternativas frente a la amenaza sembrada por el Gobierno central; alternativas a un país “desgajado, manoseado por los independentistas, sin socios en la comunidad internacional, desastrado económicamente y harto de unos gobernantes que viven de la propaganda y mentira”. Alternativas, en definitiva, para una “España que necesita recobrar el pulso político y social con medidas claras y eficaces”. Ya no la única alternativa para la Comunidad de Madrid, sino para todo el territorio nacional.

Suscitar emociones (pathos) a través del discurso se ha convertido en el arma principal de los políticos actuales. El discurso de Díaz Ayuso ha sido un discurso muy centrado en las familias y en cuanto gira en torno a ellas, siendo dos de sus anuncios estrellas la maternidad y la natalidad. ¿Puede haber algo que apele más a los sentimientos que esto?

No han faltado recursos sintácticos y retóricos que sustenten sus argumentos (logos) lógicos, para convencer, y sus argumentos pasionales y emocionales para persuadir: hipérboles (“impresionante sí”), metáforas (“somos un barco con un puerto en común”), paralelismos y anáforas (“cada vez que la izquierda hable… Cada vez que la izquierda hable…”), quiasmos (“como no se ve futuro, no se tienen hijos; como no se tienen hijos, no hay futuro”).

Ahora bien, después de escuchar el discurso de una Ayuso engalanada de blanco, un color símbolo de la pureza inmaculada, la inocencia, la confianza, ¿quién no la votaría como presidenta? ¿Quién no quiere una mejor sanidad, más empleo, menos impuestos, una recuperación económica, mejor educación? ¿Quién no votaría mejores políticas de juventud, de vivienda? ¿Quién no desea una mayor cohesión territorial? ¿Quién no entregaría su voto a quien prometa erradicas las injusticias sociales, la lucha por terminar con la vulnerabilidad y la exclusión social?

Demasiadas propuestas populistas para tanta desafección ciudadana; demasiado discurso para una legislatura de apenas dos años. ¿Demasiado pathos?


Guadalupe Morcillo es experta en Comunicación Política y consultora.

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