“Venimos desde Barcelona a ver a mi hija”
La Guardia Civil monta controles de salida de Madrid y pide los justificantes a los conductores
“Mire, venimos desde Barcelona a ver a mi hija y a pasar con ellas las Navidades”. El hombre, montado en un todoterreno azul, muestra sus documentos y se dirige directamente al reverso. Allí figura el domicilio al que se dirige, en el municipio toledano de Casarrubios del Monte. El guardia civil de Tráfico le deja pasar, tras comentarle que menudo viaje tan largo han hecho. La escena se ha repetido durante toda la mañana en algunos de los controles situados en las carreteras de salida de la región, en los que no se ha visto apenas el documento oficial facilitado por la Comunidad de Madrid para estas fechas.
Uno de los primeros controles se montaba pasadas las diez de la mañana a la altura del kilómetro 52 de la autovía de A Coruña (AP-6), en sentido de salida. Familias cargadas con equipajes para pasar estos días eran paradas por los guardias civiles de manera aleatoria, mientras bajaba una densa niebla por la cercanía de la sierra. Siete grados en un ambiente típicamente navideño recordaban que el invierno entró hace dos días, con todas sus consecuencias. “Vamos a pasar las navidades y a ver a mis padres a Galicia”, decía un conductor mientras enseñaba un documento redactado por él. Eso sí, con impresora y convenientemente doblado para que no se dañara. Detrás, sus dos hijos, de corta edad, estaban adormecidos en sus sillas especiales. Así uno tras otro, mientras duró el control. Algunos no bajaban casi ni las ventanillas y mostraban los documentos sin que fuera necesario ponerse las mascarillas.
Uno de los agentes llevaba incluso un alcoholímetro y boquillas, por si algún conductor mostraba signos de embriaguez. “Es difícil por las horas que son, pero nunca se sabe”, reconocía un guardia civil.
Este control más breve de lo habitual, ya que la niebla iba cada vez a más y existía el riesgo de un choque en cadena por los atascos que se estaban registrando. En poco tiempo, llegaban hasta cerca del kilómetro 42. “Ahora es cuando realmente se está produciendo la operación salida. Como ayer había colegio y mucha gente puede teletrabajar, seguro que muchos han decidido irse por la mañana y comer ya en su destino”, añadía otro guardia civil.
Otro control se levantó pasadas las doce del mediodía en el kilómetro 35 de la autovía de Extremadura (A-5), ya en la provincia de Toledo. La cercanía de un polígono industrial importante y la hora motivaron que hubiera retenciones de kilómetros. En esta ocasión, se derivaba a los vehículos por un desvío y se comprobaba que los conductores cumplían con la normativa vigente. En su mayoría eran trabajadores que o salían de sus puestos o se dirigían a ellos.
El agente levantaba la mano para que el vehículo se detuviera. El conductor bajaba la ventanilla. En muchos casos, la primera frase del guardia civil siempre era la misma: “¿Le importaría ponerse la mascarilla?”. La mayoría de los conductores se sorprendían y se la ponían de inmediato. Siguiente pregunta: “¿Adónde se dirige?”. A partir de ahí, las respuestas eran a menudo idénticas: motivos laborales, regreso al domicilio o visita a algún familiar cercano. Algunas, eso sí, se salían de lo habitual: “Voy a ver una casa que quiero alquilar, porque trabajo muy cerca y me viene muy bien”. El guardia civil le miró sorprendido, pero le dejó pasar. Al lado iba su mujer y detrás los tres pequeños. Muchos incluso llevaban los certificados metidos en protectores de plástico y los colocaban en el salpicadero para no tener que bajar la ventanilla y que el guardia civil los viera directamente.
Hasta el DNI
En caso de que hubiera alguna duda, el agente le pedía al conductor el DNI para comprobar la veracidad de los datos. Durante la mañana, no se denunció a ningún conductor ni se le obligó a dar la vuelta. “Quizás más de uno, al ver que había atascos y que se podían deber a estos controles, se haya dado la vuelta y haya decidido regresar a su domicilio”, destacaba un mando de la Guardia Civil.
A las dos y media se levantaba el control, dejando detrás a miles de conductores atrapados en el atasco.
En la estación de Atocha también ha habido un continuo ir y venir de justificantes y salvoconductos y no siempre el oficial distribuido por el Gobierno regional, informa Nicholas Dale. En ocasiones un simple “a visitar a mi familia” era suficiente para que los cuatro policías ubicados antes del control de equipajes los dejaran pasar. Otros enseñaban su DNI, demostrando que están empadronados en sus destinos. Algunos, los más pocos, sacaban un papel impreso. Con la salida de más trenes después de las 09.00 llegaron más personas a las puertas de salida y se formó un pequeño embudo. Los policías decidieron relajarse. No era cuestión de hacer que decenas de viajeros perdieran el viaje.
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