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Almeida descarta ahora el Museo Judío al no recibir la documentación del promotor

El Ayuntamiento de Madrid está ahora “abierto a todo tipo de proyectos” para el edificio que okupó La Ingobernable, que se les han presentado “ya”

El País
El centro social La Ingobernable, durante un intento de desalojo en agosto de 2019.
El centro social La Ingobernable, durante un intento de desalojo en agosto de 2019.KIKE PARA

El Ayuntamiento de Madrid no seguirá adelante con el proyecto de instalar un Museo Judío en el edificio municipal del paseo del Prado 30, que estuvo ocupado durante más de dos años por La Ingobernable. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha anunciado este viernes en un desayuno de Europa Press que va a dar carpetazo al procedimiento abierto para ceder a la Fundación Hispanojudía este espacio de 3.000 metros cuadrados en plena milla del arte porque el promotor no ha aportado la documentación requerida.

“No podemos mantener esta situación o este impás, estamos ante un edificio en un entorno privilegiado, con posibilidades de uso cultural extraordinarias, igual que anunciamos el proyecto ahora no es el proyecto porque no se ha conseguido aportar la documentación y los mínimos”, ha sentenciado Almeida. Madrid buscaba un proyecto “de dimensión internacional, de relevancia cultural extraordinaria” y aunque entendían que este proyecto encajaba, no se les ha aportado la documentación justificativa y dan “por resuelto” el procedimiento de cesión.

El Ayuntamiento de Madrid está ahora “abierto a todo tipo de proyectos” que se les han presentado “ya”, ha dicho Almeida, en un edificio que deberá tener “un uso cultural” además del dotacional que está comprometido con los vecinos. En campaña, Almeida prometió dedicar el inmueble a hacer una biblioteca o a un centro de salud.

El alcalde no ha revelado qué proyectos tiene ya entre menos, pero antes del anuncio del Museo Judío se supo que la fundación italiana Sandretto Re Rebaudengo de arte contemporánea había mostrado interés en el inmueble tras un intento fallido de instalar una sede en Matadero.

La Fundación Hispanojudía, en un comunicado, indicó que volverá a tramitar el expediente para sacar adelante su proyecto y acachó a la pandemia los retrasos.

Almeida anunció el proyecto el nuevo museo judío en febrero, mediante una concesión demanial durante 50 años, pero lo hizo sin tener un proyecto museográfico ni memoria económica, ni misión cultural, ni intervención arquitectónica. La Fundación Hispanojudía ―con David Hatchwell como presidente, Alberto Ruiz Gallardón como vicepresidente, y Javier Cremades como secretario general― pretendían instalar allí el Museo Judío de España, “y con ello contribuir pedagógicamente, mediante la educación en la tolerancia, a la eliminación de la lacra del antisemitismo”.

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El museo estaría dotado con una colección permanente y exposiciones temporales y el encargado de la reforma del inmueble, que data de 1925, iba a ser el arquitecto Luis Vidal, autor de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. El proyecto nunca llegó a entenderse bien, ya que en Toledo existe el Museo Nacional Sefardí, anexo a la sinagoga del Tránsito, dedicado a conservar el legado de la cultura hispanojudía y sefardí. Con 330.250 visitantes al año, es la segunda institución más visitada de las gestionadas por el Ministerio de Cultura.

Las condiciones de la entrega del edificio a la Fundación eran similares a las del equipo de Ana Botella, que lo regaló, en el último Pleno de su legislatura en mayo de 2015, al arquitecto Emilio Ambasz durante 75 años. El Ayuntamiento de Madrid recuperó la titularidad del inmueble en tiempos de Carmena, que terminó con la cesión hecha por Botella a la Fundación Ambasz. Sus planes eran construir un museo de la arquitectura derruyendo el inmueble, cuya protección se recuperó también en el anterior mandato. Madrid pagó en concepto de indemnización 1,4 millones.

El inmueble estuvo ocupado por La Ingobernable desde mayo de 2017, bajo el mandato de Manuela Carmena, hasta que en noviembre del año pasado el Consistorio madrileño efectuó su desalojo, ya con Martínez-Almeida, que durante la campaña había sido muy tajante al respecto. “Se acabó el cuento”, repetía en los mítines.

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