Dénia, ciudad del pensamiento (además de la gastronomía)
El Festival de les Humanitats reúne a decenas de pensadores y deja espacio para una conversación entre el filósofo Javier Gomá y el chef Quique Dacosta
Dice Quique Dacosta que el buen gusto no debería estar asociado con las estrellas Michelin, tres de las cuales brillan en su restaurante de Dénia. El chef prefiere hablar de “actitud gastronómica que moldea la belleza gustativa” y no precisa de grandes dispendios. Esa actitud se manifiesta, por ejemplo, en la elección de una cafetería por la excelencia del café que sirven, aunque se encuentre más lejos y “cueste 20 céntimos más”. “Sí, la elegancia es elegir bien”, respondía el filósofo Javier Gomá, que previamente había defendido la democratización del buen gusto extendida hoy por la transformación de la antigua minoría selecta a las actuales mayorías selectas, que aspiran a la belleza que antes se consideraba reservada para la aristocracia.
Ambos intervinieron este viernes en un singular formato, en torno a numerosas mesas que ofrecían salazones y vermut, en el Festival de les Humanitats, que reúne en la ciudad alicantina hasta este sábado a decenas de pensadores, escritores, científicos y periodistas de diversos ámbitos y procedencias. El festival quiere consolidar la marca de Dénia como una ciudad del pensamiento. Y en esta tercera edición ha querido hacer un guiño a uno de las principales polos de atracción de Dénia, al margen de la omnipresencia del macizo del Montgó y del paisaje mediterráneo de sus playas y calas entre pinos, su cocina. En 2015, la Unesco la declaró Ciudad Creativa de la Gastronomía.
Y para disfrutar de la buena gastronomía es necesaria la atención, como para contemplar un cuadro o leer un libro, convinieron Gomá y Dacosta. Ahora bien, mientras el arte puede surgir de materiales muy pobres, de derribo, como en el arte povera o conceptual, en la cocina de calidad se precisa de buena materia primera, como elemento esencial, apostilló el chet. Al poco se corrigió, recordando la tortilla de patata de su abuela. “La atención es la oración de la mente, dijo Walter Banjamin”, apuntó el filósofo.
La conversación discurrió entre reflexiones de diversa índole sobre la gastronomía como una forma de expresión artística. Gomá recordó también que la cocina es un rasgo inherente a lo sociabilidad del género humano. Desde el origen de la agricultura, entre 6.000 y 7.000 años antes de la actual era, comer es un acto social.
Antes de la charla-aperitivo, celebrada en la sala elevada de L’androna, en la estación marítima, situada entre el mar y al castillo, la filósofa Remedios Zafra señaló que en la sociedad actual solo se consiguen espacios de tranquilidad con las creaciones artificiales, como las pastillas. “La tecnología se ha normalizado, haciendo poco reflexivo vivir en un mundo regido por las pantallas”, dijo. El pensador Santiago Alba Rico señaló en al smia sesión: “Necesitamos espacios de vínculos comunes en los que podamos establecer los límites. El verdadero dilema del primer cuarto del siglo XXI es sobre qué clase de humanidad queremos, si apostamos por una humanidad en la que todavía sea posible la ambigüedad frente a la transparencia. Se ha invertido el esquema, hoy las vidas privadas son transparentes y las instituciones opacas”.
El Festival de les Humanitats es una iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Dénia, presidido por el socialista Vicent Grimalt, y la empresa Baleària, organizado por la Fundació Creativa Dénia, con la dirección académica de Josep Ramoneda y Jordi Alberich (de la revista La Maleta de PortBou). En su intervención, el presidente de Balearia, Adolfo Utor, se planteó ayer qué es una buena empresa. “Una buena empresa actúa como ejemplo sin perder competitividad y no puede serlo sin ser negocio”, comentó. Y para ello la confianza se convierte en su mayor valor intangible, añadió.
Europa como puente
El acto inaugural del festival corrió a cargo el jueves del filósofo y alcalde de Venecia durante 12 años, entre 1993 y 2010, Massimo Cacciari. Europa como puente entre los grandes espacios hegemónicos del mundo y el federalismo como la base de las relaciones entre las naciones centraron su discurso “El mundo solo es pensable hoy desde la base de un fedus, del principio del federalismo entre los grandes espacios políticos del planeta. El mundo no tolera la monarquía. O existe ese federalismo entre Estados Unidos, India, China, Rusia, Brasil, Sudáfrica o tenemos la ruptura que se está produciendo. Somos tan ciegos que no vemos lo que ocurre fuera de Occidente en términos de amigo y enemigo”, señaló el catedrático, de 80 años, a través de videoconferencia, debido a que a un intervención quirúrgica le imposibilitó desplazarse a Dénia.
En la actual coyuntura, ¿debe ser Occidente y nada más? ¿cuánto tiempo resistirá? No hace falta más que mirar los índices de natalidad de los países citados y compararlos con los de Europa, prosiguió su argumentación. “Europa sin la inmigración desaparecerá dentro de un siglo”, afirmó desde una gran pantalla que presidía una sala repleta de público. Está la opción de luchar por “retrasar el crepúsculo” con la misión de conservar el mayor tiempo posible nuestros privilegios, agregó. “Nos hemos reducido a eso, a defendernos, construir muros, levantar barricadas, símbolos de una decadencia trágica”, se lamentó Cacciari, uno de los referentes políticos de la izquierda europea de finales del siglo XX.
La escritora, periodista y traductora Nadia Muraveva, será la encarga de cerrar las sesiones este sábado. En conversación con este diario, esta mujer que huyó de Moscú, tras manifestarse en contra de la Guerra en Ucrania, y vive en Tarragona desde hace dos años, tiene intención de explicar el peregrinaje de Teresa de Jesús, poeta a la que ha traducido a su lengua materna. Y también lo que significa el concepto de bespredel, una palabra rusa de la jerga criminal, carcelaria, que significa ausencia de límites. “Los carceleros, los militares, las autoridades, pueden hacer lo que les dé la gana, sin contenerse ni retroceder, sin pensar en las consecuencias. También Putin vive en el bespredel total que es como el hybris de la cultura de los antiguos griegos, la transgresión de los límites que impusieron los dioses. Mucha gente, muchos presos, criminales indultados por Putin, fueron a la guerra en Ucrania y regresaron y han empezado a hacer en Rusia lo que han hecho toda su vida. La ley les protege”, se lamentó.
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