Un año más, 25 de noviembre
Hay un grupo muy vulnerable e invisibilizado en el ámbito de la violencia de género: las mujeres mayores, destaca el secretario general del PSOE-M y delegado del Gobierno en Madrid
Como cada 25 de noviembre, es momento de reflexionar. Un año más tenemos que llorar por las 41 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en lo que va de año, por las 1.074 víctimas desde 2003, año en el que se empiezan a contabilizar. Un año más, nos duelen sus criaturas, 23 huérfanos en menos de 11 meses. Un año más, nos preguntamos por qué algunos hombres, consideran de su propiedad a otra persona, hasta el punto de decidir sobre su vida al aplicar una “justicia” que solo existe en su cabeza. Un año más, asisto perplejo a como, en la Asamblea de Madrid, no se puede hacer una declaración institucional porque algún partido niega la mayor y minimiza la violencia de género, hasta no reconocerla. Y con no menos perplejidad, a que el presupuesto destinado a combatir estos crímenes se va reduciendo en la Comunidad de Madrid hasta el punto de que en la actualidad supone casi la mitad del de 2008.
Cuando hablamos de violencia de género, hablamos de una realidad transversal. No existe un perfil, ni un estatus, ni una edad para ser víctima de un maltratador. Cualquier mujer está expuesta a serlo. Pero hoy quiero hacer hincapié en un grupo muy vulnerable y, normalmente, invisibilizado: las mujeres mayores. Según el estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género Mujeres Mayores de 65 años Víctimas de Violencia de Género, el 40% de las encuestadas con vida en pareja había sufrido violencia de género física, sexual y/o económica durante más de 40 años.
Nuestras mayores tienen que ser prioridad. No vale mirar para otro lado.
Quienes trabajan con estas mujeres conocen bien el problema. Si la relación es complicada, cuando el marido se jubila, empeora. Es en esos momentos en los que el control se vuelve insoportable y en los que el ciclo de la violencia se acorta aún más. No es difícil suponer que para estas mujeres separarse de su agresor es difícil, por varios motivos: haber interiorizado que no hay salida, carecer de recursos propios y estar aisladas de un entorno en el que apoyarse (la gran mayoría lleva décadas ocultando su calvario).
A ello hay que sumar la falta de infraestructuras sociales para darles cuando deciden separarse. Por ejemplo, no existen plazas reservadas en las residencias (a partir de los 65 años no pueden ir a las casas de acogida). Es más, en ocasiones llega la pareja a una residencia, comparte habitación y ahí continúa la violencia. Por eso es muy importante la formación, para que quienes trabajan en estos ámbitos puedan detectarla, especialmente cuando las mujeres tienen mermadas las capacidades cognitivas.
Nuestras mayores tienen que ser prioridad. No vale mirar para otro lado. Las administraciones públicas tienen el deber y la obligación de ayudarlas; a mostrarles y demostrarles que hay salida; a romper ese maldito vínculo con el sufrimiento y con quien lo ejerce. Hay que dedicar recursos, no recortarlos. Como sociedad debemos actuar, implicarnos, porque si no, nos convertiremos en cómplices.
Jose Manuel Franco es secretario general del PSOE-M y delegado del Gobierno en Madrid
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