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La tregua que duró unas horas: así se rompió la negociación entre el Gobierno y Madrid

Redondo y Rodríguez, jefes de gabinete de Sánchez y Ayuso, intentaron un último acuerdo el viernes antes de la ruptura total. Madrid pidió una semana más y el Ejecutivo central contestó que hay que actuar ya

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, flanqueada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a la izquierda), y el vicepresidente de la Comunidad, Ignacio Aguado, el lunes.
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, flanqueada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a la izquierda), y el vicepresidente de la Comunidad, Ignacio Aguado, el lunes.Andrea Comas

El alto el fuego sellado el lunes entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso duró unas pocas horas. Ya durante la rueda de prensa conjunta que dieron ambos ese mismo lunes algunos ministros y dirigentes socialistas se temieron lo peor al escuchar el tono de la presidenta madrileña, que mantuvo los reproches al Gobierno. Algunos incluso criticaban la reunión misma. Pero aun así, se intentó un acuerdo en las múltiples citas convocadas desde entonces. Ya la semana anterior, el martes, Fernando Simón había insistido en una larga conversación en que Madrid tenía que tomar medidas fuertes. Al día siguiente, el viceconsejero de Sanidad madrileño, Antonio Zapatero, abrió esa puerta, pero fue rápidamente desmentido. Después llegó la negociación de la reunión entre Sánchez y Ayuso y parecía que las aguas se habían calmado. Pero no era así.

Este jueves estalló definitivamente el choque, según fuentes del Gobierno. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, entregó un documento al consejero de Salud de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, en el que se detallaban todas las medidas que el Gobierno central considera imprescindibles: confinar toda la capital, añadir a las limitaciones todas las zonas en las que la incidencia de la enfermedad fuera de 500 contagiados por cada 100.000 personas, o restringir el aforo de las terrazas al 50%. El Ejecutivo ya no podía asumir y aplaudir, como ha hecho Illa hasta ahora, las medidas por las que apuesta la Comunidad, porque considera que son un grave error y que pueden traer consecuencias fatales si no se corrigen rápidamente. El acuerdo era cogestionar la crisis, pero no que el Gobierno asumiera, sin tener ninguna influencia, los errores de Madrid.

Y estalló todo. La reunión fue durísima, según fuentes gubernamentales. Y no hubo acuerdo. Pero aún se dejó algo de tiempo para ver qué medidas iba a anunciar finalmente Madrid.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una rueda de prensa celebrada este viernes. En vídeo, Illa anuncia las recomendaciones para la Comunidad de Madrid.Foto: EFE | EPV

Así, la noche del jueves descubrió a Illa reunido con dos ministros y la plana mayor de los socialistas de Madrid. Acompañado por Carolina Darias, titular de Política Territorial y Función Pública, y Reyes Maroto, su homóloga de Industria, Comercio y Turismo, el responsable de Sanidad dejó un discurso duro, sin edulcorantes, y con un punto de desesperanza.

“Las cosas en Madrid van muy mal”, advirtió mientras le escuchaban, entre otros, el delegado del Gobierno, José Manuel Franco, y el portavoz de los socialistas en la Asamblea, Ángel Gabilondo. “No se puede descartar nada”.

Las semillas de la crisis institucional ya están plantadas, pero se intenta evitar antes de que explote. Llega el viernes. Durante la mañana, aún hay varios intentos del Gobierno de impedir la ruptura. Madrid pedía una semana más para ver el efecto de sus confinamientos por zonas básicas de salud, que este viernes ha ampliado a otras ocho. El Gobierno contesta que eso es inviable, que hay que actuar ya con más contundencia para controlar la pandemia en la peor región de Europa. Hay zonas de España confinadas con datos mucho mejores. El Ejecutivo insiste en que confinar solo algunos barrios es ineficaz e injusto, con el añadido de que son las zonas más populares y más castigadas por la precariedad y la crisis.

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Illa multiplicó sus contactos e Iván Redondo, jefe de gabinete de Sánchez, llamó a Miguel Ángel Rodríguez, el todopoderoso jefe de gabinete de Ayuso, que fue un hombre clave del aznarismo, para negociar una salida. No fue posible. El Gobierno avisó de que mostraría en público sus discrepancias porque no podía hacerse cargo de una decisión tan grave que no comparte. Y así se decidió la comparecencia de Illa.

Eso fue interpretado inmediatamente como un acto de hostilidad por el Gobierno de Madrid. Primero, porque consideró la llamada de Redondo a Rodríguez como un preaviso de la rueda de prensa, y no como una posibilidad abierta para encauzar la situación antes de que estallara la crisis. Y segundo, porque no se atendió a su posición.

“Lo peor es contar las recomendaciones”, transmitió el equipo de Díaz Ayuso al de Sánchez antes de la comparecencia de Illa. “Madrid sabe lo que tiene que hacer y solo pide ayudas concretas”, argumentó. “Esto no va de imposiciones”.

No fue esa la única mecha que prendió el fuego entre dos Administraciones que ya vivían una tregua política más que frágil. Horas después de esa conversación entre Redondo y Rodríguez, hasta la Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, llega un rumor que pronto se convierte en noticia: fuentes del Gobierno están diciendo que Ruiz Escudero está de acuerdo con Illa, como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y que ambos creen que el Ejecutivo regional debería tomar medidas de mucho mayor alcance.

Ese es el instante en el que todo salta por los aires. Por encima de la rueda de prensa de Illa, coincidente con la intervención de Antonio Zapatero para anunciar las nuevas medidas de Madrid, algo que la Comunidad considera inusitado, lo que se indigesta de verdad en la Puerta del Sol es el intento de abrir una brecha entre Díaz Ayuso y su principal consejero en la gestión de la covid, además de una crisis en el PP entre la presidenta y el alcalde.

Ruiz-Escudero desmiente en público cualquier duda sobre lo planteado por su propia consejería (“Esto es rotundamente falso”), al igual que el regidor de la capital. El consejero, además, hace llegar hasta el ministerio su sorpresa por la celebración de una rueda de prensa paralela a la de Zapatero. Son horas de zozobra y de dudas. El Gobierno regional contiene la respiración, porque se le acumulan los frentes: igual que tiene el choque con el Ejecutivo, sigue a la espera de la ratificación judicial a las medidas de restricción a la movilidad adoptadas.

Una semana después de su anuncio, y con la crisis entre los dos Gobiernos ya desatada, llega el primer respiro para Díaz Ayuso: el Tribunal Superior de Madrid avala las restricciones, aunque con un voto particular que plantea otras opciones legales.

Justo lo que tiene La Moncloa sobre la mesa. A partir de ahora el Ejecutivo espera que Ayuso reflexione y rectifique. Pero si no lo hace tendrá que tomar una decisión sobre decretar el estado de alarma de forma unilateral o aplicar el artículo 155 de la Constitución por segunda vez en la historia. Son dos opciones muy complejas que requieren mucho apoyo político. Hacerlas en contra del PP –y de Ciudadanos, que también gobierna en Madrid– es muy delicado. Y no está claro que se pudiera contar en el Congreso y el Senado con el respaldo de los nacionalistas, contrarios a este tipo de intervenciones contra una autonomía. El Ejecutivo no parece aún haber entrado en esa zona de riesgo máximo. Las negociaciones con Madrid seguirán. Y el Gobierno también presionará a Ciudadanos, con quien tiene ahora buena relación, para que le ayude a convencer al PP.

Pero la inesperada ruptura de estas horas abre un abanico de posibilidades. El nivel de preocupación de los ministros consultados es máximo y ya se están preparando todo tipo de medidas, sobre todo económicas, para hacer frente en las próximas semanas a una situación muy delicada en Madrid. ”Esto tiene muy mala pinta”, resume un político en comunicación diaria con las dos Administraciones.

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