3.200 colores para tejer un solo tapiz
Los técnicos de la Real Fábrica de Tapices hicieron 35.000 pruebas para dar con el tono exacto
Con 15 años las manos de José Ignacio García empezaron a descubrir el hilo de seda, a mover los carretes de madera de un lado a otro y a trabajar mirando al contrario de la obra. Más de 40 años después de que ese muchacho entrase en una empresa de Madrid, está al mando del taller de la Real Fábrica de Tapices. De sus manos salen piezas que están colgadas en las embajadas de gran parte del mundo, alfombras de nudo español y nudo turco por las que pisan importantes mandatarios y creaciones de lo más variopintas que se encuentran en casas de Italia, México o Estados Unidos. De sus manos y de las del equipo de mujeres y hombres que forman parte de la plantilla de esta fábrica tan especial, que fue creada en 1721. Son 300 años de experiencia acumulada transmitida mediante textos y dibujos en la fabricación y restauración de alfombras, tapices, reposteros y textil.
Al maestro licero le gustaba pintar y su gusto por el arte pictórico le llevó a una empresa, hoy ya cerrada, en la que se tejían alfombras y tapices. José Ignacio García juega ahora en otra liga, en una en la que quedan pocos en el mundo y por la que pasan Gobiernos, Embajadas, y ciudadanos con un poder adquisitivo elevado. En tejer un tapiz puede tardarse entre 3 o 4 años dependiendo de las medidas y unas 15 personas destinadas a él. Y el primer paso es hacer el dibujo con un grafito o a pluma en los hilos del telar. Un metro cuadrado de alfombra tiene 62.500 nudos si es español. Ida Damsa, que está tejiendo una alfombra de colores con un diseño moderno, emplea una media de 15 días en realizar esa medida. Ese metro tiene un coste de 1.600 euros. Eso sí, la lana es merina de ovejas españolas, con proveedores que llevan decenas de años suministrando el tejido a la Real Fábrica de Tapices. La carta de colores es impresionante y el teñido se hace manual en el laboratorio.
Una treintena de empleados se reparten por los telares, el taller de restauración y las dependencias del edificio. Un inmueble del que Klecker trata de obtener el mayor redito posible con alquileres a pequeñas empresas o utilizando el espacio para eventos sociales y empresariales. Además de desarrollar una actividad cultural intensa. El director general de la fábrica ha logrado rejuvenecer la plantilla y la media de edad no supera los 38 años. El trabajo manual que realizan laboriosamente los empleados de la fábrica es minucioso, preciso y de mucho estudio e investigación detrás de cada pieza, tanto en creación como restauración.
Miles de pérdidas en la crisis de 2007
La crisis de 2007, en la que cayeron de un plumazo los pedidos institucionales y eclesiásticos en España, estuvo a punto de acabar con la Fábrica de Tapices. En 2015, esta institución llegó a acumular pérdidas superiores a los seis millones de euros.
El nombramiento de Alejandro Klecker de Elizalde como director general y el deseo del Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad y el Gobierno central de salvar la fábrica ha resituado a la empresa para hacerla competitiva. Klecker apuesta porque tanto en España como fuera se conozca el trabajo artesanal que se realiza. Existe un catálogo razonado de más de 2.000 entradas.
En los telares se trabaja afanosamente en las reproducciones de los tapices del Palacio de EDresde. En las paredes hay cartones y fotografías de los originales que fueron destruidos en los bombardeos de la II Guerra Mundial. El laboratorio ha realizado 35.000 pruebas de color y finalmente ha seleccionado 3.200 tonos en los que están incluidos hilos de oro y plata.
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