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Elecciones en Cataluña
Columna
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Apertura catalana

PSC, ERC y Vox han conseguido sus objetivos el 14-F. Ciudadanos y PP encaran una profunda crisis tras haber quedado laminados tras las elecciones

Pablo Simón
Salvador Illa celebra sus resultados electorales en la sede del PSC.
Salvador Illa celebra sus resultados electorales en la sede del PSC.MASSIMILIANO MINOCRI

Cataluña ha votado en medio de una pandemia y lo ha hecho sin mayores trastornos. Esto no parecía algo garantizado hace unas pocas semanas, así que debemos felicitarnos de que la logística haya sido un éxito. Sin embargo, el 14-F había muchas incógnitas por resolver y esta no era sino una de ellas.

Una duda de estos comicios era la abstención electoral, aunque no tanto por su incremento, que se sabía que sería récord, como por su distribución. Antes de que arrancara el procés lo normal era que la abstención diferencial (los que votaban en las Generales, pero no en las autonómicas) se concentrara entre los no independentistas ¿Se repetiría este patrón clásico? Los datos señalan que así ha sido. El independentismo ha ampliado su mayoría en cuatro diputados, superando el umbral simbólico del 50% de los votos, pese a haber perdido apoyos en las urnas. Así, aunque ambos bloques se han desmovilizado, lo han hecho en mayor medida los que tradicionalmente se abstenían en tiempo pre-procés.

La segunda cuestión clave se ligaba a las transferencias de voto. Desde el 2012 la transversalidad electoral en Cataluña es escasa y la lengua materna y el sentimiento nacional se han vuelto un buen predictor de las simpatías partidistas. En ese sentido, tampoco el “efecto Illa” ha roto la lógica por la que se vota esencialmente según el eje nacional. La descomposición de Ciudadanos y el cortocircuito del PP apuntan la ganancia de PSC y Vox. El castigo al Govern en el bloque independentista ha sido capitalizado por la CUP, con ciertas perdidas de Junts hacia el PDeCAT. Así, se hace compatible la lógica de voto por bloques, confirmando su notable volatilidad interna, con que ganen los partidos más pragmáticos de ambas orillas.

El tercer elemento, derivado de los anteriores, era la incertidumbre en torno a la posición relativa de los partidos. El triple empate en la cabeza y el quíntuple empate por la cola abría muchas combinaciones posibles, si bien una suma independentista siempre fue más probable que la suma por la izquierda. Pese a ello, ambas vías son aritméticamente factible en el Parlament más fragmentado de los últimos 40 años.

De tener que repartir el palmarés, tres partidos son los que han conseguido sus objetivos. Primero, el PSC, que gana y, aunque no pueda gobernar, se recompone en Cataluña para apuntalarse a medio plazo. Segundo, ERC, que siendo primera del bloque independentista por fin conseguirá la presidencia de la Generalitat. Y, por último, Vox, que ha conseguido un contundente sorpasso al PP, un escenario ideal para proyectarse en toda España. Por el contrario, Ciudadanos y PP encaran una crisis profunda tras haber quedado totalmente laminados en Cataluña, una onda expansiva que llegará hasta el Congreso de los Diputados. Si algo está claro es que hoy Moncloa respira más tranquila que la oposición.

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Sobre la firma

Pablo Simón
(Arnedo, 1985) es profesor de ciencias políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. Doctor por la Universitat Pompeu Fabra, ha sido investigador postdoctoral en la Universidad Libre de Bruselas. Está especializado en sistemas de partidos, sistemas electorales, descentralización y participación política de los jóvenes.

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