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Una extrabajadora de Monasterio y el Colegio de Aparejadores presentan otra denuncia contra ella

La fiscalía incorpora este escrito a la investigación abierta contra la dirigente de Vox tras las acusaciones de Más Madrid por la falsificación de un visado de obra

Rocío Monasterio, a las puertas de Les Corts Valencianes.
Rocío Monasterio, a las puertas de Les Corts Valencianes.Kai Försterling (EFE)

Esther Navarro, una antigua trabajadora del estudio de Rocío Monasterio, y el presidente del Colegio de Aparejadores han presentado una nueva denuncia por la falsificación de un visado que tramitó la líder de Vox en Madrid y que originalmente firmó Navarro, tal como reveló EL PAÍS. Es una denuncia diferente a la que presentó en enero Más Madrid, aunque ambas se refieren al mismo asunto y la Fiscalía ha incorporado estas nuevas acusaciones a las diligencias ya abiertas. Monasterio recurrió a Navarro para que firmara y visara el proyecto de reforma de un loft de Madrid en 2005, pues entonces ella no era arquitecta. Fue un trámite que cumplió con todos los procedimientos legales, pero la dirigente de Vox reutilizó estos timbres, usando un copia y pega evidente, y sin conocimiento de Navarro, en trámites posteriores de esa obra en el Ayuntamiento de Madrid en 2011 y 2016. El Colegio de Aparejadores lamenta que se hiciera un uso “torticero y falsario” de un visado.

Esta entidad descubrió el engaño el pasado mes de noviembre al ver en este periódico los planos timbrados. Buscó en sus archivos esos documentos, pero no los encontró. El visado válido y auténtico estaba registrado en 2005 y la treta era clara: el usado en esos planos había sido falsificado. Una de las principales perjudicadas es Navarro, la profesional que firmaba ese timbre y que, según su currículum, solo trabajó dos años en el estudio de Monasterio. Contactada por este periódico, asegura que desconocía que se había vuelto a usar el sello de manera irregular tras su marcha. La denuncia que ha presentado, junto al presidente del Colegio de Aparejadores, Jesús Paños Arroyo, incide en que detrás de estas maniobras hay algo ilegal: "De la documentación remitida se desprende que hay indicios suficientes para entender que puede haberse cometido un delito de falsificación documental de los previstos en el art. 392 del Código Penal”.

La denuncia, a la que ha tenido acceso este periódico por fuentes judiciales, traza la secuencia de los hechos y explica: "Para la consumación de dicho delito se ha utilizado de forma falsaria la imagen de las pegatinas correspondientes al visado nº 0511764, visado expedido para certificar la corrección formal del “ESTUDIO Y VALORACIÓN DE ACONDICIONAMIENTO DE LOCAL PARA VIVIENDA”, redactado y firmado por la colegiada Dña. Ester Navarro Velasco. Dicha documentación era plenamente correcta y sin irregularidad alguna. Por lo tanto y en consecuencia se ha simulado la intervención de la denunciante en un documento en el que no ha tenido intervención alguna”.

En sus conclusiones, el Colegio alerta de que este tipo de comportamientos pone en peligro la credibilidad de los colegios profesionales: “El valor del instrumento del visado colegial puede verse perjudicado, si una utilización torticera y falsaria del mismo queda impune. Por ello, también desde este punto de vista es necesaria una acción legal en defensa de los intereses del Colegio de Aparejadores, pues simula la intervención de los órganos colegiales de la denunciante que realmente no han intervenido”.

Navarro y Monasterio se conocieron en la universidad a finales de los noventa. En 2002, antes de acabar la carrera, Monasterio abrió un estudio de arquitectura que llevaba su nombre y se especializó en la reforma y venta de lofts. Su marido, Iván Espinosa de los Monteros, el portavoz de Vox en el Congreso, hizo labores de promoción inmobiliaria y asumió el papel de comisionista en algunas operaciones. En ese tiempo, Monasterio pidió a Navarro que le echara una mano. Necesitaba que ella visara los planos de una obra para tramitar el proyecto en el Ayuntamiento de Madrid. En ese tiempo, la aparejadora incluso desconocía que Monasterio no hubiera acabado sus estudios y no estuviera todavía colegiada en el Colegio de Arquitectos de Madrid. Navarro aceptó ese trabajo y cumplió con ese cometido. Después dejó de colaborar con el estudio de Monasterio, y no había tenido más noticias de estos trabajos hasta que se conoció el escándalo de las obras irregulares del tándem de Vox.

Navarro estuvo durante meses en la sombra. El asunto de los visados manipulados ya se conocía, pero su nombre no había salido a la luz. Fue la propia Monasterio la que, para defenderse, la nombró en público en enero, ante un grupo de periodistas en la feria de turismo de Madrid: “Si se fijan ustedes, el visado del proyecto del que hablan pone un nombre que es Esther Navarro, no Rocío Monasterio. Pero a esa parte los periodistas parece que no le están prestando atención”. El Colegio de Aparejadores, horas después, defendió la legalidad del procedimiento de Navarro y ratificó la falsificación en la que incurrió Monasterio. La institución aseguró que no descartaba presentar acciones legales. Ese momento ha llegado un mes después.

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También el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) se ha visto envuelto en la polémica. Desde la semana pasada, la decana de los arquitectos de Madrid, Belén Hermida, enfrenta a una revuelta interna para destituirla. Siete de los 14 miembros de la junta de gobierno presentaron su dimisión el viernes pasado en el COAM, indignados, entre otras cosas, por su respuesta lenta y débil al caso Monasterio. Un día antes, el colegio había desestimado por segunda vez una denuncia por intrusismo contra Monasterio, también de Más Madrid. L

a reacción de la decana, Belén Hermida, fue dar una rueda de prensa en la que criticó por primera vez, cuatro meses después de las primeras irregularidades desveladas por EL PAÍS, el comportamiento de la dirigente de Vox. Hermida comparó las prácticas de Monasterio con las de intrusos en otras profesiones que tienen una protección especial por afectar a derechos básicos. La decana dijo que firmar un plano diciéndole a un cliente que es arquitecto es asimilable a "un médico que firma cuando no está titulado o no está colegiado, o cuando un abogado ejerce sin tener la correspondiente titulación”. Respondía a una pregunta de un periodista que le pidió que definiera el comportamiento de un arquitecto que se comporta de ese modo. “Es una irregularidad, claro, no es otra cosa. Por supuesto. Yo creo que eso no se ha puesto en duda en ningún momento”, añadió.


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