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Jorge Buxadé, la mano ultraderecha de Abascal

El dirigente de Vox en alza es el ideólogo de un nuevo nacional-catolicismo que se forjó en el integrismo católico y Falange

El portavoz político de Vox, Jorge Buxadé y la nueva presidenta del Parlamento de Aragón en la XI Legislatura, Marta Fernández Martín, el pasado viernes en las Cortes autonómicas. Foto: FABIÁN SIMÓN (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Miguel González

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se quejó el miércoles de la interferencia de la dirección de Vox en las negociaciones que los responsables territoriales de los dos partidos mantenían para hacer presidenta de Extremadura a la popular María Guardiola. “No comparto que los dirigentes nacionales vayan a cambiar conversaciones preliminares”, se quejó Feióo, aludiendo a la visita a Mérida de Jorge Buxadé, vicepresidente de Acción Política de Vox, que también estuvo el viernes en Zaragoza, donde bendijo el pacto que hizo presidenta de las Cortes aragonesas a la ultra Marta Fernández.

Su papel como negociador duro y enviado de Abascal ha dado a Buxadé (Barcelona,48 años) una visibilidad de la que hasta ahora carecía, a pesar de que todos los lunes comparece en rueda de prensa tras la reunión del Comité de Acción Política (CAP), el sanedrín que dirige el día a día del partido ultra. A esas comparecencias tienen prohibido el acceso muchos medios de comunicación a los que Vox considera críticos, incluido EL PAÍS. La primera vez que Vox vetó a este diario fue en mayo de 2019, por publicar que Buxadé había sido en el pasado candidato de Falange, como podía comprobarse con una simple consulta al BOE. “Cuando tenía 20 años, un amigo me dijo que necesitaban gente para completar la lista y me apunté, pero nunca fui militante. Si me lo dijeran ahora diría que no”, se excusó, en declaraciones a El Mundo. En realidad, dijo que sí en dos ocasiones: fue candidato al Parlamento catalán en 1995; y al Congreso de Diputados en 1996. Una vez con Falange de las JONS y otra con la autodenominada “auténtica”.

Buxadé nunca ha abjurado de su admiración por el fundador de Falange. En 2012, ya con 37 años, calificaba a José Antonio Primo de Rivera y a Ernesto Giménez Caballero, uno de los ideólogos del fascismo en España, como “dos almas superiores”. En el mismo artículo, publicado en su blog Lo antiguo es lo nuevo, abominaba de la Constitución española: “Esto es lo que nos ha dejado, ya lo podemos decir, la Constitución de 1978: un pueblo desmantelado”.

De lo que sí se ha arrepentido públicamente es de haber militado en el PP, en el que ingresó en 2004, tras el atentado del 11-M, y se dio de baja en 2014. Fue asesor de Montserrat Nebrera, líder del ala más conservadora del PP catalán, que perdió en 2008 el congreso regional. El número dos de Nebrera era Joan Garriga Villalba, actual portavoz de Vox en el Parlamento catalán, primo del secretario general del partido y antiguo subordinado de Buxadé, que prefería moverse entre bambalinas, según quienes conocían a ambos.

Tras la derrota de los nebreristas, Joan Garriga se unió a Plataforma per Catalunya (PxC), un partido identitario y xenófobo que llegó a tener 67 concejales. Buxadé no siguió sus pasos, pero coqueteó con PxC: impartió un seminario a sus ediles y acudió a algunos de sus mítines, donde quedó deslumbrado por el líder ultraderechista austriaco Christian Strache. En 2019, apadrinó el desembarco en Vox de Joan Garriga y otros dirigentes de PxC, que ya estaba en proceso de liquidación y arrastraba denuncias judiciales por delitos de odio, aunque también un considerable patrimonio cuyo destino nunca se ha conocido. Para hacerles un hueco, Vox sacrificó al equipo que había levantado el partido en Barcelona en los tensos años del procés.

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El nuevo hombre fuerte de Vox es el único miembro del núcleo dirigente que no pertenece al equipo fundador de la formación. Se afilió en 2015 y entró en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) un año después. La mayoría de quienes en junio de 2018 abarrotaron el salón del Hotel Barceló Sants, en el primer mitin multitudinario de Abascal, no le habían visto nunca en actos de Vox pero aplaudieron un discurso en el que no solo arremetió contra el Estado autonómico, como los demás oradores, sino también contra los partidos políticos. “Una cosa es el Estado democrático y de derecho y otra caer bajo la dictadura de partidos”, dijo.

El falangismo de Buxadé tenía poco que ver con el de Javier Ortega-Smith, activo militante de la extrema derecha en su juventud. Mientras este último es amante de las armas y hombre de acción, el primero —aunque alférez de complemento de Infantería— es un teórico. Ortega, soltero impenitente, contrajo matrimonio hace menos de dos años, mientras que Buxadé lleva 19 casado y tiene cuatro hijos. Tanto él como su mujer están vinculados al Opus Dei, igual que los dos primos Garriga.

Hijo de médico militar y farmacéutica, el activismo de Buxadé se inició en asociaciones ultracatólicas, como el Foro Catalán de la Familia, del que él fue presidente y Joan Garriga secretario general. Aunque niega haber formado parte del lobby integrista Hazte Oír, comparte sus postulados: defensa de la “familia natural” y rechazo frontal al matrimonio homosexual, la eutanasia o el aborto, que equipara al asesinato. También fue secretario de la Fundación Joan Boscá, a través de la cual se vehicularon cuantiosos fondos privados para Sociedad Civil Catalana (SCC), ariete del movimiento antindependentista.

En 2003 sacó el título de abogado del Estado con el número 1 de su promoción y, como tal, le tocó asumir la impugnación de la primera consulta independentista, celebrada en Arenys de Munt (Barcelona) en 2009. Compatibilizó su función pública con la actividad privada en un bufete de abogados que facturó miles de euros por asesorar al entonces alcalde de Badalona Xavier García Albiol, del PP, adelantado del discurso antinmigración que enarbolaría más tarde Vox.

Las caras más conocidas del partido ultra han ido siendo relegadas. Macarena Olona se marchó dando un portazo y se presenta ahora a las elecciones con su nuevo partido (Caminando Juntos). Y Javier Ortega fue destituido como secretario general e Iván Espinosa de los Monteros ya no es miembro nato del Comité de Acción Política (CAP). Mientras, Buxadé tiene cada vez más peso. Hasta el punto de que se especuló con que dejaría su escaño de eurodiputado para presentarse a las elecciones del 23-J por Barcelona, aunque hace años que trasladó su domicilio a Madrid. Abascal descartó esta opción, pero los damnificados en la elaboración de las listas han sido representantes del ala ultraliberal (en lo económico) que lidera Iván Espinosa de los Monteros (como Víctor Sánchez del Real, Rubén Manso o Mireia Borrás). Y se han reforzado el sector nacionalcatólico y el nacionalsindicalista, que ha colocado a los dos máximos dirigentes del sindicato Solidaridad como candidatos por Almería y Alicante.

El fulgurante ascenso de Buxadé se explica, según quienes conocen a fondo el partido, por su amistad con Abascal e Ignacio Garriga y su red de contactos, ya que su presencia en el Parlamento europeo —donde ha eclipsado a históricos de Vox como Mazaly Aguilar— le ha permitido convertirse en vicepresidente de la internacional eurófoba (ECR Party) que preside la primera ministra italiana Giorgia Meloni. Pero, sobre todo, porque Abascal ha encontrado en este jurista a un ideólogo, capaz de convertir el puñado de proclamas inconexas que componían las 100 medidas urgentes para España, con las que Vox saltó al ruedo político en 2018, en un cuerpo doctrinal (desarrollado en su libro Soberanía. Por qué la Nación es valiosa y hay que defenderla. Homo Legens. 2021) que justifique la existencia de un partido diferenciado del PP, aunque este se deslice por la peligrosa pendiente marcada por socios como Orbán, Bolsonaro o Trump. Un cóctel en el que, según un antiguo dirigente de Vox, se mezclan “el integrismo católico, que ve en el papa Francisco a un rojo peligroso; el nacionalismo étnico e identitario, el del macizo de la raza; el antieuropeísmo y el proteccionismo económico, aderezado con un muy escaso amor por la democracia”.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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