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En busca del indeciso | 2. Hay un gallego en la luna. O no

En Ourense, una ciudad que fascina a los encuestadores, Maximino se debate entre la posibilidad de votar en blanco o quedarse en casa el día de las elecciones

Maximino Novoa
Maximino Novoa, votante indeciso, en el parque Barbaña, donde suele pasear con su perro.ÓSCAR CORRAL
Jacobo García
Ourense - Indecisos B

Ourense

Ourense, en el interior de Galicia -tierra natal de Alberto Núñez Feijóo-, es un ejemplo de esos fenómenos demoscópicos misteriosos que desconciertan a los expertos: se ha movido en la igualdad absoluta entre izquierda y derecha durante la última década, pasando indistintamente de votar a PP o al PSOE.

No se puede hacer un retrato de la incertidumbre sin pasar por Galicia. No dudar aquí es como ser ateo en el Vaticano y, definirse como “indeciso” en Ourense, una ciudad que vuelve locos a los encuestadores, es la perfección absoluta. La Piedad de Miguel Ángel de los indecisos.

Las antípodas de La Piedad es Maximino Novoa, de 58 años. Hombros caídos, andar relajado y gafas a media nariz. Una acuarela de Castelao con perro y chándal caminando a media mañana por el parque del Barbaña del centro de Ourense. Novoa es un indeciso peculiar porque dice que no duda entre ningún partido, sino que se debate entre la abstención o el voto nulo, como hizo en mayo. O sea, se entera de política, principalmente por redes sociales, y se sabe los nombres de los candidatos, pero se siente alejado de todos ellos: “La mayoría de los temas que se hablan no son los que me importan”.

Se define como de izquierdas y ecologista y, cuando argumenta, pasa por el cabreo, el pasotismo o la indignación sin separar las manos de la espalda. “La clase política pásase todo o día falando de cousas que no interesan a nadie, como la ley trans, y no se habla doutras como a de Seguridade cidadá ou a de vivenda que nos afectan a moitos”, dice intercalando castellano y gallego como gesto al forastero. “Antes era fácil que os amigos contaran o seu voto e sabíamos más o menos lo que todos pensaban. Pero ahora la xente prefiere no opinar. É unha etapa na que é máis difícil falar de algunas cosas”.

De los casi ocho millones de indecisos que al principio de la campaña no saben a cuál de los grandes partidos votar, Novoa es una peculiaridad demoscópica. El arroaz de los electores, un tipo de delfín que solo se ve en Galicia.

La tarde que Maximino pasea por la ribera del Barbaña se celebra el cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Según los expertos, un debate así mueve el 3% de los votos, así que al terminar el día se habrán escapado de la estadística 240.000 indecisos. Dentro de unos días, justo antes de las elecciones, Maximino ha prometido confesar si es uno de ellos.

Igual que hay personas indecisas, hay ciudades indecisas. Ourense es de esas ciudades que vuelven locos a los analistas de EL PAÍS, intentando predecir lo que sucederá. Con 105.000 habitantes, las urnas de Ourense han reflejado en la última década la división que se vivía en el país, con resultados cambiantes y muy ajustados. En las elecciones generales de 2015, la suma de PP y Ciudadanos logró el 45% de los votos y la de PSOE y Podemos prácticamente los mismos: el 45%. En 2016 el bloque conservador subió un poco, hasta el 50% frente al 45% de la izquierda. Tres años después, el PSOE pasó a ser el más votado y, junto a Podemos, logró el 48% de los votos frente al PP y Ciudadanos, que no pasaron del 35%. Novoa, que en el pasado votó nacionalista y después socialista, podría romper la igualdad, pero su indecisión gira en torno a saber si el 23 de julio irá a votar o se quedará en casa. Aunque desencantado, en el fondo quiere ir a la urna.

Uno de los momentos claves de la vida política de Feijoó, que nació en Os Peares, a media hora en coche de donde Maximino habla de política, fue el día que despidieron a su padre y abandonó su sueño de ser juez para ser funcionario. Desde entonces, pocas oposiciones han dado tanto juego. Para Yolanda Díaz, la otra gallega que aparece en las papeletas, fue cuando se convirtió en concejala de Ferrol, a 180 kilómetros de distancia hacia la costa norte, que es como pasar de Júpiter a Plutón. El momento político más importante de Maximino fue cuando en las pasadas elecciones anuló su voto metiendo las papeletas del PSOE y del PP dentro de un mismo sobre. La perfección de la incertidumbre hecha carne. La Piedad de Maximino en la urna.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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