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“Tengo una esperanza abstracta”

Siente el poeta Josep Pedrals “una decepción extraña, no sabes qué se camufla entre las competencias y el 155” ante la actual situación sociopolítica en la semana del 14-F

Carles Geli
Pedrals junto a una imagen suya de hace 18 años.
Pedrals junto a una imagen suya de hace 18 años.Albert Garcia (EL PAÍS)

Quizá sea Josep Pedrals el único juglar profesional de Cataluña. “A lo mejor, Enric Casasses también, pero como está casi fuera del sistema…”, contrapone. En cualquier caso, admite de sí mismo que es “un caso raro, una seta, porque mezclo cultura y espectáculo en un momento en que la cultura es una niebla del ocio: se han perdido todos los cánones en un mundo inestable en los criterios”.

Siete elecciones autonómicas después, el escritor y poeta Pedrals (Barcelona, 42 años) lleva casi 15 años viviendo de esa facilidad pasmosa para el verso y su dicción, que ofrece a una sociedad que en este lapso “moralmente ha visto como caían muchas máscaras: entonces Pujol, Juan Carlos I, Felipe González o el PP tenían una pátina, un buen nombre… Imagínese. Hoy somos una sociedad desengañada… ¿A quién narices votas el 14-F?”. Influjo de su juglaría, apuesta por una respuesta “barroca, grotesca, decir que Felipe VI va en bolas... pero con cuidado”, suelta recordando casos recientes de raperos condenados. “No hace falta ser violento para decir según qué”.

Vivía el poeta con sus padres en 2003 y no pensaba en la emancipación porque los tiempos no daban ya entonces para buscar piso. “Tengo la suerte de vivir en uno que era de mi tía-abuela; lo inmobiliario está imposible: no sé qué dice de nuestra sociedad que el salario mínimo sea de 900 euros y el alquiler medio en Barcelona esté ya en 1.050 euros… En el mundo cultural está sobreviviendo quien tiene la casa pagada; con la crisis de 2008 ya se perdió gente muy valiosa sólo por cuestiones económicas… Es triste”. Como lo fue en 2014 el estallido del caso Pujol, a quien su padre conocía por el movimiento escultista. “Le supo muy mal en lo moral, pero recuerdo que me dijo que no le extrañaba por la figura, que era muy factible por el personaje… Lo fuerte es que este hombre tripulase Cataluña 23 años, tiempo larguísimo hoy impensable en política y en todo”. Fue un episodio que formaba parte de “otra nebulosa”, esa en la que “todos sabían y no sabían”, pero, “como buen optimista”, cree Pedrals que a la sociedad catalana “todavía le duele tener espinas clavadas, aún podemos y queremos limpiar; creo que aún nos queda un margen para no ser Sicilia”.

En cualquier caso, nunca ha pensado el autor de El furgatori que los catalanes se movieran en otras coordenadas. “No somos demasiado diferentes de nadie, nunca he tenido la idea de una Cataluña mejor que el resto de España o más europea”. La gestión de la pandemia se lo ha ratificado. “Unos no hacen más que quejarse de que la culpa es de Madrid y los otros se entretienen poniendo palos en las ruedas… El problema es que ya no sabes qué es verdad o no, qué se camufla entre competencias y aplicaciones del 155”. Poco más claro lo tiene sobre el presente: “Debo, como codirector, preparar para mayo el festival Barcelona Poesia y no sé cómo enfocarlo, es imposible hacer planes, y eso que cuando se me entelan las gafas es cuando lo veo todo con más antelación”, bromea en estos tiempos de mascarilla. De la pandemia quedará en la cabeza de la gente, “así como en los de la postguerra fue el acaparar comida y ahorrar, a nosotros la obsesión por correr por el prado, un refuerzo de lo bucólico, que explica el éxito de Irene Solà y su Canto jo i la muntanya balla y del nature writing; cada vez habrá menos naturaleza: lo que ha creado el hombre ya pesa más que toda la masa orgánica del mundo”, alerta.

Sí ha cambiado Pedrals en este tiempo su concepto sobre el compromiso social del escritor. “Mi propio oficio ya lo comporta: de alguna manera culturizo yendo por aquí y por allá; no soy un poeta engagé, la poesía social es la que menos retrata a la sociedad, sólo hace proselitismo”, dice taxativo quien sí firmó un manifiesto de escritores catalanes en pro del referéndum del 1-O. Pero hasta ahí. “Mi padre fue miembro del BEAN y fue a las listas de 1979 y siempre me dijo: ‘En política, no te metas’; y le hice caso, me gusta la libertad”. ¿Una metáfora? “El sistema de partidos es un lastre para el funcionamiento de la democracia, una disciplina si pies ni cabeza: no siempre estás con los mimos toda la vida y votas a alguien y quieres que responda él… En las campañas, los políticos deberían ir con monos como los de la Fórmula 1, que llevan los patrocinadores enganchados; así sabríamos qué votamos”.

Destilan los personajes revisitados tras estos 18 años cierto desánimo. “No, no estoy deshinchado, ocurre que vivo en una decepción extraña. Mi padre murió días antes del 1-O, pero al preguntarle sobre el Procés ya daba por hecho que acabaría exactamente tal y como ha sido… ¿Por qué él lo previó y yo no fui capaz de tenerlo tan claro? Sí creo que he perdido, que hemos perdido la confianza, en general. Pero soy optimista y tengo esperanza, una esperanza… abstracta”.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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