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Un museo dedicado a explicarnos cómo nos engaña el cerebro

El Museo de las Ilusiones, con sede en 18 países, acaba de abrir sus puertas en Madrid

Una joven en el recién estrenado Museo de las Ilusiones de Madrid.
Una joven en el recién estrenado Museo de las Ilusiones de Madrid.DAVID EXPOSITO
Sergio C. Fanjul

Hay en Madrid un lugar en el que se sirven cabezas humanas cortadas sobre platos, se camina por pasillos donde el mundo da vueltas, se entra en habitaciones donde todo parece torcido, o boca abajo o infinito, o se comparte mesa con varias versiones idénticas de uno mismo. Al final sale uno algo confuso y mareado, pero merece la pena… aunque no ha sido real. Todo ha sido solo una ilusión. El Museo de las Ilusiones acaba de abrir sus puertas en la ciudad. Y esto sí es real.

En sus dependencias se encuentran ilusiones como el cuarto de Ames, que cambia aparentemente el tamaño de las personas que lo transitan, el túnel infinito que se genera entre dos espejos, las imágenes caleidoscópicas o el trepidante Túnel del Vórtice: se camina a través de un tubo que gira y parece que todo lo demás es lo que da vueltas. Son experiencias que ponen a prueba nuestra forma de percibir el mundo y en ellas se evidencian algunos de los trucos y aproximaciones que utiliza la mente para hacer que el mundo encaje dentro de ella. Porque el mundo no es como lo vemos, el mundo es una cosa que construimos dentro de nuestros cráneos.

Ambiente en el Museo de las Ilusiones de Madrid en una de sus primeras jornadas de apertura.
Ambiente en el Museo de las Ilusiones de Madrid en una de sus primeras jornadas de apertura.DAVID EXPOSITO

“El estudio de las ilusiones visuales nos revela que el sistema visual es un sistema activo de procesamiento, es decir, lo que percibimos es una interpretación del mundo que hace nuestro cerebro a partir de la información captada por nuestros sentidos”, explica Ignacio Serrano-Pedraza, profesor del departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). En el museo se mezclan ilusiones propiamente dichas con otros fenómenos no ilusorios, como explica el profesor, por ejemplo, los estereogramas (las imágenes tridimensionales popularizadas en libros como El ojo mágico) o “las imágenes multiestables, que son imágenes que tienen más de una interpretación, como el llamado Jarrón de Rubin [ese jarrón que aparece entre las siluetas de dos rostros de perfil]”. Otras famosas imágenes ambiguas de este tipo nos confunden entre un pato y un conejo, o entre una mujer joven y otra entrada en años.

¿Qué pasa en nuestro cerebro para que percibamos estas ilusiones? “La información que nos ofrece el mundo es inabarcable, bombardea nuestros sentidos y tenemos una capacidad de procesamiento limitada”, explica Susana Martínez-Conde, neurocientífica de la Universidad del Estado de Nueva York, “así que nuestro cerebro tiene que elegir lo que va a procesar”. De hecho, nuestra capacidad de recibir información externa es menor de lo que pensamos. Por ejemplo, solo vemos en alta resolución en un área visual similar al área de la uña del dedo gordo cuando extendemos el brazo. Es el área que usamos para leer: todo lo demás es borroso.

El Museo de las Ilusiones nació en Croacia en 2015, a partir de una idea de dos jóvenes aficionados a este mundo

Esa elección entre la infinidad es el mundo que se nos presenta y esta lleno de ambigüedades, de espacios en blanco, de falta de información que el cerebro rellena, muchas veces extrapolando o inventando, creando narrativas, buscando estructuras y significados. Si uno trata de imaginarse el mundo sin filtrar por nuestro cerebro se le aparece el caos: no es fácil que el mundo tenga sentido. “Solemos pensar que se trata de errores o excepciones, pero son la norma, y son necesarios para la supervivencia”, dice la neurocientífica: estas hipótesis que la mente plantea son adaptativas y permiten tomar decisiones muy rápidas con poca información.

Cuando percibimos uno de esos supuestos errores, que no lo son, es cuando percibimos una ilusión. Las ilusiones pueden ser sensoriales, visuales, auditivas, etc, más cercanas a los sentidos, o cognitivas, más relacionadas con el procesamiento neural, con la memoria, la atención o las decisiones. Martínez-Conde es estudiosa de un curioso campo donde las ilusiones son cruciales: la Neuromagia. En colaboración con magos e ilusionistas estudia cómo estos engañan al cerebro y cómo conociendo estas prácticas podemos aprender más de nuestros procesos neurales.

El Museo de las Ilusiones es una franquicia internacional que se encuentra en 18 ciudades (entre ellas, Nueva York, Atenas, Estambul o Dubai) y que ahora llega a Madrid. “El proyecto nació en Croacia en 2015, a partir de una idea de dos jóvenes aficionados al mundo de las ilusiones que conceptualizaron el museo”, explica Jacquelin Mendes, responsable del Marketing, “no imaginaban que tendrían tanto éxito, tanto entre el público como entre los franquiciados”.

Conocer estas ilusiones es divertido, pero le deja a uno algo mareado y abrumado, y genera algo de desconfianza en nuestra propia forma de percibir el mundo. Esto es interesante en un panorama tan polarizado y virulento como en el que vivimos, lleno de conspiranoia, fake news, pseudociencia y bronca política: fomenta el pensamiento crítico, nos enseña que nuestros sentidos pueden engañarnos, que existen diferentes puntos de vista, que nada está tan claro, que no es lo mismo la apariencia de la realidad. Aunque, ¿qué es la realidad?

Dos hermanos visitando el museo
Dos hermanos visitando el museoDAVID EXPOSITO

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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