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Un circo fantasma sin niños ni payasos

El promotor Eduardo Belltall monta su instalación circense en una avenida de Valencia, pero no puede abrir porque el Ayuntamiento se lo prohíbe por usar animales que el empresario considera domésticos

El empresario Eduardo Beltall, en su circo vacío de público y montado en la avenida Maestro Rodrigo de Valencia, este martes.
El empresario Eduardo Beltall, en su circo vacío de público y montado en la avenida Maestro Rodrigo de Valencia, este martes.Mònica Torres

La imagen es chocante. Cada noche, desde mediados de diciembre, la gente pasa por la avenida Maestro Rodrigo de Valencia y se queda extrañada al encontrarse un circo fantasma. Los viandantes ven una enorme carpa plantada en un solar, una taquilla y un cartel con luces de colores que indica dónde está la entrada, pero el circo está cerrado y la caseta de las entradas no vende nada. Los más curiosos se asoman a las vallas y tratan de encontrar a alguien. Pero no hay nadie. Aquello es un circo sin niños ni payasos. Sin risas ni aplausos. Allí solo hay silencio y una pregunta: ¿Qué demonios es esto?

El Circ de Nadal recibió el permiso para instalarse en esa explanada, pero después el Ayuntamiento de Valencia le denegó la autorización para abrir sus puertas. Fuentes municipales aseguran que la negativa se debe a que la ley autonómica “prohíbe el uso de animales en los espectáculos circenses”. Pero Eduardo Belltall, propietario y director del negocio, discrepa y afirma que la ley nacional permite el uso de animales domésticos y que debe prevalecer sobre la norma autonómica. “Por eso hemos presentado una demanda en el juzgado número 7 de la Ciudad de la Justicia y pensamos pedir el lucro cesante (el dinero que han dejado de ganar por no poder vender las entradas para su espectáculo)”. Las instalaciones del circo se mantienen ya 20 días montadas, aunque no albergue público.

A mediodía, unos trabajadores con un chaleco fluorescente vacían la carga de un tráiler dentro del terreno vallado en el que hay otras cajas de camión, un pequeño remolque de esos que ahora se usan para vender comida en los festivales y fiestas callejeras, y una caseta de obra donde a mediodía los vecinos ven a los operarios freír unas salchichas y hasta hacerse una paella. Cada día se les acerca alguien a preguntar por qué ese circo siempre está cerrado.

La carpa del circo en el barrio de Campanar de Valencia.
La carpa del circo en el barrio de Campanar de Valencia.Mònica Torres

“Somos el último circo con animales que queda en España”, advierte Belltall con un punto de orgullo. Este hombre de 39 años es el único empresario que no se ha rendido a la corriente animalista que sacó de las pistas de los circos a los grandes felinos y a otras especies. El propietario del Circ de Nadal aceptó renunciar a tigres y leones, también a los elefantes, pero convencido de que le público quiere y merece ver animales, se decantó por un espectáculo con especies que él considera domésticas, como los bueyes, las avestruces, los camellos, los dromedarios, las llamas o los caballos, que, para él, son indispensables en un circo. “Nadie sabe por qué la pista de un circo es redonda y mide 11 metros de diámetro. Y es así porque el protagonista del circo es el caballo. Su pista mide 11 metros para que desarrolle todos sus movimientos naturales. El circo moderno lo crea Philip Astley (1742-1814) en torno a la figura del caballo y todos los demás se suman al éxito de un caballo haciendo ejercicios en la pista de un circo. Todo lo que viene después, desde los payasos a los equilibristas, son añadidos”.

Belltall se niega a renunciar a los animales, como han hecho los otros circos que han abierto estas últimas Navidades en València, porque considera que la ley nacional le ampara. “Nosotros tenemos un núcleo zoológico autorizado por la Unión Europea. ¿Cómo puede ser que estemos autorizados por Europa y a nivel nacional, y que una comunidad autónoma lo restrinja? Y que le expongas al Ayuntamiento un dictamen del catedrático de Derecho Administrativo de la Universitat de València Gabriel Doménech, que avala nuestra versión, y no nos hagan ni caso. La ley básica que predomina es la ley nacional. Sin ir más lejos, en la cabalgata de los Reyes Magos de Elche ha prevalecido la ley nacional y han salido los camellos, los bueyes, las ocas… ¿Por qué en Elche sí y en València no? Por eso hemos presentado una demanda y pienso ir hasta las últimas consecuencias”.

Este valenciano entró en el circo siendo un adolescente. Primero, como chico de los recados del Circo Mundial. Allí aprendió cómo funciona este negocio. Tanto en el plano administrativo como el puro espectáculo. Luego pasó por el Circo Americano, donde le enseñaron a trabajar con los animales. Y finalmente se convirtió en domador y trabajó con leones, tigres y elefantes. El 5 de diciembre de 2010 abrió su espectáculo, el Circ de Nadal, en Alzira. Los animales están en Benifaraig, en un terreno con miles de metros cuadrados, donde cuida a toda su fauna circense. Cuando llegó la ley animalista tuvo que desprenderse de los animales silvestres, pero no claudicó con todo y empezó su cruzada por reivindicar el derecho a trabajar con animales que él considera domésticos.

El empresario lanza varias preguntas al aire para defender su tesis. “Todo lo que tengo es, según la FAO, especies de animales domésticos. ¿Pero por qué no pueden actuar los caballos en la pista de un circo, y los delfines sí pueden saltar por los aros en l’Oceanogràfic? ¿O por qué un toro entra vivo en la plaza y sale muerto, y eso se permite, y, en cambio, no se permite que un caballo entre vivo y salga vivo de un circo? Las convicciones de Belltall son tan fuertes que le han llevado a montar un circo fantasma. Un juez decidirá si los caballos y otros animales volverán a su carpa.

Entrada al Circ de Nadal.
Entrada al Circ de Nadal.Mònica Torres


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