Microteatro reduce todavía más sus recursos para mantenerse en pie
La sala madrileña de funciones pensadas para espacios, elencos, duraciones y aforos reducidos recupera la programación centrada en la mujer que tuvo que cancelar el año pasado por el coronavirus
Obras de teatro para tan solo dos personas a través de una mampara de metacrilato y estrictas medidas de seguridad. Así es como ha logrado sobrevivir Microteatro por dinero, situado en el número 9 de la calle de Loreto y Chicote y que este año ha celebrado su décimo aniversario. Ahora su directora, Verónica Larios, respira algo más aliviada al haber superado el mes de enero, que ha sido de los peores por la enorme nevada de Filomena y la tercera ola de coronavirus: “En marzo la gente se está animando más”. En la cartelera han recuperado las obras que suspendieron el año pasado con una temática en torno al Día Internacional de la Mujer.
Durante los meses duros del confinamiento, Larios y el resto del equipo, no pararon de trabajar para no tener que cerrar su negocio para siempre: “Hasta junio hicimos obras por streaming a través de YouTube y nos inventamos el #MicroEnCasa. Además, hacíamos monólogos o pequeñas obras que se habían preparado para el Microteatro en sala”. Las entradas las vendían a un precio simbólico de un euro. Lo que parecía una amenaza, se convirtió en una oportunidad, porque comenzó a asistir a esas funciones de forma virtual gente de distintas partes de España y del mundo como Miami o Argentina y a ofrecer sus espectáculos profesionales de estos lugares. La directora cuenta que llegaron a tener en algún directo a más de 150 personas, por eso todos los meses siguen haciendo alguna obra desde la sala que se emite a través de Internet: “Ahora utilizamos cámara réflex y micrófono”.
“La idea es crear una especie de grupo burbuja que permitirá controlar los contactos”, señala Verónica Larios.
Pero todo cambió el 18 de agosto, cuando decidieron reabrir el Microteatro de forma presencial. El primer reto al que se enfrentaban era convertir esas pequeñas salas de apenas 15 metros cuadrados en una zona segura. Una mampara de metacrilato divide el espacio entre los actores y el público reducido a 7 personas en el mejor de los casos. Sin embargo, en muchas ocasiones se ha hecho el pase para solo dos espectadores. “No queríamos dejar a nadie de lado”, señala Larios. Además, entre los pases, las salas se desinfectan con lámparas ultravioleta que eliminan los virus en el aire y las superficies, a lo que le sigue todo el protocolo de toma de temperatura, gel y mascarilla de los visitantes. Por otro lado, las entradas y salidas se realizan por dos escaleras diferentes, para impedir que las personas de diferentes pases tengan contacto directo. “La idea es crear una especie de grupo burbuja que permitirá controlar los contactos”. La escasa duración de las funciones también ayuda a la seguridad sanitaria.
La directora no duda en agradecer a todo el equipo y a los actores que hacen un esfuerzo a pesar de que las condiciones económicas son muy difíciles. “En general esto no sale rentable. Lo que hacemos es sobrevivir”. Con suerte, explica la responsable del proyecto, atraen a 17 espectadores al día en las cuatro o cinco funciones que representan, cosa que podían lograr antes en una sola. Aun así, indica que los artistas, que se llevan el 70% de la taquilla, prefieren estar en activo aunque sea ganando poco, a estar sin hacer nada. El precio para adquirir las entradas en el local es de 5 euros y, si se hace de forma anticipada a través de internet, es de 4,5 euros.
Un Peep Show no es el mejor sitio para recomponer una relación, pero quizá pueda ser un buen lugar donde confesar deseos ocultos y volver a empezar. #Microteatro
— microteatro (@microteatro) March 23, 2021
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La mala situación económica hace que apenas se gaste nada en la escenografía. Larios recuerda que en una ocasión llegaron a construir un vagón de metro en la sala, cosa que ahora mismo le parece impensable. “Las obras que hemos tenido estos meses son obras que ya estaban hechas y ensayadas”, cuenta. Sin embargo, este mes de marzo cuya programación está dedicada a la mujer han podido recuperar las obras que no pudieron estrenar. La directora destaca La Yaya Rosa, que cuenta la vida de una abuela vista desde la perspectiva de su nieta que tiene toda la vida por delante, y Peep Show, sobre una pareja que confiesa sus secretos.
Microteatro también quiere comenzar a reactivar la sesión infantil que formaba parte de su cartelera y, para ello, este domingo 28 de marzo van a hacer una prueba a la hora del vermú con espectáculos de micromagia. En ellos se ofrecerán trucos en cercanía, de los que ocurren ante la mirada de los espectadores. Cuatro magos ocuparán cada uno de ellos una de las salas del recinto para mostrar un truco diferente con muy pocos elementos, como un simple cubo de Rubik.
La historia de esta iniciativa teatral se remonta a noviembre de 2009 de la mano del dramaturgo Miguel Alcantud. Reunió alrededor de 50 artistas entre directores, autores y actores en un antiguo prostíbulo en el número 4 de la calle de Ballesta, donde creaban en cada sala una obra teatral de entre 10 y 15 minutos de duración para un público de menos de 10 personas por sala y centrándose en un tema común, la prostitución. Lorenzo recuerda que en todas las habitaciones había una cama y un bidé. Algunas se representaron más de 20 veces al día. El éxito que tuvo llevó a la creación de un género que se ha expandido por otras partes del mundo. Desde entonces, en Microteatro por Dinero han mantenido el espíritu de ofrecer una selección de obras breves que comparten un mismo tema, representadas en muy pocos metros cuadrados. “Apareció en una crisis y celebramos el décimo aniversario en otra. Lo único que podemos hacer es seguir adelante y no quiero oír hablar de una cuarta ola”, señala Larios.
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