_
_
_
_
ABIERTO POR VACACIONES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cosas de familia

Existe un gen reconocible en la primera planta de la calle Génova. Un gen ganador que se instala en las oficinas regionales del partido y que sólo conoce una palabra: poder

Jesús Ruiz Mantilla
La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre (centro), junto a Isabel Díaz-Ayuso y José Luis Martínez Almeida.
La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre (centro), junto a Isabel Díaz-Ayuso y José Luis Martínez Almeida.Luca Piergiovanni (EFE)

Para quienes ya tenemos cierta edad y hemos visto naves más allá de Orión, no nos extraña esta dualidad del PP a cargo de las instituciones madrileñas. Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida parecieran replicantes calcados a lo que en su día representaron Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón.

Existe un gen reconocible en la primera planta de la calle Génova. Un gen ganador que se instala en las oficinas regionales del partido y que sólo conoce una palabra por encima de cualquier otra: poder. Así ha sido en la Comunidad de Madrid sin tregua desde que dejó el cargo Joaquín Leguina. Y lo mismo prácticamente en el Ayuntamiento de la capital con el paréntesis de Manuela Carmena.

Desde la sede del partido se cocinan líderes para la capital que abarcan a la perfección dos almas convivientes. Expresan su gestión de forma diversa pero evidente. Un abanico de estilos tan amplio que caben en él la razón y la sinrazón, el populismo y el espíritu de la Transición, las formas aristocráticas y el casticismo, la corrupción y sus múltiples formas de mirar para otro lado, la capacidad de acuerdo y la patada a la puerta. Es raro, pero eficaz. Extraño y a la vez cotidiano.

El problema saltará cuando Ciudadanos se retrate. Almeida parece no darles argumentos de peso para romper el pacto. Ayuso, en cambio, ya ha colmado de sobra la paciencia de sus aliados.

Durante varias legislaturas se fueron alternando en sus cargos Aguirre y Gallardón mediante sonrisa y puñalada por la espalda, odio sin tregua y caricias. Como en cualquier familia que se precie. Políticamente, se retroalimentaban en sus polos opuestos. Alcanzaron cierta maestría en la dinámica acción / reacción hasta el punto que -al no existir alternativa- funcionaban como Gobierno y oposición allí donde les tocaba ejercer. Se lanzaban de un despacho a otro calderos de veneno y parecían disfrutar esa competencia en el empleo de formas sibilinas.

De aquella etapa, al menos, los ciudadanos nos quedamos con Madrid Río. Nuestros bolsillos aun tiemblan, pero la iniciativa se la reconoció a Gallardón hasta Carmena. ¿Qué sacaremos de estos dos pipiolos? Resulta curioso observar su actitud. No muestran la beligerancia trasparente de sus antecesores. Volaban por libre y ni siquiera se preocupaban de los problemas que pudieran provocar ante los líderes nacionales de su partido. La guerra era la guerra. Enfrentaba las esencias nacionalcatólicas bañadas en cierto paripé demócrata de Aguirre contra la complacencia con ramalazos progres de Gallardón. Una mantenía los votos ultras que hoy se han escapado a Vox. El otro ese centrismo que se fugó a Ciudadanos.

Sus herederos se muestran más cautos. Ocultan rivalidades soterradas pero las hacen patentes al ejercer. Guardan las formas y cada uno emprende su propia carrera por dominar el terreno sin estorbarse. El problema saltará cuando Ciudadanos se retrate. Almeida parece no darles argumentos de peso para romper el pacto. Ayuso, en cambio, ya ha colmado de sobra la paciencia de sus aliados. De provocar sus disparates continuos una crisis, entonces veremos hasta qué punto es fuerte la siempre difícil alianza entre el alcalde y la presidenta de la Comunidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_