“Un 70% del endeudamiento es achacable a la infrafinanciación”
Una parte importante de la deuda valenciana se asocia directamente a la insuficiente financiación y se produce, no por gastar más que la media, sino para igualarla, según el director del Ivie, Francisco Pérez
Francisco Pérez, director del Institut Valencià de Investigacions Económiques (Ivie), presentó a mediados de año un informe en colaboración con la Generalitat y elaborado por investigadores de la casa, que analiza los cambios experimentados por la economía valenciana en los 40 años transcurridos desde la aprobación del Estatut d’Autonomía. A modo de conclusión, Pérez asegura que una parte importante del endeudamiento valenciano se asocia directamente a la infrafinanciación. “Es una deuda que se produce, no por gastar más que la media, sino para igualarla”.
Pregunta. La economía valenciana ha divergido de otros territorios y el PIB per cápita está 12 puntos por debajo de la media nacional. ¿Qué ha pasado?
Respuesta. La economía valenciana ha avanzado mucho, tanto que ha doblado el volumen del PIB en estos 40 años y también el PIB por habitante, a pesar de que la población ha crecido de 3,7 millones a cinco. Pero otros han avanzado más rápidamente en volumen de producción y no han visto crecer tanto su población. Hay muchos cambios pero la velocidad no es la suficiente. Estamos 10 o 12 puntos por debajo de la media en renta media por habitante.
P. Grandes logros y grandes fracasos de la autonomía
R. Hay un gran logro, indiscutible, y es que en estos 40 años se ha construido en España un estado de bienestar de corte europeo, moderno, desarrollado, al que se dedican el 50% de los recursos públicos y que se construye sobre las políticas de protección social (pensiones, subsidio de paro, dependencia), y el desarrollo de servicios públicos como sanidad o educación. Es imposible separar el desarrollo del Estado de Bienestar con el desarrollo de las autonomías. El gasto en sanidad, educación y dependencia ha crecido por decisión de la Generalitat. Con una singularidad y es que, con la información que tenemos, sabemos que el Estado antes de descentralizarse, no solo gastaba menos en estas políticas sino que gastaba menos en la Comunidad Valenciana. De ahí, viene el problema de la financiación.
En cuanto a los fracasos, al lado de la creación formidable de empleo, se puede decir que la tasa de desempleo sigue siendo elevada. Y podemos pensar que como tenemos más paro estamos peor que en los 80 pero la proporción es el doble. Ahora hay 2,2 millones de personas trabajando y en los años 80 había 1,1 millones. También es un fracaso no haber conseguido reformar el modelo de financiación.
P. Los expertos insisten siempre en la necesidad de que el tejido productivo valenciano genere más valor añadido, que innoven. ¿Progresamos adecuadamente?
R. Vamos con retraso y justamente eso es compatible con que algunos vayan muy rápido. Aquí pesa menos que en otros sitios y eso que progresamos, pero vista la velocidad a la que van los demás, no nos permite converger. Converger es un objetivo más ambicioso que crecer porque yo crezco respecto a mí mismo pero converjo si me acerco al que va por delante. Eso es lo que importa. El sector público tiene que acompañar de la mejor manera posible pero el tejido privado es el protagonista a la hora de introducir la innovación. Las debilidades están más en el sector privado. El sector público tiene un gasto en I+D+i más parecidas a la media nacional y menos alejadas de los estándares internacionales. Pero es en el tejido productivo privado donde se dan más las carencias. Últimamente percibo algo positivo y cuando se habla con los empresarios se nota que están interesados en participar en estos proyectos. Que haya empresas que demuestren que aquí se pueden hacer las cosas de otra manera es muy importante.
P. Somos la autonomía más endeudada. ¿Cuál es el riesgo?
R. Una parte importante del endeudamiento se asocia directamente a la infrafinanciación. Es una deuda que se produce, no por gastar más que la media, sino para llegar a la media española. Ahora, con la inflación y la subida de tipos, el riesgo es mayor y puede tener como consecuencia que no llegue dinero y haya que ajustar el gasto. Lo único que puede evitar ese problema es que haya un crecimiento importante de recursos. Y la otra vía es que se revisase de una vez el modelo de financiación autonómica y se compensara el endeudamiento, un 70% es achacable a la infrafinanciación, porque si no, al día siguiente tendría los ingresos que me corresponden pero una carga financiera del pasado y estaría de nuevo en desventaja.
P. ¿Qué opina de la cascada de reformas fiscales anunciadas?
R. Reflejan diferentes sensibilidades respecto a las funciones que tienen que cumplir un sistema fiscal, que es recaudar impuestos para prestar servicios públicos, y después repartir las cargas. Ahí se ven las diferencias y eso es bueno. No se ha producido una reforma que responda a la magnitud de los problemas que tiene el sistema fiscal en España. Se están planteando cambios que tienen que ver con situaciones asociadas a la inflación pero se presentan con mucho ruido por el combate político. No es lo mismo bajar impuestos que deflactar la tarifa del IRPF. Como la inflación es elevada y la tarifa del IRPF es progresiva, si mis ingresos aumentan por efecto de la inflación, puedo pasar a pagar un tipo superior al que pagaba antes, cuando permanezco igual o puedo incluso ser más pobre. Si quiero bajar impuestos debería de explicar si se traducen en menos recaudación y qué voy a hacer con los gastos porque tengo déficit. La inflación nos hacen a todos más pobres y podemos decidir proteger a la población más vulnerable y puedo protegerla con políticas de ingresos y gastos.Pero eliminar el impuesto de Patrimonio no tiene que ver con los vulnerables.
P. ¿Cómo aunar armonización y autonomía fiscal?
R. Es importante que haya margen de autonomía fiscal. La alternativa es que siempre diga, con razón o sin ella, que me falta dinero porque alguien no me lo da. Una decisión equivocada fue, en mi opinión, transferir el impuesto sobre el patrimonio a las comunidades porque es demasiado móvil. No se transfirió el de sociedades por la misma razón, para evitar la competencia fiscal para llevarse a las empresas. Ahora, el Gobierno central plantea el impuesto sobre las grandes fortunas para frenar las bonificaciones de patrimonio pero hubiera sido mejor que lo hubiera hecho como parte de la reforma del sistema de financiación autonómica para que responda a un diseño integrado y se llegue a un acuerdo sobre lo que es razonable.
P. Ford, Volkswagen, Toshiba, HP, Hitachi, Siemens se instalan o anuncian su continuidad en la Comunidad Valenciana. ¿Cuál ha sido el papel del autogobierno para que vengan o se queden?
R. Es una buena noticia porque aumenta el número de grandes empresas, que no tenemos muchas. Son empresas de sectores tecnológicamente avanzados y generan tejido productivo con altos estándares. Con eso refuerzas tu capacidad de retener y atraer capital humano y han venido aquí porque hay un Gobierno autonómico. Y con su decisión confirman que se fían de ellos, de esa capacidad de no prometer lo que no se puede dar, pero de hacer lo que se ha prometido.
La experiencia de Ford aquí es muy importante desde muchos puntos de vista. Detrás de esa permanencia hay una gestión de las relaciones laborales muy destacada. La apuesta se produce al tiempo que se está en un cambio tecnológico decisivo, que es el paso al motor eléctrico. El clúster de la automoción nace porque está Ford pero ahora es mucho más que Ford.
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