Galicia afronta una huelga indefinida de médicos: “Queremos volver a casa sin miedo a habernos equivocado”
Los facultativos gallegos urgen medidas para aliviar su agotamiento y garantizar la “seguridad” de los pacientes. Se han suspendido 163 operaciones y 3.764 consultas
La doctora Matilde Maceiras trabaja en la sanidad pública gallega desde 1995 y nunca la había visto en una situación tan crítica. El “agotamiento” de los médicos de familia es “extremo”, sostiene, y “el porcentaje que toma psicofármacos para afrontar la consulta, elevadísimo”. Este martes está de huelga. Secunda el paro indefinido que ha arrancado en Galicia y que convoca en solitario la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) para reclamar un tope de 30 pacientes en los ambulatorios, guardias mejor pagadas y que se cubra a los trabajadores ausentes. “Queremos mejorar la calidad asistencial y volver a casa sin miedo a habernos equivocado”, explica Maceiras. “Somos conscientes de que viendo a 50 pacientes al día durante 7 u 8 años acabas cometiendo errores”.
El seguimiento de la primera jornada de protesta en hospitales y centros de salud ha sido desigual, dependiendo de áreas sanitarias y servicios, con más incidencia en hospitales de referencia que en los comarcales o ambulatorios, y con especial impacto en los servicios hospitalarios de Vigo y Ourense. El CESM asegura que han parado un 60% de los facultativos que podían hacerlo por no estar incluidos en los servicios mínimos decretados por la Xunta. La Consellería de Sanidade rebaja el “seguimiento global” al 14,2%. Se han suspendido, según datos oficiales, 163 operaciones (más del 25% de las que se suelen realizar cada día), 3.764 consultas externas y 398 pruebas diagnósticas.
En el centro de salud de Narón (A Coruña) donde trabaja Maceiras, uno de los más grandes de la comarca de Ferrolterra, la incidencia de la protesta ha sido alta, señala esta facultativa de 58 años. En sus consultas los médicos de familia atienden a diario una media de entre 45 y 50 pacientes, aunque llegan a encarar agendas de 60 o 70, asegura. “En pandemia he llegado a atender ocho cupos yo sola”, recuerda. En Galicia las protestas de los sanitarios por la sobrecarga de trabajo vienen de años antes del coronavirus, cuando era presidente Alberto Núñez Feijóo. Maceiras afirma que ella y sus compañeros se sienten “menospreciados” después de los aplausos del confinamiento: “Ya antes de la covid la respuesta [de la Xunta] fue nula, así que tampoco teníamos esperanza de que mejorase nuestra situación tras la pandemia, que ha tenido para nosotros un coste físico y psíquico que no tiene medida”.
Jorge Alonso está haciendo el MIR en Pediatría en el hospital de Pontevedra y también se ha unido a la huelga. Explica que la Xunta se queja de falta de médicos cuando la clave, remarca, está en las malas condiciones laborales que le impone a los sanitarios. Esgrime que en Galicia la retribución es peor que en otras comunidades como Cataluña o Baleares: por una hora de guardia, un facultativo en formación de primer año como él cobra 13,74 euros brutos, frente a los 17,50 de la sanidad catalana. Es gallego y subraya que lo ideal para él sería quedarse a vivir donde nació. Sin embargo, ya se plantea marchar, incluso al extranjero: “Lo que ves aquí te asusta; la gente está fatigada. En otros países atiendes a 30 pacientes y te pagan el triple”.
La lista de demandas de los huelguistas es amplia. Los facultativos gallegos reclaman, entre otras mejoras, limitar el número de pacientes que atienden al día en los centros de salud (a 25 para los pediatras, a 30 para los médicos de familia); la jornada de 35 horas semanales que disfrutan sus colegas del resto de España salvo los de Madrid, Cataluña y Murcia; más descansos y mejor pagados; y una planificación anual de las sustituciones de los trabajadores ausentes por vacaciones, permisos, bajas e incidencias que eviten agujeros en la asistencia a los ciudadanos y la sobrecarga de los compañeros que siguen en su puesto. “Hay que topar las agendas, como se ha hecho en muchas otras comunidades autónomas, la Xunta está empeñada en mantenerlas abiertas”, lamenta el secretario general de CESM en Galicia, Enrique Marra-López. “Defendemos esta huelga por la seguridad de los pacientes. Muchos días no podemos garantizarla porque con la carga de trabajo que tenemos la gente revienta”.
La Consellería de Sanidade responde que parte de las demandas de los huelguistas están acordadas o en negociación con el resto de sindicatos y asegura que apuesta “por el diálogo y el consenso”. El Gobierno gallego ha establecido unos servicios mínimos del 100% en urgencias (tanto hospitalarias como extrahospitalarias), en el 061, en las guardias y en unidades como reanimación, cuidados intensivos, diálisis o tratamientos oncológicos. “Están usando los servicios mínimos para hacer cosas que no son urgentes”, se quejaba Marra-López a media mañana, en referencia al complejo hospitalario de Pontevedra, del que él es médico de urgencias. Ya por la tarde, los promotores de la protesta acusaron a las autoridades sanitarias de incurrir en esta irregularidad en otros centros de trabajo.
La huelga de CESM, que cuenta con un millar de afiliados en Galicia, no ha suscitado el apoyo de las centrales con presencia en la mesa sectorial (CIG, CCOO, UGT, CSIF y Satse). En ese órgano oficial de negociación laboral con el Sergas no tiene asiento el sindicato médico. “Los sindicatos de clase no están haciendo nada por los médicos; somos nosotros los que estamos tirando del carro y el resto, mirando”, critica Marra-López. “Esta huelga no viene solo por la presión de nuestros afiliados, sino por el malestar general”. Al Gobierno gallego lo acusa de “prepotencia absoluta”: “Siguen defendiendo que los acuerdos los alcanzan en la mesa sectorial donde tienen paz social, los médicos les dan igual”.
El paro indefinido convocado por el sindicato médico es el primero que afronta la Xunta tras la pandemia, pero el malestar de los trabajadores del Sergas y pacientes quedó patente el pasado 12 de febrero en una multitudinaria manifestación por la sanidad pública celebrada en Santiago. Este martes, la Plataforma SOS Sanidade Pública ha anunciado otra jornada de protesta en toda Galicia para el 26 de abril, con concentraciones en diversas localidades en defensa de la atención primaria. Esta organización ha logrado presentar una iniciativa legislativa popular para que se aprueben en el Parlamento gallego medidas urgentes para mejorar los centros de salud. Recabó 55.000 apoyos, lo que la convierte en la iniciativa parlamentaria “más firmada de la historia de Galicia”.
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