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De lo efímero a lo imposible: obras de artesanos falleros que no acaban en cenizas

La Dama Ibérica, un Gulliver de 80 metros o una réplica gigante de los premios Goya son obras de los talleres para el diseño, el cine, el teatro o el espacio público, recogidos en una exposición del Colegio de Arquitectos de Valencia

La Dama Ibérica, en una rotonda de la avenida de Cortes Valencianas, fue una colaboración del escultor Manolo Valdés, el arquitecto Rafa Rivera y el artista fallero Manolo Martín.
La Dama Ibérica, en una rotonda de la avenida de Cortes Valencianas, fue una colaboración del escultor Manolo Valdés, el arquitecto Rafa Rivera y el artista fallero Manolo Martín.Mònica Torres
Cristina Vázquez

“Solo hay que salir a la calle con otra mirada para descubrir que en la publicidad, en la escenografía de un teatro, en el cine, en la artesanía o en el diseño hay un artesano fallero detrás y no lo sabemos”, defiende con pasión el arquitecto valenciano Rafa Rivera, parte del tándem, con el artesano Manolo Martín (padre) y el dibujante Sento Llobell, que hace años dio a luz el parque infantil del Gulliver, una de las grandes atracciones de la capital. El Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia ha recopilado en la muestra Sense foc, l’altra cara de les falles esas obras imposibles, detrás de las cuales hay un artesano, y que se concibieron para perdurar. “Revisamos la producción mas desconocida, aquella que no acaba en cenizas, de este colectivo valiente que acepta proyectos imposibles y los hace económicamente realizables”, subrayó en la inauguración el arquitecto y secretario del CTAV, Pablo Peñín. Una exposición que estará abierta hasta el 23 de marzo.

El Gulliver en el antiguo cauce del Turia, la Dama Ibérica de Manolo Valdés, las características figuras de la fachada del Rialto, las réplicas gigantes de la escultura de los Premios Goya de Mariano Benlliure, el Ágora Valencia, pabellón de la World Design Capital de 2022, el encofrado del Pont Nou d’Octubre de Santiago Calatrava, o la cabeza de King Kong, construido para la película en los 80 de Dino de Laurentis... Hay muchos ejemplos en la muestra colegial pero son solo “la punta del iceberg”, reconoce Rivera, comisario de la exposición. “Es el trabajo del artesano que se diluye con toda su sabiduría en otros terrenos”, apunta.

Es difícil que un taller viva solo de las fallas salvo, tal vez, las de gran presupuesto; por eso necesitan adentrarse en otros mundos para mantenerse y desde el principio se han dedicado a trabajos de carpintería singulares, a murales, a escenografías como las de los carnavales de Tenerife. “En los años 60 los murales de los cines donde aparecían Gary Grant y Grace Kelly enormes, los pintaban los artistas falleros. Hacer la cara de Cary Grant 20 veces más grande y que se parezca no es fácil. Poca gente se atreve con ese cambio de escala pero ellos lo hacían”. El escultor Miquel Navarro diseñó parte de la escenografía de una adaptación de Las Comedias Bárbaras por parte de Bigas Luna, en la Nave de Sagunto y el taller que lo hizo fue el de Manolo Martín.

El milagro fallero que se vive cada año tiene su origen en una profesión, la carpintería, cuenta el arquitecto. Los trastos, lo que sobraba a los carpinterios, no se tiraba a la basura sino que, como homenaje a su servicio, se le daba un último adiós con el rito del fuego. Luego, tras varios accidentes, en los que se incendiaron talleres de carpintería, el amasijo de trastos viejos pasó a quemarse en las cuatro esquinas o plazas, y con el tiempo se incorporaron las formas, el color y la crítica.

Es una profesión que cambia lo efímero por lo imposible, subraya Rivera: “Cuando hice el Gulliver [hace más de 30 años] me pasó. Una cosa es tener una buena idea: una figura donde los niños jueguen pero eso ¿quién lo hace? No había nadie que se atreviera. Llamé a la puerta de muchos escultores y cuando les hablaba de un muñeco de 70 u 80 metros me decían que era muy complicado. Entonces llegué al taller de Manolo Martín [padre] y me contestó ‘claro y podemos hacer…’ O sea, que me adelantó por la izquierda”, recuerda el arquitecto. El artesano aportó fantasía al arquitecto y éste precisión técnica al artista.

Un detalle del Parque Gulliver de Valencia, con niños jugando en su interior.
Un detalle del Parque Gulliver de Valencia, con niños jugando en su interior. Mònica Torres
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Rivera y Martín formaron un tándem que funcionó muy bien a lo largo de los años. De hecho, volvieron a colaborar en el proyecto de la Dama Ibérica, que se alza en una de las rotondas de una gran avenida de la capital, obra del pintor y escultor Manolo Valdés. “De la elaboración de las piezas se encargó un ceramista, la estructura la proyecté yo y la ejecutó una constructora pero Manolo Martín montó las 22.000 cabezas en una estructura para que se pareciera a la cabeza original. Fue una simbiosis entre el artisoñador y el diseñoartesano”, recuerda de aquella experiencia.

Otro ejemplo es el encofrado del Pont Nou d’Octubre de Santiago Calatrava, construido a finales de los 80. El taller del artista Josep Martínez Mollà se encargó de elaborar una especie de guía en madera sobre el que debía fraguar el hormigón. Inicialmente estaba previsto que la parte de abajo del puente se reflejase sobre un estanque que nunca llegó a materializarse. Sobre esa especie de molde, salido de un taller fallero, se solidificó lo que hoy vemos cuando se pasa por debajo. De hecho, siguen las marcas de las tablillas de madera que le dieron sus complicadas formas curvas.

La figura de valenciana realizada por el taller de Vicente Luna, en la exposición del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia.
La figura de valenciana realizada por el taller de Vicente Luna, en la exposición del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia.

En 1995, María Pilar Luna creó junto a su hermana María José, artistas y herederas de Vicente Luna Cerveró (1925-2021), la empresa con el nombre de su padre, autor de 13 fallas municipales. En 2021 recibieron el encargo de Caixa Popular de diseñar y realizar un prototipo que fuera la imagen de una acción reivindicativa de la igualdad de género y así se hicieron 6 esculturas que son la síntesis de una mujer valenciana. “Están hechas con una resina especial y llevan estructura de hierro para que aguanten las inclemencias del tiempo. Los materiales son fortísimos”, explica Luna. Sin embargo, el tiempo a la intemperie y algunos actos vandálicos han obligado a restaurarlas dos veces. Una de esas valencianas se exhibe en la exposición del CTAV.

“Nosotras hace años que no hacemos fallas porque nos costaban dinero; nos dedicamos sobre todo a la imaginería festiva, escenografía teatral, interiorismo y decoración”, apunta. Han hecho prototipos de cabezudos para algunas empresas de ocio nocturno, especialmente de Madrid y para el extranjero. “De la falla no se ha vivido nunca”, reflexiona M. Pilar mientras recuerda que Vicente Luna haciendo Fallas tenía que realizar otros trabajos para poder vivir como por ejemplo elaborar carrozas hechas ex profeso para varias ciudades de España. Parte de la imaginería festiva del País Vasco ha salido del taller de Vicente Luna Cerveró. El Gargantúa, icónica figura de las fiestas de Bilbao, por ejemplo.

De las naves de los Luna salieron en su día las cúpulas de los kioscos de prensa del centro histórico de Madrid. “El arquitecto, Marcelino Lorente que hizo el cuerpo central es valenciano y le hizo el encargo a Vicente Luna. Mi padre dibujó los planos a escala a mano y los arquitectos dibujaron con ordenador y ambos coincidieron al milímetro”, presume. Hechas de una resina ignífuga se instalaron en el centro de Madrid (la Gran Vía, Plaza de España, Glorieta de Bilbao, en la Ópera y en el Paseo del Prado). “Son una preciosidad”, recuerda la artista.

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Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.
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