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Feriantes sin ferias

En la Comunidad de Madrid, donde la temporada va hasta octubre, piden una solución para poder trabajar y no perder el año

Lucía Franco
Dos feriantes trabajan reparando las ruedas de una carretilla.
Dos feriantes trabajan reparando las ruedas de una carretilla.DAVID EXPOSITO

Para los Georgevich, la temporada de ferias y fiestas se inauguró tímidamente en marzo en la feria de Illescas. Cuando esta familia de origen Húngaro, estaba desmontando las atracciones les dijeron que tenían que confinarse. Había llegado la pandemia del coronavirus. Llevaban todo el invierno esperando para volver a subirse a sus caravanas y ponerse a trabajar para ir de feria en feria por toda la Comunidad de Madrid hasta octubre. Sin apenas poder empezar la temporada tuvieron que aparcar sus caravanas en una finca a las afueras de Madrid, casi llegando a Navalcarnero.

Jorge, patriarca de la finca de feriantes, en el porche de su casa.
Jorge, patriarca de la finca de feriantes, en el porche de su casa.DAVID EXPOSITO

Desde hace 18 años, en una especie de descampado de 150 hectáreas, conviven durante el invierno más de 100 personas, entre ponis, caballos, gallinas, gatos y atracciones de todo tipo. Todos los inquilinos son primos, sobrinos, hermanos de alguien. Jorge Georgevich, de 65 años es el mayor de todos en la familia. “Mis abuelos, bisabuelos y tatarabuelos eran feriantes como nosotros y ahora es mi deber continuar con su legado”, afirma. Su vida es muy parecida a la de los nómadas. No tienen código postal, ni les llega el correo a ninguna dirección. Solo tienen su caravana y las atracciones que han ido comprando. “Sin ferias, no tenemos que comer”, afirma Georgevich. A 45 minutos del centro de Madrid, alejados de las mascarillas y los geles de manos hidroalcohólico, tienen aparcadas sus caravanas desde hace más de dos meses. “Compramos dos furgones llenos de pan congelado, comida para dos meses y nos encerramos aquí”, cuenta. Ninguno de la familia se ha contagiado de la covid-19.

La familia Georgevich es parte del colectivo de los feriantes de la Comunidad de Madrid, con más de 3.000 personas que han decidido unirse en la Asociación Cultural Unión de Feriantes Comunidad de Madrid (AUFCAM), para denunciar su situación y facilitar cualquier tipo de comunicación con los ayuntamientos. Su presidente, Fernando Piqueras, denuncia que no están incluidos en ningún plan de la desescalada. “Nadie nos ha dicho en qué fase entramos nosotros, nadie nos dice si entramos en alguna”, se queja.

El Rubio, feriante que reside junto con el resto de familias a la altura de El Álamo.
El Rubio, feriante que reside junto con el resto de familias a la altura de El Álamo.DAVID EXPOSITO

Los Ayuntamientos de Comunidad de Madrid suspendieron en marzo todas las ferias y fiestas. “Ahora estaríamos en las fiestas de San Antonio en la Comunidad y tendría mi feria montada en Fuenlabrada”, dice Piqueras.

Entre las ferias han creado su vida. Es ahí donde Randy Georgevich conoció a su novia, Rocío, hace un año en las fiestas del Pardo. “Yo estaba ayudando en las atracciones y ella se iba a subir a los autos de choque”, cuenta Randy. Rocío fue la primera en hablarle y pedirle más fichas para los juegos y desde ahí llevan viviendo juntos 11 meses en su caravana. Cuando Randy se case con Rocío su padre le dará una atracción para que ahora él se pueda convertir en la cabeza del hogar y pueda mantener a su familia. Esa es la tradición familiar. “Cada familia tiene sus atracciones y el dinero que hagan es de ellos”, explica Randy.

Alejandro, en la nave donde tiene su atracción aparcada en la finca donde residen los feriantes.
Alejandro, en la nave donde tiene su atracción aparcada en la finca donde residen los feriantes.DAVID EXPOSITO

Con lo que ganen en las ferias ahorrarán para poder comprar más atracciones. “Mi hermano y yo nos hacemos cargo de los autos de choque de mi padre”, explica. “Como se nota que no has trabajado en un año”, le grita a su hermano mientras que trata de enseñar los autos de choque que están guardados unos encima de otros en un camión. Randy nunca puso un pie en un colegio. “Aprendí a juntar letras con los anuncios de publicidad que iba viendo por el camino”, cuenta. Los números los lleva en la sangre, dice. “No necesité que nadie me enseñara matemáticas para manejar mi negocio”.

Un trozo de una de las atracciones.
Un trozo de una de las atracciones.DAVID EXPOSITO

No recuerdan un año en el cual no hubieran tenido ferias. Esta nueva normalidad no es nada normal para los feriantes. “No conozco otra forma de vida y si me sacas de aquí me matas”, afirma Randy. Su prima, Andrea, 27 años, tiene tatuado el nombre de la familia en el brazo: “Georgevich”, dice en letra pegada y negrita. El trabajo de Andrea cuando están en la feria es atender la taquilla de las atracciones de su padre. “Me encanta cuando llegamos a un pueblo y salen todos a recibirnos”, cuenta. Nunca se ha imaginado una vida distinta y quiere que sus hijos crezcan dentro de una caravana.

El padre de Andrea acababa de comprar una nueva noria por internet. Era de unos feriantes en Portugal que se la vendieron a buen precio para estrenarla esta temporada. “Llevábamos seis meses sin ingresos, acabando el mantenimiento de todo, haciendo los últimos repasos para volver a empezar, habiendo soportado las inversiones, las tasas pagadas, los seguros abonados. Estaba todo hecho, insiste, y ahora, la nada”, afirma Jorge. Cada día que pasa sin que tengan una noria llena de gente divirtiéndose lo consideran una amenaza a su forma de vida nómada.

Rony, propietario de una atracción de coches de choque.
Rony, propietario de una atracción de coches de choque.DAVID EXPOSITO
Una atracción aparcada en la finca donde viven los feriantes, a la altura de El Álamo.
Una atracción aparcada en la finca donde viven los feriantes, a la altura de El Álamo.DAVID EXPOSITO
Una mujer en su caravana en la finca donde viven los feriantes.
Una mujer en su caravana en la finca donde viven los feriantes.DAVID EXPOSITO
Un trabajador de la finca pasa por unas atracciones aparcadas.
Un trabajador de la finca pasa por unas atracciones aparcadas.DAVID EXPOSITO
Una atracción precintada de la feria de Hortaleza, la única que quedó montada en Madrid durante la crisis del coronavirus.
Una atracción precintada de la feria de Hortaleza, la única que quedó montada en Madrid durante la crisis del coronavirus.DAVID EXPÓSITO

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.

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