Ciudadanos, punto y... ¿final?
El partido que irrumpió hace casi dos décadas y ganó las elecciones de 2017 está a punto de quedarse fuera del Parlament, según las encuestas
En la campaña de los comicios autonómicos de 2006, Albert Rivera, entonces presidente de Ciudadanos, se presentó a las elecciones apareciendo desnudo en el cartel electoral, con lemas como este: Ha nacido tu partido. No nos importa qué ropa vistes. Nos importas tú. Ahora, la formación naranja está a punto de alcanzar los 18 años de vida y la mayoría de encuestas vaticinan que se quedará fuera del Parlament tras las elecciones del próximo domingo, después de años de acelerado declive. Siempre cómodos con la propaganda extrema, Ciudadanos ha apostado ahora por dos carteles sin avisar en ellos de que están realizados con inteligencia artificial: en uno se ve a Carles Puigdemont tras unos barrotes y en otro, bajo el lema Detenlos, a Pedro Sánchez y el expresident dándose la mano. Esa fotografía cubre la puerta de su sede.
Sin presencia en el Congreso —no concurrió a las generales del 23-J—, en ningún parlamento autónomo y tampoco en los Ayuntamientos de Madrid y Barcelona, Ciudadanos se ha refugiado en sus cuarteles de invierno convencido de que continúa teniendo un espacio y de que es en Cataluña donde mejor se comprende su proyecto. En esta comunidad se proclamó, de hecho, vencedor de las elecciones autonómicas de 2017, las inmediatamente posteriores a la declaración de independencia y a la aplicación del artículo 155 que intervino la autonomía. Es en Cataluña donde continúan los resilientes del partido, que rechazó recientemente, contra el criterio de la dirección de Madrid, integrarse en las listas del PP, desencadenando la dimisión del secretario general, Adrián Vázquez. Él forma ahora parte de la candidatura de los populares.
Nacido en 2005 en contra del modelo de escuela sólo en catalán y del debate del Estatut, el partido, que se considera el verdadero adversario del independentismo, se enfrenta a un futuro incierto tras rozar un inmenso poder —Rivera estuvo cerca de ser vicepresidente del Gobierno—. Tras haber ganado en Cataluña en 2017, ahora suma seis escaños y afronta el riesgo de desaparecer. Solo algún sondeo pronostica que podría obtener escaños en Barcelona y mantienen sus esperanzas por los microdatos de algunas de ellas.
Con sus rostros más populares —Albert Rivera e Inés Arrimadas— fuera ya de la política, Ciudadanos se sustenta ahora en dos de sus fundadores: el diputado Carlos Carrizosa y Jordi Cañas, cabezas de lista de las autonómicas del 12-M y de las europeas de junio, respectivamente. Ante unas 200 personas, protegidas del sol con gorras naranjas, el partido celebró el pasado sábado su mitin central en una terraza de un club en el Port del Fòrum, en Barcelona. “Este partido nació para no pedir perdón ni permiso a nadie. Somos unos mozalbetes a punto de cumplir 18 años. Con el paso del tiempo nos encontramos con los de verdad”, afirmó Cañas en un discurso en el que afeó al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que alardee de los apellidos catalanes de su candidata a las europeas, Dolors Montserrat. Cañas metió en el mismo saco y sin distingos al PSOE y al PP porque los primeros pactan con los partidos independentistas y los segundos querrían hacerlo, dijo.
Es casi imposible disociar la vida de Ciudadanos del procés. El partido despegó como un cohete a raíz de la primera Diada multitudinaria de 2012 y se ha ido desinflando en Cataluña a medida que la movilización independentista ha bajado. Carrizosa, que busca despertar la conciencia del millón de votos que les aupó a la victoria en 2017, niega la relación. “[La pérdida de apoyos] Puede ser por hartazgo y el desapego de la política”, afirma el diputado, que admite posibles errores de su partido, aunque resalta que se mantiene leal a sus principios. Pese a la caída en picado, no ha cambiado de rumbo y sostiene que su discurso y sus formas no son populistas ni agresivas.
El partido siempre se ha sentido como pez en el agua en su papel de fiscalizador del independentismo —”Hemos presentado tantas denuncias que podemos empapelar una habitación”, explica Carrizosa— o cortando lazos amarillos o haciendo actos en el centro de ciudades con abrumadora mayoría independentista en pleno procés. No faltan ejemplos: Arrimadas fue a Waterloo (Bélgica) en 2019 a gritar “¡libertad, libertad!” ante la casa de Puigdemont, donde el expresident se había instalado tras marcharse de España para evitar rendir cuentas ante la justicia; Carrizosa acudió el primer día de esta campaña a Argèles-Sur-Mer (Francia), donde Junts ha instalado su cuartel general y donde ningún otro candidato ha puesto los pies. Fue para hacer unas declaraciones ante el monumento a los exiliados republicanos. “Hemos querido rendirles un homenaje y recordar que Puigdemont es un fugado de la justicia y es un insulto que se considere exiliado”, dijo, en una de las jornadas que más focos ha logrado.
Pese a los malos pronósticos, David Andrés, de 23 años, número tres de la candidatura de CS, licenciado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas, afiliado desde los 18, dice que el espacio tiene futuro y que pase lo que pase seguirá militando. “La política no es un partido de fútbol. Soy liberal y creo en Ciudadanos. Hay espacio en Cataluña y España para un partido así”, afirma. A la misma hora, Nico Ortiz, coordinador de la agrupación de Barcelona, está en una carpa junto al mercado de La Marina, haciendo campaña con globos y bolígrafos naranjas. “Una de las cosas que cohesionan al partido es el color naranja y el corazón tribandera”, dice orgulloso. Afiliado desde 2008, es fiel al proyecto y considera que tras el 12-M Ciudadanos seguirá siendo necesario. “Fuimos un soplo de aire fresco. Me afilié porque estaba en contra del nacionalismo y el monolingüismo y los mismos problemas siguen existiendo. Tocamos el cielo, pero hay que tener una mirada a largo plazo”, sostiene.
Junto a un cartel de Carles Puigdemont y Pedro Sánchez, Carrizosa pidió el voto en el mitin del sábado a los abstencionistas y a quienes les apoyaron en 2017: “Quien quiere la verdadera disidencia se viene a un mitin de Ciudadanos. Pido el voto de los socialistas que se han sentido traicionados por siete votos”, clamó, en alusión al pacto de Sánchez con Junts para concederle la amnistía a cambio del apoyo de sus siete diputados a la investidura. “Veo a Salvador Illa exangüe y a Junts y ERC revolotear como vampiros”, añadió. Y Cañas acabó apelando a la película Solo ante el peligro: “No me voy porque este es mi sitio, este es nuestro sitio. Y la película acaba bien y, al final, los buenos ganan”. El final de la película, la noche del 12-M.
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