“El éxito consiste en estar a gusto contigo mismo”
Hermanos Cubero, el singular dúo alcarreño de folk con aires yanquis, inaugura este viernes una nutrida edición del festival Inverfest
El día que Roberto Cubero entró en su primera rondalla, con 14 años recién cumplidos, le adjudicaron un laúd y comenzaron a enseñarle esas mismas jotas, seguidillas, mayos o paloteos que él mismo había escuchado desde chiquillo por los pueblos de la provincia de Guadalajara. Pero a medida que fue cogiéndole práctica a los trinos con la púa, descubrió que también podía reproducir a su manera los solos de guitarra de los primeros discos de Elvis Presley. “Y ese fue el momento en que se torció todo”, se sonríe hoy, divertido e irónico, unas cuantas décadas después.
Roberto anda por las 43 primaveras, le hemos sorprendido ultimando sus compras navideñas y reside en el cinturón metropolitano de Barcelona, al igual que su hermano mayor, Enrique, de 46. Ambos, Quique y Rober, se afanan desde hace una década por hermanar –nunca mejor dicho– la tradición folclórica peninsular y los sonidos terruñeros norteamericanos, desde el bluegrass al hillbilly. Admiten mantener “una relación complicada, sin llegar a llevarnos mal”, como tantas veces sucede cuando los lazos de sangre confluyen sobre un escenario: quizás les suenen los ejemplos de Phil y Don Everly, Liam y Neil Gallagher (Oasis) o Ray y Dave Davies (The Kinks). Pero juntos, bajo el epígrafe artístico de Hermanos Cubero, se han erigido en una de las pequeñas grandes revoluciones para la música de filiación ibérica, en la misma división de renovadores como Fetén Fetén, Rodrigo Cuevas o los riojanos Tündra.
“No soy mucho de mirar atrás ni se me da bien hacer balances”, avisa Roberto con sinceridad y elocuencia muy alcarreñas, “pero nos sentimos satisfechos de haber podido desarrollar el sonido que siempre tuvimos en la cabeza. Nos ha dado tiempo a publicar cuatro discos y dos epés, siempre con absoluta libertad, porque nuestro sustento no depende del arte. Y no hemos alcanzado ninguna cumbre, pero el éxito consiste en estar a gusto contigo mismo”.
Lejos de los focos, las vidas de los Cubero transitan por territorios muy alejados de la cuerda pulsada, las melodías seculares y los ecos de la España vaciada. Enrique trabaja en el sector de los vehículos industriales y Roberto ejerce como técnico de construcción, sin que muchos de sus compañeros tengan idea de esa suerte de doble vida. “Por discreción procuro no hablar mucho de ello ni me dedico a darle la vara a nadie cada vez que publicamos un nuevo disco”, se carcajea. Pero mitificaciones, solo las justas. “El trabajo de diario en la oficina también se desarrolla con ganas y gusto. Si te lo propones, todo termina siendo creativo a su manera”.
La génesis de Hermanos Cubero se remonta a 2010, cuando el tándem se alzó con el premio de Nueva Creación Folclórica que lleva el nombre de un ilustrísimo de las músicas enraizadas, el dulzainero segoviano Agapito Marazuela. Ningún ascendente espiritual podía hacerles más ilusión a dos guadalajareños empeñados en “liberar de prejuicios” las enseñanzas del folclore. “Aún hay quien a día de hoy asocia la música tradicional con algo anticuado y poco atractivo, con los coros y danzas de Franco”, se asombra Roberto. “Y es al contrario. El folk siempre nos acaba resultando familiar, como las canciones que nos cantaban nuestras abuelas”. Ha habido incluso reticentes ilustres, como el mismísimo Machado, convencido de que Castilla “es un pueblo que no canta”. Pero las tornas van cambiando con los años. Lo advierten los Cubero cada vez que los incluyen en programaciones de rock o indie, allá donde la chavalería se les acerca al final de los conciertos para confesarles: “No solíamos escuchar este tipo de música, pero nos ha molado”. “Y eso que nosotros no hacemos nada que no hayan desarrollado antes muchos otros compañeros”, avisa Rober. “Empezando, claro, por el gran maestro Eliseo Parra”.
Ese gusto generoso por compartir méritos alentará, precisamente, Errantes Telúricos, el nuevo álbum de los Cubero, un disco de colaboraciones que verá la luz antes de que acabe febrero con participantes como la cantaora Rocío Márquez, la musa indie Amaia, el folclorista asturiano Rodrigo Cuevas o las cantantes Carmen París y Cristina Rosenvinge, esta haciendo suya una canción tradicional extremeña. Se trata, en realidad, de un elepé doble con una primera parte instrumental, Proyecto Toribio, que rescata la figura de Toribio del Olmo, un violinista de Algora (Guadalajara, 66 habitantes) que se hizo popular tocando en las rondas de los pueblos. Y antes de todo ello, su visita de este viernes al Conde Duque para inaugurar la séptima edición del Inverfest, un ciclo que, pese a las terribles dificultades pandémicas, intentará sacar adelante docenas de conciertos de artistas nacionales en escenarios como el Price, La Riviera o el Teatro Coliseum.
“Todo es incertidumbre ahora”, asume Roberto Cubero, “pero nos sentimos, pese a todo, ilusionados. Incluso durante el confinamiento no llegué al bajón de ánimo. Vivo solo y aproveché para practicar con el instrumento y escribir canciones nuevas. Cuando acabemos con Proyecto Toribio y Errantes Telúricos quedará aún bastante material en stock…”.
Eclecticismo y altos vuelos
La pervivencia del Inverfest, afianzado como la gran cita musical madrileña de las primeras semanas del año, es particularmente meritoria en esta edición de 2021. La web oficial (inverfest.com) informa al detalle de los conciertos, siempre sujetos a reajustes de última hora. Pero muchas de las citas confirmadas –siempre con aforos restringidos y protocolo estricto de seguridad– suponen algunos de los estrenos más esperados de los últimos meses en suelo madrileño. Así, la llegada a los escenarios de El viejo boxeador, el nuevo disco de Marwán, o la también doble cita con Sidonie, Depedro o Recycled J. Atención especial para las visitas de Cala Vento, El Niño de la Hipoteca, María José Llergo, Sílvia Pérez Cruz o María Peláe, así como el concierto de homenaje colectivo a Carlos Cano coincidiendo con el que habría sido el 75 cumpleaños del gran renovador de la copla.
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