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Un árbol de Navidad en abril para un salvaje relato familiar

La irreverente compañía teatral francesa Chiens de Navarre actúa por vez primera en España con una comedia negra que cuestiona las bases de nuestra sociedad

Héctor Llanos Martínez
Jean-Christophe Meurisse, fundador de la compañía francesa Chiens de Navarre, entre el decorado de su obra, a punto de ser colocado en los Teatros del Canal.
Jean-Christophe Meurisse, fundador de la compañía francesa Chiens de Navarre, entre el decorado de su obra, a punto de ser colocado en los Teatros del Canal.Jaime Villanueva

Un gigantesco árbol de Navidad espera a ser colocado en escena en uno de los pasillos del laberíntico interior de Teatros del Canal. La compañía Chiens de Navarre ha viajado durante años con él por toda Francia y con él llega ahora por vez primera a España para representar uno de sus irreverentes montajes, Tout le monde ne peut pas être orphelin (No todo el mundo puede ser huérfano). A prueba de anacronismos y de todo tipo de convenciones sociales, esta función va a trasladar al público de abril a una de esas cenas de 24 de diciembre de las de pasarlo bien o en familia. Los espectadores se colocarán en torno a una mesa, con un pavo recién horneado ante sus narices. “Van a poder hasta olerlo”, avanza Jean-Christophe Meurisse, el director de escena de la obra, además de fundador de esta iconoclasta formación teatral. En esta ocasión, juega, estruja y retuerce el concepto de familia en un espectáculo que se representará en francés con sobretítulos en español entre el miércoles 14 y el domingo 18 de abril.

Un matrimonio de la generación del 68 elige tan señalada fecha navideña para anunciar a sus hijos que venden la casa familiar. Prefieren pasar el resto de su vida divirtiéndose en Marruecos y no tienen intención de dejar herencia alguna a sus descendientes. La inesperada noticia desata la tensión entre su vástagos, que reaccionan regresando a sus infancias. Su treintañero hijo menor, por ejemplo, vuelve a ser bebé, con cambio de pañal incluido. Si cada familia infeliz lo es a su manera, la que ha concebido Chiens de Navarre no tiene igual. En todo caso, se asemeja al caos de la película argentina Relatos salvajes, al abandonarse a la “sátira cómica psicoanalítica”, como explica Meurisse. Sin grandes recuerdos de su familia en su niñez, decidió tener hijos y formar la suya propia sin saber muy bien por qué. Esta obra le ayuda a intentar comprenderlo.

Muchas de las situaciones fijadas en el libreto se han creado durante el proceso de ensayo, tal y como le gusta a la formación trabajar sus textos. Pero los actores tienen un amplio margen para la improvisación. El único código que ha establecido el director con el elenco es una señal lumínica que indica el momento de pasar a otra escena, “por una simple cuestión de ritmo”, comenta, pero en ningún caso como un intento de modular su comportamiento durante la función.

Malestar identitario

La compañía ha trabajado en producciones anteriores con un concepto como el de nación que, al igual que el de familia, define la identidad del individuo. “Pero tratar temas políticos no significa hacer un teatro político o militante. El nuestro no es un teatro de ideas o conceptos; está más centrado en los humanos y en sus acciones. En Francia vivimos en estos momentos un malestar identitario. Estamos cerca de algo similar a una guerra civil, en la que todo se cuestiona y todo es convulso. Hay una polarización muy fuerte; no estamos americanizando. Y es una situación que puede extenderse a otras partes de Europa, probablemente a España”, defiende. Aunque las palabras del francés puedan parecer serias (“la culpa es de la pregunta, que es seria”, viene a decir), la propuesta de Chiens de Navarre no lo es en absoluto. Solo pretende ser “un pequeño manual de supervivencia al entorno familiar”, dice de esta comedia imprevisible.

“El artista es como el tonto del pueblo, que sufre las emociones de la comunidad de forma extrema. Cuando hay que reír, ríe más que nadie y lo mismo cuando hay que llorar”, dice Meurisse. Pero, si hay que elegir, prefiere colocarse en el extremo del humor. Su filosofía defiende el “frente a lo peor, reír” y por eso en sus montajes la ironía es el vehículo con el que narrar las cosas más terribles: “Creo profundamente en el potencial y la inteligencia de la risa. Porque reír es una forma de resistencia, que está vista incluso como algo peligroso por la sociedad judeocristiana. Jesucristo no se reía nunca”.

Un instante de 'No todo el mundo puede ser huérfano'.
Un instante de 'No todo el mundo puede ser huérfano'.Chiens de Navarre

La forma de reír de esta compañía es “casi siempre oscura y retorcida, pero siempre divertida”, admite su creador. Su trabajo no se refiere solo a un humor concebido desde el punto de vista de la diversión, sino que lo sitúa en esa frontera a pocos centímetros del llanto. En Tout le monde ne peut pas être orphelin se suceden los acontecimientos y a cada miembro del público le da por reaccionar de una forma ante lo que ve.

Aunque el juego que plantea Meurisse al espectador coquetea con la idea de enfrentarse a un espectáculo que no conoce límites, en realidad sí que se ha impuesto alguno que otro. “Que nadie se preocupe, que lo que van a ver en el pañal del actor que regresa a su más tierna infancia es solo crema de cacao. A mí no me gusta dictar al público lo que debe sentir cuando se coloca en la butaca, pero sí que queremos que se quede hasta el final”, bromea.

Información: Tout le monde ne peut pas être orphelin. Cuándo: del miércoles 14 al domingo 18 de abril. De miércoles a sábado, a las 20:30 horas. Domingo, a las 18:00 horas. Dónde: sala verde de Teatros del Canal. (Calle de Cea Bermúdez, 1. Madrid). Precio: 20 euros.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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