Solares que merecen un futuro mejor
La asociación Amics del Carme organiza una ruta por una docena de parcelas abandonadas y edificios en ruina para reivindicar la reconstrucción del barrio
Una veintena de personas esperan en el conocido como jardín de las esculturas, en la trasera del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), en plena Ciutat Vella de Valencia, que la asociación vecinal Amics del Carme comience una ruta por una docena de solares abandonados o edificios en ruinas dispersos por el barrio. El solar del que arranca el paseo tiene sobre los planos municipales un uso educativo-cultural porque iba a ser el suelo sobre el que se levantaría la ampliación del IVAM. Para la obra, que finalmente no salió adelante, se derribó en 2011 toda una hilera de casas en la parte de atrás del museo, y sus habitantes fueron expulsados a la fuerza. Con el paso de los años y después de muchos planes fracasados, el suelo se convirtió en un jardín, un espacio público que no reúne las adecuadas condiciones de seguridad ni para los vecinos ni para las esculturas colocadas al aire libre, reconoce una técnico del museo que se suma a la ruta para poner a los visitantes en antecedentes.
“¿Es un jardín o un solar?” preguntan curiosos a la concurrencia César Guardeño y Víctor Cantero, los dos guías encargados de enseñar lo que han sido esas parcelas, a veces no tan provisionales, a lo largo de su historia. “Parece un jardín pero el planeamiento dice que tiene un uso educativo-cultural porque así se catalogó para la ampliación museística. En realidad, está en tránsito”, explican de un solar donde destacan los murales pintados por el artista urbano Escif.
Otro de los solares de la ruta está en el cruce de la calle de la Beneficència con Na Jordana. Es la unidad 22, de la que sobresale un edificio de 10 plantas fuera de ordenación. En el siglo XVII, toda esa zona era un gran burdel que, a mediados del XIX se convirtió en un barrio industrial, con serrerías, alfarerías y fábrica textil. Tiempo después alojó una fábrica de cola líquida, otra de sombreros de piel de conejo y hoy en día está completamente abandonado.
Toni Cassola, portavoz de la asociación Amics del Carme, explica que las rutas se han inspirado en un libro escrito por Fernando Gaja y Carles Dolç en 2009 que hablaba de un futuro para el pasado. “Hicieron toda una reflexión sobre el origen de los solares y nos hemos inspirado en ello. El hecho de que haya parcelas que llevan así durante 40 o 50 años los convierte en parte del paisaje, los normaliza. Nosotros queremos cambiar su percepción y trasladarles que estos espacios son una anomalía urbanística”, apunta. Son suelos que tienen asignado un planeamiento, una ordenación, y la asociación quiere que los residentes lo perciban como algo transitorio. “Si muchos vecinos tienen esa mirada crítica sobre su entorno, los políticos se sentirán más obligados a actuar”, opina Cassola.
El registro de solares no acaba de funcionar, según la asociación. Los planes de actuación integrada previstos en muchas de esas parcelas fracasaron, igual que las unidades de actuación individual. “Por fin, se intentará estabilizar el marco normativo con el plan aprobado en 2020, y a partir de ahí se está comunicado a todos los propietarios de Ciutat Vella su obligación de construir y si no, que vendan. Hay una voluntad de impulsar la reconstrucción del barrio. Un cierto impulso se ve”, asegura el portavoz.
Los dos guías han investigado en profundidad unos 50 solares o emplazamientos en ruina. En este primer paseo han seleccionado una docena, todos en El Carme. Otras tres rutas, previstas cada sábado por la mañana, describirán la situación en que se encuentra el resto de Ciutat Vella. Con la ayuda de fotografías y planos antiguos almacenados en sus tabletas, estos dos apasionados del casco histórico ofrecen a los protagonistas del paseo imágenes del pasado para comprender el presente.
En la calle Corona, por ejemplo, se sabe que en el número 27, ocupado por un antiguo edificio, el dueño intentó en los años 40 derribarlo y hacer uno nuevo porque quería construirse un refugio antiaéreo, tal vez por miedo a que España entrase en la Segunda Guerra Mundial. “No le dieron permiso, porque si no, hubiera volado el edificio para hacerse el refugio”, cuenta Cantero. Los propietarios del inmueble acaban de cederlo al Ayuntamiento de forma gratuita hace poco. Otro famoso solar en la misma vía, situado en el número 12, que hace años fuera escenario de actividades culturales y ciudadanas a modo de reivindicación, se convertirá en unos meses en hotel.
El objetivo es reconstruir y revitalizar el casco histórico de Valencia, uno de los más grandes de Europa, que llegó a tener una población cercana a las 100.000 personas en 1950 y que con la riada de 1957 comenzó su éxodo. En 1991 solo quedaba 21.000 vecinos. Eso explica este paisaje lleno de vacíos, por un lado, pero también el fracaso de todos los planes de recuperación que se han intentado hacer, argumenta Amics del Carme.
“No se trata de buscar culpables”, añade Cassola, “se trata de que nadie hizo un cálculo de la cantidad de viviendas en mal estado que hay en este entorno. La mitad de los solares que hay ahora eran ya parcelas abandonadas en los años 90 cuando empieza el plan Riva. Y la otra mitad son de las casas en ruina que había entonces. La mitad de aquellos solares se reconstruyeron pero mientras tanto han aparecido otras tantas parcelas abandonadas”, concluye.
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