Los productos de desecho transformados en arte
La exposición ‘Materia gris’ muestra piezas de artistas que han dado un paso radical en la búsqueda de materiales
Día a día los humanos producimos toneladas ingentes de basura. En este siglo el individuo ha tomado conciencia de su poder de destrucción, de que nuestro planeta se está ahogando entre desperdicios y que está esquilmando los recursos naturales. En los últimos años, diseñadores, ingenieros, arquitectos, empresarios y artistas de todo el mundo están investigando y desarrollando nuevos materiales acordes con las necesidades y retos del siglo XXI. La exposición Materia gris, que se exhibe en CentroCentro del Ayuntamiento de Madrid hasta el 9 de mayo, es un recopilatorio de piezas con materiales que van apareciendo y ocupando un espacio importante como sustitutos del plástico, la madera o el cuero.
En una de las salas de este centro expositivo se muestran 40 proyectos, algunos de ellos actualmente en producción industrial, realizados a partir de algas, bacterias, leche, hongos, moluscos, kombucha o subproductos de la industria.
En esta muestra hay cueros elaborados con algas o con residuos de manzana, fibras textiles resultantes de la manipulación de agujas del pino, contrachapados salidos de la mazorca de maíz y muchos otros materiales sorprendentes cuya materia prima son hojarasca, pescado, leche, insectos, café o frutas.
La comisaria de la exposición Ana Domínguez cree que estamos en un momento en el que es imprescindible que “las mentes creativas se apliquen en la búsqueda de nuevos sistemas de producción y consumo racionales. Muchos diseñadores están jugando un importante papel en la investigación y desarrollo de materiales que se proponen como una alternativa más inteligente y acorde con las necesidades actuales. Una auténtica revolución material no comparable a ningún otro momento de la historia, en la que son muchas las profesiones implicadas: ingenieros, arquitectos o biólogos”. Domínguez ha elegido para presentar el proyecto autores noveles, recién salidos de las universidades, y artistas y diseñadores consagrados, que llevan mucho tiempo investigando con elementos alternativos con resultados sorprendentes.
El abanico de proyectos presentados es muy amplio, “he querido mostrar algunos trabajos de carácter puramente experimental a otros situados en la frontera entre el diseño y el arte o los que ya están siendo utilizados por la producción industrial, poniendo en valor el hecho de que aún siendo investigaciones recientes, la importancia de la sostenibilidad en el mundo contemporáneo acelera el cambio en las grandes empresas comprometidas con una producción responsable con el planeta y la economía circular”, indica la comisaria.
Alix Bizet, una de las artistas de la muestra, lleva desde 2014 experimentando con el cabello humano desechado. En la exposición se exhibirán tres chalecos, que aún no han llegado a Madrid por problemas derivados de la pandemia, realizados con pelo que ya no es necesario para el ser humano. Bizet entiende que trabajando con ese material habla de “diversidad y de que no todos tenemos que optar por los mismos diseños para vestirnos”.
En la muestra se pueden contemplar también fibras textiles resultantes de la manipulación de agujas del pino para la fabricación de taburetes u otro tipo de elementos. Las algas ya no solo sirven como alimento para los humanos, Scarlett Yang ha diseñado un vestido en el que estas son la base del tejido. La alemana Julia Lohmann, que durante un año estuvo trabajando con algas para un proyecto del Victoria&Albert Museum, presenta un trabajo sorprendente con el tratamiento de algas de distintas partes del mundo, desde Japón a Noruega. La manipulación de estos organismos le permite a esta diseñadora multidisciplinar trabajar sobre el color o la transparencia que se puede alcanzar con ellos. El resultado final es que parece tejido traslúcido.
Varios de los proyectos exhibidos han surgido de la reutilización de los residuos de la industria —incluyendo los de la industria alimentaria—, otros de la manipulación de elementos naturales y algunos más son resultado de una extensiva investigación científica.
Estos ensayos están llegando al diseño de interiores de los edificios y los materiales que se utilizan en él también viven esta gran transformación en el mundo del textil. Es el caso de la firma Andreu World, empresa internacional afincada en Valencia dedicada al mobiliario, ha creado, entre otros elementos, una silla cien por cien vegetal a partir de un bioplástico.
Una tendencia que está llegando a los gigantes del diseño italiano como Cassina que se ha sumado a esta iniciativa expositiva en la que una silla creada por Patricia Urquiola, Back Wing, está tapizada en un material que se asemeja al cuero. ¿Cómo se ha llegado a lograr este elemento? Con los desechos de la manzana, utilizando la piel y el corazón de esa fruta. Si se toca es difícil apreciar la diferencia entre una silla de cuero y la de la manzana.
Y el grupo italiano Mogu, del que forma parte Maurizio Montalti, está en la misma línea al trabajar con hongos que led ha permitido paneles para insonorizar suelos o paredes.
“La sostenibilidad en el mundo contemporáneo acelera el cambio en las grandes empresas comprometidas con una producción responsable con el planeta y la economía circular”, indica Domínguez.
Teniendo en cuenta el motivo de la exposición en busca de un mundo más sostenible, Domínguez destaca el montaje a cargo de Lucas Muñoz realizado a partir de materiales encontrados de otras exposiciones en los almacenes de CentroCentro, lo que acaba por darle un carácter circular y social a la exposición.
Tras visitar la muestra lo que es seguro es que el espectador sale cuestionándose cuál es el futuro de esta sociedad
La cáscara de almendra para el ‘maderón’
Silio Cardona, ingeniero químico, desarrolló hace 30 años la tecnología necesaria (moldes, prensas hidráulicas y maquinaria específica) para obtener un material que pudiera sustituir a la madera.
Las cáscaras de almendras le permitieron crear el maderón, un producto similar a la madera.
En 1991, logró patentarlo, y lo empleo para la fabricación de ataúdes —era el negocio familiar— y otro tipo de diseños. Tras la muerte de Silio, y pese a que el descubrimiento del producto tuvo repercusión internacional, tanto sus socios como los inversores abandonaron el proyecto.
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